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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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312 LA LEYENDA DE ORO.<br />

á Dios y al glorioso san Odón, su siervo. Eran tantos los<br />

milagros que por esle glorioso santo obraba Dios, que no<br />

solo la fama <strong>de</strong> ellos se extendió por todas las tierras <strong>de</strong> los<br />

Pirineos, sino que sus maravillas tenian llena <strong>de</strong> espanto,<br />

asombro y <strong>de</strong>voción á toda España y Francia; porque su<br />

sepulcro era un hospital general <strong>de</strong> los ciegos, cojos,<br />

mancos, mudos, en<strong>de</strong>moniados y ólros enfermos <strong>de</strong> diversas<br />

enfermeda<strong>de</strong>s que acudían á pedirle favor, y todos<br />

le hallaban. Sucedió una vez, que estando el procurador<br />

y portero <strong>de</strong> la iglesia, para encen<strong>de</strong>r la lámpara <strong>de</strong>l<br />

sepulcro <strong>de</strong> san Odón que sehabia apagado; en presencia<br />

<strong>de</strong> lodos los que allí se hallaban, que eran muchos, bajó<br />

una luz <strong>de</strong>l cielo, y la encendió con gran<strong>de</strong> espanto <strong>de</strong><br />

todos los que el prodigio vieron y refirieron. Al fin seria<br />

nunca acabar, si hubiéramos <strong>de</strong> referir todos los milagros<br />

que se bailan auténticamente escritos, con ser así infinitos<br />

aquellos, cuya memoria se ha perdido por <strong>de</strong>scuido <strong>de</strong><br />

los antiguos : hasta saber que así como Dios es admirable<br />

en sus santos, lo es en el gloriosísimo san Odón : por<br />

cuya intercesión su divina Majestad nos conceda su gracia.<br />

Amen.<br />

EL BEATO LORENZO PE BRINDIS.—Nació Lorenzo en la<br />

ciudad <strong>de</strong> Brindis, <strong>de</strong>l reino <strong>de</strong> Ñapóles, en el año 1359.<br />

Guillermo Rosi é Isabel Másela fueron sus padres, ambos<br />

<strong>de</strong>. las familias mas nobles <strong>de</strong> aquella ciudad. En el<br />

bautismo le pusieron el nombre <strong>de</strong> Julio César, que mudó<br />

en el <strong>de</strong> Lorenzo, cuando vistió el hábito religioso. Apenas<br />

había cumplido cuatro años, cuando pidió con muchas<br />

instancias á sus padres le vistiesen el hálito <strong>de</strong> los<br />

frailes menores conventuales; y ellos no solo le vistieron<br />

este hábito, sino que le pusieron en el convenio que estos<br />

religiosos tienen en dicha ciudad, para que aprendiese <strong>de</strong><br />

ellos las letras y la virtud. Pero tuvieron poco que trabajar<br />

aquellos religiosos en la educación <strong>de</strong> nuestro Lorenzo;<br />

porque toda su inclinación aun en tan tiernos años<br />

era á la virtud y á los ejercicios <strong>de</strong> <strong>de</strong>voción : asistía al<br />

tremendo sacrificio do la misa con tal recogimiento, mo<strong>de</strong>stia<br />

y atención, que edificaba á todos : gustaba mucho<br />

<strong>de</strong> oír los sermones, y los escuchaba con un cuidado tan<br />

atento, que no solo retenia fácilmente en la memoria lo<br />

que<strong>de</strong>cia el predicador, sino quocopiaba todassnsacciones;<br />

y juntando otros muchachos, y poniéndose en un lugar<br />

eminente, lo repetía con edmirablc propiedad y viveza:<br />

su mae.itro le coraponia algunos discursos morales, y él<br />

los aprendía con mucha facilidad, y <strong>de</strong>cía <strong>de</strong>spués con<br />

tanta gracia que los mismos religiosos gustaban <strong>de</strong> oírle,<br />

y se los hacían predicar en el capítulo para que todos tuviesen<br />

esta satisfacción. El arzobispo, que supo la gracia<br />

con que nuestro Lorenzo predicaba, quiso también oírle,<br />

y fué á este fin á la pieza <strong>de</strong>l capítulo, y le gustó tanto el<br />

discuto, que quiso predicase en su catedral, como lo ejecutó<br />

muchas veces con aplauso y edificación universal <strong>de</strong>l<br />

concurso numeroso que acUdia á oirle: cosa á la verdad<br />

muy extraordinaria y apartada <strong>de</strong> las reglas comunes <strong>de</strong><br />

ia Iglesia, mas digna <strong>de</strong> admirarse que <strong>de</strong> imitarse. No<br />

gastaba inúíiimenfe el tiempo nuestro Lorenzo en sus tiernos<br />

años, pues todo lo empleaba, ó en el estudio, ó en la<br />

oración, ó en otros ejercicios <strong>de</strong>votos. Continuó este tenor<br />

