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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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5 32 LA LEYENDA DE ORO.<br />

DIA 19.<br />

dióle <strong>de</strong> comer por sus manos <strong>de</strong> lo que había mandado<br />

traer <strong>de</strong> su casa, y <strong>de</strong>jóle limosna para su suslcnlo: y saliendo<br />

<strong>de</strong> allí Heno <strong>de</strong> polvo, suciedad y piojos, y diciéndoselo<br />

los criados, él con una boca <strong>de</strong> risa les respondió :<br />

Dejadlos estar; que los piojos son las perlas <strong>de</strong> los pobres.<br />

Otra vez un fraile <strong>de</strong> santa simplicidad le dijo: ¡O Señor,<br />

cuánta bom a dais vos á esta ór<strong>de</strong>n con vuestra persona<br />

! Y él con lágrimas respondió: Muy mal <strong>de</strong>cís, bermano,<br />

muy mal <strong>de</strong>cís; porque antes la ór<strong>de</strong>n me dió á mí<br />

gran<strong>de</strong> honra cuando me vistió su hábito. Y cuando posaba<br />

en los conventos <strong>de</strong> los frailes , no consentía que le<br />

a<strong>de</strong>rezasen con aparato su aposento: y una , que le halló<br />

colgado y con las armas <strong>de</strong> Francia y Sicilia, con mucho<br />

senlimienío le mandó <strong>de</strong>scolgar, diciendo á los frailes que<br />

aquel aposento no era <strong>de</strong> fraile menor; y aquella noche<br />

durmió en el suelo; y en seflal <strong>de</strong> su profunda humildad<br />

se iha con los frailes á lavar los platos <strong>de</strong> la cocina.<br />

Ofreciéndosele algunos negocios gran<strong>de</strong>s para bien <strong>de</strong><br />

la Iglesia; fué <strong>de</strong> Tolosa á Roma, don<strong>de</strong> predicó al colegio<br />

<strong>de</strong> los car<strong>de</strong>nales , y lo mismo hizo en muchos lugares <strong>de</strong><br />

Francia é llalla, y pasó los montes Pirineos, y vino á España,<br />

y anduvo por toda Cataluña , esparciendo por todas<br />

partes la palabra <strong>de</strong> Dios y los suaves olores <strong>de</strong> la vida<br />

apostólica, y consagró la iglesia <strong>de</strong> San Francisco <strong>de</strong> frailes<br />

menores <strong>de</strong> Barcelona. Después volvió á Tolosa, y con<br />

sor tan excelente y tan ejemplar prelado en todo, no reposaba<br />

su espíritu, ni se aquietaba; ánlos siempre andaba<br />

pensando como se podía librar <strong>de</strong> aquella gran<strong>de</strong>za y <strong>de</strong><br />

la sarga obispal, para ser <strong>de</strong> veras fraile menor, y vivir y<br />

morir en aquel pebre y bienaventurado estado. Andando<br />

con estas ansias y encendidos <strong>de</strong>seos, <strong>de</strong>terminó ir á Roma<br />

otra vez, y echarse á los piés <strong>de</strong> su santidad y suplicarle<br />

que le quitase la carga <strong>de</strong> obispo que le había dado,<br />

mas fué nuestro Señcr servido, que llegando á una villa<br />

<strong>de</strong>l condado <strong>de</strong> Provenía, llamada brincóla , y estando en<br />

la misma casa don<strong>de</strong> el santo varón había nacido, comenzó<br />

á enfermar gravemente, y entendió que Dios le quería<br />

<strong>de</strong>scar gar no solamente <strong>de</strong> la carga obispal, sino también<br />

<strong>de</strong> la <strong>de</strong>l cuerpo y <strong>de</strong> esta vida mortal. Confesóse <strong>de</strong>volamente<br />

, y recibió al SiMlor con gran ternura : y con estar<br />

muy flaco, se levantó <strong>de</strong> la cama y se postró en el suelo<br />

para recibirle , y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber estado en oración y<br />

silencio gran<strong>de</strong> espacio <strong>de</strong> tiempo, con una cruz en las<br />

manos, dió su bendito espíritu al que para tanta gloria suya<br />

le había criado á los 19 <strong>de</strong> agosto.<br />

Murió, según la Crónica <strong>de</strong> san Francisco, 2 part., lib. v.<br />

cap. 18; <strong>de</strong> veinte y tres aflos y seis meses; porque <strong>de</strong> catorce<br />

afíos, dice que ftié llevado á Calaluíla: siete vivió en<br />

la prisión; y <strong>de</strong>spués que salió <strong>de</strong> ella, solos dos años y<br />

casi diez meses: y esto sigue Pedro Rodulfo en su Historia,<br />

que dice murió <strong>de</strong> veinte y cuatro años: pero en la vida<br />

<strong>de</strong> esle santo, que trae Fr. Lorenzo Surío en su cuarto tomo,<br />

se escribe, que murió <strong>de</strong> treinta y tres años; y esto<br />

parece mas probable: porque no le harían obispo <strong>de</strong> veinte<br />

y un años, ni en dos pudiera hacer lo que hizo, que<br />

fué gobernar la Iglesia, irá Roma, y predicar en Italia,<br />

Francia y España, y convertir tantas almas, y lo <strong>de</strong>más<br />

que aquí queda referido. En la misma hora <strong>de</strong> su bienaventurado<br />

tránsito un fraile menor, estando en oración, vió<br />

gran multitud <strong>de</strong> ángeles, que llevaban su alma al cielo,<br />

y cantando <strong>de</strong>cían: Así se hace con los que sirven á Dios<br />

con limpieza y castidad. Lleváronle 6 enterrar en el convento<br />

<strong>de</strong> los frailes menores <strong>de</strong> Marsella: dos leguas distante<br />

