Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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sor al glorioso Miguel, arcángel, como ántes le habla
dado á la sinagoga, así también ha querido en diversos
lugares y tiempos obrar cosas maravillosas, por intercesión
y ministerio de esto bienaventurado príncipe de
la Iglesia , para que todos los fieles sepan que están debajo
de su protección, le sean muy devotos y acudan á él en
sus trabajos y necesidades. En las historias eclesiásticas
leemos varias apariciones de san Miguel, arcángel, y muchos
templos en su memoria consagrados al Señor, así
en Oriente como Occidente. En Roma Bonifacio, papa,
edificó una iglesia á honra do san Miguel, arcángel, en
lo mas alto de aquel edificio, que llamaban: Moles Adriani,
y hoy se llama «el castillo de San Angelo :» otra se hizo
junio á la Pesquería; y otra fabricó en el Vaticano, León,
papa IV;, después que venció á los sarracenos. De una
aparición mas antigua de san Miguel, hecha en Roma,
hace mención Crepanio Floro, antiquísimo poeta : de otras
de Francia escribe Sigiberto; y Sozomeno y Nicéforo refieren
una muy señalada que sucedió cerca de Constanlinopla,
donde se edificó un solemne templo en honra de
san Miguel, y Dios obró en él grandes milagros. Y los
griegos celebran otra aparición muy insigne junto á la
ciudad de Rodas : y en tiempo de Diocleciano, emperador,
hubo en Bilhinia iglesia de San Miguel: y Justiniano,
emperador, le dedicó seis, como lo escribe Procopio: porque
san Miguel es principe universal de la Iglesia, quiso
nuestro Señor, que todas las partes de ella-sintiesen su
patrocinio, y recibiesen muchos y muy continuos beneficios
por su mano. Pero la mas ilustre y mas señalada
aparición, es laque hoy celebra la santa Iglesia, y sucedió
en el monle Gargano, que hoy llaman el monte de San
Ángel, en la provincia de la Pulla, del reino deNápoles,
junio á la ciudad de Siponto, que hoy se dice Manfredonia;
y de este monte , llamándole Gargano, Virgilio
y Lucano hacen mención. La aparición fué de esta manera.
Siendo sumo pontífice Gclasio , primero de este nombre
, que lo comenzó á ser el año de 492 , un hombre
rico que se llamaba también Gargano, tenia grandes
manadas de ganado mayor, y de una de ellas un toro se
desmandó. Buscáronle algunos dias, y al cabo de ellos le
hallaron dentro de una cueva; tiráronle una saeta, la cual
se volvió del medio del camino, contra el que le habia
tirado y le lastimó. Turbáronse los presentes, y asombráronse,
entendiendo que allí habia algún secreto y oculto
misterio. Acudieron al obispo Sipontino, para que le declarase.
El obispo mandó que lodos ayunasea ó hiciesen
oración por tres dias, para invocar la gracia del Señor;
y al cabo de ellos le apareció san Miguel, y le declaró
que aquel lugar donde se babia recogido el loro, estaba
debajo de su tutela, y que la voluntad de Dios era, que
en aquella cueva se fabricase un templo en bom a suya y
de todos los ángeles. El obispo, acompañado de lodo el
pueblo y clero, fué á la cueva, á la cual halló muy acomodada
para templo : y celebrando en ella los oficios
divinos, la consagró en honra de san Miguel; por cuyos
merecimientos ha obrado Dios nuestro Señor después
acá muchos milagros en aquel templo, mostrando que se
sirve, de que san Miguel sea en él reverenciado; y á esta
causa ha sido siempre tenido por un santuario de gran
concurso y devoción: y leemos que san Romualdo, fundador
de la orden Camaldula, ordenó á Otón, emperador, que
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fuese en romería á pié y descalzo desde Roma al monte
Gargano, á visitar este templo de San Miguel, en penitencia
de haber mandado ó consentido matar á Crescencio,
hombre principal, habiéndole dado ántes su palabra que
no le malaria : la cual penitencia cumplió el emperador,
como lo escribe Pedro Damián, cardenal y autor gravísimo
do aquel mismo tiempo : que es señal de la grande veneración,
que siempre ha tenido este templo de San Miguel,
y que los fieles cristianos le frecuentaban con romerías.
SAH VÍCTOR, MÁRTIR.—Imbuido en los principios fundamentales
de la religión ya desde su niñez, perseveró en
ella hasta su muerte. Fué soldado de los imperiales ejércitos,
pero no por esto desamparó la religión de Jesucristo,
por manera que obligado cuando se hallaba en Milán á sacrificar
á los ídolos de órden de Maximiano, se resistió á
obedecer, confesando siempre á Jesucristo. Esta confesión
motivó á que le apalearan; pero el Señor permitió que no
recibiera daño alguno, así como tampoco recibió lesión
alguna cuando le echaron en un baño de plomo derretido;
así es que mandaron degollarlo, consumando su glorioso
martirio, que fué el dia 8 de mayo del año 303. Fué este
santo natural de Berbería, pero sus reliquias, sepultadas
primeramente por los cristianos, fueron después colocadas
en un suntuoso templo erigido en Milán en honor suyo,
en donde se conservan todavía.
SAN ACACIO, MÁRTIR.—Era centurión en Constantinopla,
en tiempo de los dos emperadores Diocleciano y Maximiano.
Acusado de que era cristiano por el tribuno Formo,
fué cruelmente atormentado por órden de Bibiano, gobernador
de Pera, y últimamente fue degollado en Constantinopla
por órden del procónsul Hacino. Su cuerpo fué
milagrosamente conducido á Esquiladle, en donde se conserva
con gran veneración.
SAN DIONISIO, OBISPO Y CONFESOR.—Sexto obispo de Viena
en Francia, natural de Grecia, educado por los discípulos
de los apóstoles, varón de singular doctrina y de esclarecida
piedad, gdbernó aquella Iglesia desde el año 177
hasta el 197, en que murió. El papa san Víctor le escribió
varias veces sobre asuntos de disciplina, y le nombró primado
en todas las Gallas.
SAN ELADIO, OBISPO.— Fué obispo de Auxerre en Francia,
en tiempo de los emperadores Constancio y Constantino,
y de los papas Juüo y Liberio. Convirtió á muchísimos
á la fé de Jesucristo con su sabiduría y sus
ejemplos; fundó varias congregaciones de Goles que se
dedicaban á la vida de perfección; insliiuyó varios eslablecimientos
de beneficencia para los pobres y los peregrinos,
y acabó santamente sus dias en medio de su rebaño,
el año 387.
SAN PEDRO, ARZOBISPO.— Nació en el Delfinado, y desde
niño mostró lanía afición á las ciencias, que de muy poca
edad habia hecho ya grandes progresos en sus estudios.
A los veinte años tomó el hábito de los mongos cistercienses
en el monasterio de Bonevaux, fundado por san Bernardo.
Esta casa era el modelo de todas las religiosas, polla
austeridad de vida que en ella se observaba. Pedro adelantó
á todos sus compañeros en los caminos de la perfección
, y su ejemplo alentaba á cuantos le veian. Su padre
y hermanos le siguieron á la soledad , y sus parientes y
amigos quisieron también participar con él de las dulzuras
de tan santa vida. Hecho abad de aquella casa, redobló su
fervor y sus penitencias, y á su voz todos so esmeraron