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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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DIA 25. MAYO. 121<br />

Acabados los negocios volvió san Cenobio <strong>de</strong> Conslantinopla<br />

á Roma, don<strong>de</strong> fué recibido muy bien <strong>de</strong> san Dámaso;<br />

el cual habiendo sabido que por la muerte <strong>de</strong>l arzobispo<br />

Teodoro la ciudad <strong>de</strong> Florencia estaba en bandos,<br />

y que los herejes querían que el sucesor fuese hereje, y<br />

los católicos católico; para ponerlos en paz envió á Cenobio<br />

á Florencia, don<strong>de</strong> fué alegremente recibido <strong>de</strong> todos.<br />

Pero por inspiración y voluntad <strong>de</strong>l Señor, todos los católicos<br />

y herejes concordaron en que no habia <strong>de</strong> ser otro<br />

su obispo, sino Cenobio. Él, como era humil<strong>de</strong>, luego volvió<br />

á Roma á gran priesa, y dijo al papa que no habia<br />

podido acabar nada con los <strong>de</strong> Florencia. Estando en esto,<br />

llegaron á Roma dos embajadores <strong>de</strong> aquella ciudad, suplicando<br />

á su santidad que les diese á Cenobio por obispo;<br />

Porque no admitirían á otro ninguno sino á él. El papa,<br />

aunque sintió mucho apartar <strong>de</strong> si á Cenobio, por lo bien<br />

que se hallaba servido <strong>de</strong> él; todavía movido <strong>de</strong> la importunidad<br />

<strong>de</strong> los embajadores y <strong>de</strong> la instancia gran<strong>de</strong><br />

que le hacían, con<strong>de</strong>scendió con ellos, y mandó á Cenobio<br />

que aceptase el obispado, y le consagró con gran<strong>de</strong><br />

repugnancia <strong>de</strong>l santo, y le hizo metropolitano y cabeza<br />

délos <strong>de</strong>más obispos <strong>de</strong> Toscana, siendo Cenobio <strong>de</strong> edad<br />

<strong>de</strong> cuarenta y un años. A la partida <strong>de</strong> Roma, en seíial <strong>de</strong><br />

amor y benevolencia, san Dámaso le dió los cuerpos <strong>de</strong><br />

^s sanios mártires Abdon y Señen, los cuales él colocó en<br />

'g'esia <strong>de</strong> San Salvador, <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l alfar mayor.<br />

Fué - recibido san Cenobio <strong>de</strong> toda la ciudad <strong>de</strong> Fiorenwa<br />

con tan extraordinarias muestras <strong>de</strong> alegría y<br />

regocijo, que muchos días hicieron fiesta por verle ya<br />

obispo en su ciudad; pero cuanto mas ellos se regocijaban<br />

por tener tal pastor, tanto mas el mismo pastor se<br />

afligia consi<strong>de</strong>rando las obligaciones que le ocu.rian, <strong>de</strong><br />

aPacentar bien aquel ganado , temiendo que no se perdiese<br />

por su culpa. Dióse mas á la oración, suplicando<br />

á nuestro Señor que pues le había dado la carga , le<br />

diese fuerzas para llevarla. Ayunaba y velaba mucho,<br />

afligia su cuerpo con ásperos cilicios, y otras penitencias;<br />

y cenias lecciones, consejos, sermones y disputas, procuraba<br />

alumbrar á los herejes, y traerlos á camino <strong>de</strong><br />

salvación; y tomando para sí, y para sufamilia, solólo que<br />

precisamente había menester, todo lo <strong>de</strong>más <strong>de</strong> sus renlaslo<br />

repartía á los pobres liberalmcnle: y con esta vida,<br />

doctrina y vigilancia, y con los muchos y gran<strong>de</strong>s milagros,<br />

que Dios obró por él, vino á resplan<strong>de</strong>cer como un<br />

sol en el mundo. Uno <strong>de</strong> estos milagros fué, que una mujer<br />

viuda, pagana, noble y rica, tenia dos hijos, los cuales<br />

habia criado con mucho regalo : y un dia, por no sé<br />

qué enojo, que tuvieron con su madre, pusieron las manos<br />

en ella, y maltrataron gravemente (y por ventura fué casligo<br />

<strong>de</strong> Dios, por el <strong>de</strong>masiado regalo con que los habia<br />

criado): la triste madre, furiosa y rabiosa, y como fuera<br />

<strong>de</strong> SÍ, postrada en el suelo, comenzó con horrible alarido<br />

"amar á todas las furias infernales, y á pedírl es, que la<br />

engasen <strong>de</strong> sus hijos. Fué Dios servido, que (aunque<br />

aquella muje,. y sus hijos eran gentiles, y por esto la<br />

maldición <strong>de</strong> su madre no parece que habia <strong>de</strong> tener tan<br />

