Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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ordinario ú dar las purgas y olí as medicinas penosas: animaba
á los enfermos con palabras alegres y graciosas á que
las tomasen y retuviesen, confortándoles con una rueda de
naranja ó casquite de granada: exhortaba álos sirvi entes que
se las diesen con paciencia y caridad: cuando se acercaba
el tiempo de comulgar, iba dispertando á todos los que
hablan de recibir el divino Sacrdmento, y les preguntaba
si hablan comido ó bebido después de media noche, y si
tenían necesidad de reconciliarse, exhortándoles á recibir
con devoción tan divino Sacramento. Hecha la comunión,
iba uno por uno exhortando á los que hablan comulgado,
á que no durmiesen ni escupiesen tan presto,
que pidiesen perdón á Dios de sus pecados, que entonces
era proporcionado tiempo para tratar con el Señor, y negociar
su salvación; mirábales las bocas si habian pasado
la forma sacrosanta, temiendo no sucediese algún desórden;
hacia después algunas camas, mudando la ropa á
los mas necesitados y sufriendo el hedor intolerable que
salla de los enfermos; al amanecer sé retiraba á su aposento
á rezar con quietud el oficio divino , después se curaba
la llaga, y volvia abajo al hospital. Decia misa ordinariamente
por los enfermos de mayor peligro, y después
de haber dado gracias, daba de nuevo vuelta al
hospilal haciendo diversas obras de caridad: llegada la
bota do comer ayudaba á este servicio, y acabada la comida
hacia cuatro ó cinco camas á los mas necesitados, y
con un semblante alegre se volvia á casa. Aquí se entretenía
á leer dos ó tres horas, y después se volvia á la tarea
del hospital, como la noche y dia antecedente: tres años
y algunos meses perseveró con una constancia heroica en
estos cotidianos ejercicios, hasta que en el mes de febrero
de 1C12 el padre general y consultores le mandaron
ir á Ñápeles en su compañía, y después le hicieron visitar
varias casas de la religión, á ün de que consolase á sus
hijos en su presencia, y les comunicase aquel fuego de
amor de Dios y del prójimo, de que él estaba tan dichosamente
poseido: después volvió y asistió al capítulo celebrado
á 1.° de abril de 1613, en que fué elegido general
el padre Francisco Antonio Nilo, napolitano, el cual
queriendo visitar las casas de la religión, pidió á Camilo
le acompañase, y empezó este viaje visitando la santa casa
de Loreto, donde dijo misa pidiendo á la Virgen con muchas
lágrimas quisiese serle propicia y ahogada en el
trance de la muerte. Pasó después por las casas de Bolonia,
Ferrara, Mantua y Milán, dando por todas parles á
sus hijos admirables y santos documentos ; llpgó en fin
á Genova, donde agravándosele el mal le redujo á extrema
flaqueza, pero hallándose después algún tanto restablecido,
quiso partirse á Roma, y como no tenia fuerzas
para hacer por tierra el viaje, el duque de Tursi por la
devoción que le tenia mandó aprestar una galera suya,
solo para el efecto de llevarle á Roma; habiendo desembarcado
en Civilavecchia, le enviaron sus religiosos una litera
en que viniese, con la cual llegó á Roma á 13 de octubre
de 1613, y entrando en casa dijo: Hoec esl nquies
mea. He venido aquí á dejar mis huesos: todos los religiosos
vinieron á besarle la mano y después se puso en
la cama; pero pareciéndole de allí á algunos dias que habla
algún poco mejorado, tuvo deseo de visitar la iglesia
de los príncipes de los apóstoles: en esta jornada al Hogar
á la puente de San Angelo, apartando la cortina de la carroza
, empezó á mirar con gran carino á su querido hos-
LA LEYENDA DE ORO
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pital del Espíritu Sanio, donde se hizo llevar: apeóse y
visitó todos los enfermos sostenido de dos de sus religiosos,
siendo cosa que causó devoción ver que apenas llegó al
hospital, cuando todos los sirvientes y oficiales fuéron á
hacerle reverencia y besarle la mano, diciéndose unos á
otros: ahora es menester andar mas vigilantes, que ha
vuelto el padre Camilo ¡ pasó después á la iglesia de San
Pedro, donde con fervorosa oración encomendó á los santos
apóstoles su persona y su religión: algunos dias después
pareciéndole que estaba mejor , quiso volver á su
amado hospilal, donde practicó muchas obras de caridad,
y parecía no sabia apartarse de los pobres. Sabe Dios
cuánto gustara de estar siempre con vosotros (les decia),
pero ya que no puede ser, me quedo acá con el corazón:
al volverse á casa tuvo un desmayo que le obligó á retirarse
á una tienda de donde fué llevado á casa en brazos
ajenos; y aqyí so rindió á la cama vencido déla fuerza de
sus cinco enfermedades. Así que se publicó en Roma la
mortal enfermedad de Camilo, fuéron á visitarle muchas
personas de todas clases, pero los religiosos no dejaban
entrar sino las personas mas espirituales ; porque el santo
-nogustaba de estas visitas, por estar lodo ocupado en
prepararse á la muerle, haciendo muchos aclos de contrición
y rogando á lodos le encomendasen á Dios en
aquella hora, como si entonces comenzara á servirle: [tan
penetrado estaba del temor de la muerte, y de la cuenta
estrecha que habla de dar á Dios de toda su vida! Lo que
era mucho de admirar en un hombro de tan sania vida, y
que habla sido ilustrado de Dios con el don de una contemplación
sublime, con el de hacer mihigros, el de
profecía, el de conocer los secretos del corazón y de otros
semejantes. Durante la enfermedad dió á sus hijos brillantes
ejemplos de todas las virtudes, singularmente de una
invencible paciencia, no quejándose de sus males, antes
eslimándolos como una misericordia de Dios; recibió
con singular devoción los sacramentos, y dando la bendición
á s;is hijos, exhortándoles al ejercicio de lodas las
viilndes, pronunciando los dulcísimos nombres de Jesús
y María, fijó los ojos en un devoto crucitijo, y diciéndolo
sus hijos la recomendación del alma, al llegar á aquellas
palabras: mífts aíi/ue/eí'ítDMS, ele. lleno de confianza en
la divina misericordia, espiró plácidamente á 14 de juilio
de 1614.
Beatificó á san Camilo Benedicto XIV, en el año 1 Ti2, y
después en el de 1746 le puso en el catálogo de los santos:
para su beatificación aprobó los dos milagros siguientes.
El primero se obró con una doncella de la ciuilad de Viterbo,
á la cual habiéndola nacido repentinamente en las
narices un enorme y maligno pólipo, y permaneciendo en
ellas tenazmente siete meses, habiendo salido inúíiles los
cáusticos y cauterios de fuego, que se le aplicaron para curarla
, solo con ponerla dentro de las narices dos hilos de
la camisa del santo, en el espacio de una sola noche quedó
perfectamente curada , y las narices, que se la habian
puesto muy disformes, quedaron en su estado natural sin
la menor deformidad.
El segundo acaeció con Catalina Dondula, preñada de
seis meses; la cual siendo acometida de un cúmulo de varias
enfermedades peligrosas, á saber, de la calenlura maligna,
inflamación de la pleura y del pulmón, y de una
llaga que se la habla hecho en la garganta, y hallándose
reducida, según dictamen de los médicos, al extremo de