<strong>de</strong> Brincóla, como el santo lo bahía mandado, y<br />

fueron vistos unos rayos <strong>de</strong> luz resplan<strong>de</strong>cientes sobre<br />

su cuerpo, y las hachas y cirios que en el camino sehabian<br />

apagado por el aire, súbitamente por si se tornaron á<br />

encen<strong>de</strong>r. Cuando le enterraron , fué visto el santo obispo<br />

en el coro <strong>de</strong> los frailes con su hábito <strong>de</strong> fraile, y allí estuvo<br />

todo el tiempo que duraron las exequias, y <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> enterrado también apareció en el altar mayor vestido<br />

<strong>de</strong> pontifical con su mitra y báculo pastoral, dándola<br />

bendición al pueblo, como solía.<br />

Muchos y gran<strong>de</strong>s milagros obró el Señor por san Luis<br />

en vida y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> muerto, para hacerle glorioso en la<br />

tierra, como le había hecho en el cielo; porque por los<br />

merecimientos <strong>de</strong> esle glorioso santo, cobraron vista los<br />

ciegos, oídos los sordos, habla los mudos , piés los cojos,<br />

salud y remedios los enfermos, y cumplimiento <strong>de</strong> sus<br />

<strong>de</strong>seos, los que le invocaban en sus necesida<strong>de</strong>s; y por<br />

estos milagros, acompañados <strong>de</strong> su sania vida, le canonizó<br />

y puso en el catálogo <strong>de</strong> los santos el papa Juan XXII,<br />

el primer ano <strong>de</strong> su pontiíicado, mandó que se celebrase<br />

su fiesta á los 19 <strong>de</strong> agosto, que es el día en que murió: y<br />

en esta bula <strong>de</strong> su cononizacion dice su santidad que resucitó<br />

seis muertos: y el P. Fr. Marcos <strong>de</strong> Lisboa, en la<br />

segunda parte <strong>de</strong> la Crónica <strong>de</strong> su or<strong>de</strong>n, libro v, cap. 1 í,<br />

dice, que porleslimonios dignos <strong>de</strong> fé se halla que resucitó<br />

otros diez muertos sin los seis que (estiíica la bula, y<br />

él refiere algunos y otros milagros gran<strong>de</strong>s, que se pue<strong>de</strong>n<br />

ver en él: yo solamente referiré brevemente tres ó<br />

cuatro.<br />

Un hombre muy <strong>de</strong>voto <strong>de</strong> san Luis tuvo <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> ir en<br />

romería á Santiago <strong>de</strong> Galicia: <strong>de</strong>spués dudando si le<br />

convenía ir, hizo oración á san Luis, y aparecióle el santo<br />

en sueños, y dijole: Toma ese báculo y esas alforjas, y<br />

vé á visitar la iglesia <strong>de</strong> Santiago, y no temas. Dispertó,<br />

y halló cabe sí el báculo y las alforjas .* levantóse; y luego<br />

fwr la mañana se partió con aquellas insignias muy alegre<br />

para Santiago, y acabó su romería y volvió á su casa<br />

sano y salvo.<br />

En una gran guerra civil que hubo en la provincia <strong>de</strong> Pulla<br />

entre la gente noble y popular, fué preso <strong>de</strong>l pueblo un<br />

hombre po<strong>de</strong>roso, y señalado en las armas, que les había<br />

hecho muchos agravios, y por esto era mal quisto y en<br />

gran manera aborrecido: nunca le quisieron soltar ni<br />

rescatar; ánles lu0go le con<strong>de</strong>naron á ahorcar, y en efecto<br />

le llevaron á la horca. Encomendóse el hombre á san Luis,<br />

suplicándole <strong>de</strong>votamente que le librase <strong>de</strong> tan gran peligro<br />

y <strong>de</strong>shonra, prometiendo que si le libraba, iría <strong>de</strong>scalzo<br />

á visitar su santo sepulcro á Marsella, pidiendo limosna<br />

en hábito pobre y humil<strong>de</strong>. Fué cosa maravillosa<br />

que poniéndole la soga al cuello y atándola <strong>de</strong> la horca,<br />

y quilándole la escalera , se quebró la soga, y cayendo<br />

quedó sano sin alguna lesión. Tomaron otra soga mas<br />

recia y tornáronle á colgar; pero también esta segunda<br />

soga se quebró y quedó sano como <strong>de</strong> primero; y lo<br />

mismo sucedió la tercera vez con una soga mucho mas<br />

recia: y quedando lodos admirados y conociendo que<br />

aquel era milagro, el caballero les dijo: Señores, en vano<br />

trabajáis; porque sabed que el bienaventurado san Luis<br />

me guarda, á quien yo tengo hecho voto: y con esto le<br />

<strong>de</strong>jaren, y él cumplió su voto y veló sobre la sepultura

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