0 efecto) los <strong>de</strong>monios, entrasen en ellos ; para enseñar-<br />

"os la obediencia » que los hijos <strong>de</strong>ben á sus padres,<br />

monin , teinCr Sus maldiciones. Entraron los <strong>de</strong>unos<br />

« ^ h,j0S <strong>de</strong> esla Pobl'e mujer, y ellos como<br />

carnes Tr rab'osos 30 mordían, y hacian pedazos sus<br />

ai'onlos, enca<strong>de</strong>náronlos; y no habia nadie qu e<br />

TOMO ir.<br />

se pudiese valer con ellos. Cuando la drevcnlurada madre<br />

vió á sus hijos <strong>de</strong> aquella manera, por la maldición<br />

que les habia echado, no se pue<strong>de</strong> creer el sentimicnlo<br />

que tuvo, y las lágrimas que <strong>de</strong>rramó, venciendo el<br />

amor <strong>de</strong> madre al justo enojo, que antes habia tenido : y<br />

no sabiendo otro remedio, llevó sus hijos <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l santo<br />

ponlíüce Cenobio, suplicándole humil<strong>de</strong>mente, que los<br />

sanase : y él lo hizo, estando <strong>de</strong>shoras en oración: y <strong>de</strong>spués<br />

se bautizaron ellos, la madre y toda su familia, y<br />

perseveraron en la viriud.<br />

Otra señora francesa, que iba por su <strong>de</strong>voción á Roma,<br />

pasó por Florencia, por ver á Cenobio, <strong>de</strong> quien oía hablar<br />

tantas maravillas, y <strong>de</strong>jóle un hijo, qno traía consigo<br />

enfermo <strong>de</strong>l camino, mientras que ella volvía. Murió el bijo<br />

en Florencia, ántes que la madre volviese <strong>de</strong> Rema. Cuando<br />

volvió, y supo que su hijo era muerto, mandó tomar su<br />

cuerpo, y llevarle á don<strong>de</strong> estaba el santo obispo : y ella<br />

con gran fé, y <strong>de</strong>shaciéndose en lágrimas <strong>de</strong> dolor, le pidió,<br />

que le volviese á su hijo, que le habia <strong>de</strong>jado en <strong>de</strong>pósito,<br />

porque no volvería á Francia sin él. Enternecióse<br />

el santo i hizo oración, y la señal <strong>de</strong> la cruz sobre el difunto<br />

, y luego resucitó, y él se le restituyó á su madre, con<br />

admiración <strong>de</strong> todo el pueblo, é increíble gozo <strong>de</strong> la misma<br />

madre.<br />

Otra vez, yendo á visitar una iglesia con sus clérigos,<br />

topó en el camino el entierro <strong>de</strong> un caballero mozo, y<br />

queriéndose apartar <strong>de</strong> la gente, no pudo , y fué<br />

tanta la que cargó sobre el santo obispo, suplicándole,<br />

que resucitase aquel difunto , que no se lo pudo negar.<br />

También resucitó á otro niño <strong>de</strong> cinco años , á quien<br />

unos bueyes furiosos que tiraban un carro, habian <strong>de</strong>spedazado;<br />

y asimismo otro que habia muerto sin confesión,<br />

mandó á un diácono suyo, y varón santo llamado Eugenio<br />

que se levantase <strong>de</strong> la cama en que estaba enfermo, y rocíase<br />

el cuerpo <strong>de</strong>l hombre muerto con el agua bendita<br />

que le dió, y le trajese vivo: y así lo hizo Eugenio, el cual<br />

vol viéndose á acostar en su cama, murió <strong>de</strong> aquella enfermedad.<br />

Todas estas resurrecciones <strong>de</strong> muertos fueron milagrosas<br />

y admirables; pero no lo fué menos otra que aquf diré.<br />

Yendo por los Alpes á consagrar una iglesia, topó en el<br />

camino unos mensajeros <strong>de</strong> san Ambrosio, que <strong>de</strong> su parle<br />

le traían un precioso don <strong>de</strong> las reliquias <strong>de</strong> los gloriosos<br />

mártires Vital y Agrícola , Nazario y Celso, Gervasio y<br />

Protasio; pero hallólos muy llorosos, porque el mas principal<br />

<strong>de</strong> ellos, que se llamaba Sulpicío, había caido <strong>de</strong>. un<br />

<strong>de</strong>speña<strong>de</strong>ro altísimo, y rodado con su cabalgadura hasta<br />

lo bajo , y héchose pedazos , acabando lastimosamenle<br />

su vida. Apeóse luego san Cenobio, y adoró las reliquias,<br />

y besócongran<strong>de</strong> <strong>de</strong>voción, humildad y reverencia la caja<br />

en que venian; y movido <strong>de</strong> las lágrimas y los ruegos<br />

<strong>de</strong> los otros compañeros , hizo oración por el difunto , y<br />

no se levantó <strong>de</strong>l suelo hasta que resucíló , y 1c festítuyó<br />

vivo á sus compañeros, para que todos juntos, sanosy córtenlos<br />

volviesen á san Ambrosio, <strong>de</strong> quien habian sido enviados.<br />

Todos estos muertos resucitaron por las oraciones <strong>de</strong><br />

san Cenobio; pero otros milagros obró el Señor por él maravillosos.<br />

Sanó á un ciego <strong>de</strong> muchos años, que pedia limosna<br />

á la puerta <strong>de</strong> una iglesia , el cual, siendo antes<br />

gentil, se convirtió á la fé y se hizo cristiano, y se <strong>de</strong>dicó<br />

al servicio <strong>de</strong>l Señor todo el resto <strong>de</strong> su vida; y lo misino<br />

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