<strong>de</strong> vida hasta que rayó en los catorce años <strong>de</strong> edad; y entonces<br />

habiendo fallecido su padre, quiso su madre que<br />

volviese á su casa , para que la hiciera compañía y cuidase<br />

<strong>de</strong> los negocios domésticos. Pero nurstro virtuoso<br />

DIA 7.<br />

jóven, que <strong>de</strong>seaba seguir los esludios, no quiso con<strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r<br />

á sus <strong>de</strong>seos, y para librarse <strong>de</strong> las súplicas é instancias<br />

con que le molestaba para que saliese <strong>de</strong>l convento<br />

y se restituyese á su casa, con consejo <strong>de</strong> los padres<br />

conventuales se partió secretamente á la ciudad <strong>de</strong> Yenecia<br />

en busca <strong>de</strong> un lio suyo llamado don Pedro Rosi,<br />

sacerdote <strong>de</strong> vida muy ejemplar, que era cura y rector<br />

<strong>de</strong>l colegio <strong>de</strong> San Marcos, don<strong>de</strong> se educaban muchos<br />

jóvenes en todo género <strong>de</strong> virtu<strong>de</strong>s y letras : llegado felizmente<br />

á Yenecia, yió á dicho su lio , y arrodíllado'á sus<br />

piés le pidió su bendición, diciéndole era su sobrino. El<br />

buen sacerdote con mucho regocijo le levantó y estrechó<br />

cariñosamente entre sus brazos , dando gracias á Dios <strong>de</strong><br />

haberle traído á su casa un sobrino <strong>de</strong> tanto mórilo : iba<br />

aun nuestro Lorenzo vestido <strong>de</strong> religioso ; pero reflexionando<br />

el tío la nota que causaria en la ciudad el ver un<br />

muchacho <strong>de</strong> catorce años con estos hábitos , se los hizo<br />

<strong>de</strong>jar y le vistió <strong>de</strong>l hábito clerical. Luego escribió Lorenzo<br />

á su madre una carta muy atenta y humil<strong>de</strong>, en la cual<br />

la daba cuenta <strong>de</strong> la resolución que había lomado, y la<br />

pedia perdón <strong>de</strong>l di gusto que con ella la hubiese dado.<br />

En la casa <strong>de</strong> su lio tuvo nuestro beato un tenor <strong>de</strong> vida<br />

muy admirable : dormía poco, y esto sobre la tierra, y<br />

sin <strong>de</strong>snudarse jamás : traía á raíz <strong>de</strong> las carnes un áspero<br />

cilicio : todas las noches tomaba una sangrienta disciplina<br />

: ayunaba li es días en la semana , en los cuales no<br />

tomaba mas que pan yagua, y en los <strong>de</strong>más días solo<br />

añadía yerbas, frutas ó alguna ensalada: era sumamente<br />

humil<strong>de</strong> y obediente á sus maestros y á su lio , oyendo<br />

siempre <strong>de</strong> rodillas las amonestaciones y coireccionos<br />

que esle á veces le daba: era exaclísimo en el silencio y<br />

<strong>de</strong> tan rara mansedumbre , que nadie le vió jamás enfadado<br />

ni colérico , y aun en las dispulas escolásticas cedía<br />

fácilmente para evitar altercaciones. Sobre lodo era aficionadísimo<br />

á la sania oración, y oraba con tal recogimiento,<br />

que no se distraía ni se le iba su imaginación á<br />

otros objetos, favoreciéndole tan particularmente Dios<br />

nuestro Señor en este divino ejercicio, que los familiares<br />

ic hallaban en el oratorio algunas veces postrado en tierra,<br />

<strong>de</strong>rramando tantas lágrimas, que corrían por el suelo;<br />

otras, enajenado <strong>de</strong> los sentidos, sudando copiosamente;<br />

y en algunas ocasiones le hallaban extático y tan fuera <strong>de</strong><br />

los sentidos, que aunque le daban voces y le movían, nada<br />

oía ni sentía; pero á la menor insinuación <strong>de</strong> su lio<br />

luego recobraba los sentidos, como si dispertara <strong>de</strong> un<br />

sneño apacible. En este seminario concluyó Lorenzo los<br />

esludios <strong>de</strong> filosofía, y su lio le aplicó á la facultad <strong>de</strong> los<br />

sagrados cánones, y con su vivo ingenio y mucha aplicación<br />

hizo tales progresos en las letras, que era el asombro<br />

<strong>de</strong> todos. Sucedió en esle tiempo que habiéndose embarcado<br />

para volverse <strong>de</strong>l convento <strong>de</strong> los padres capuchinos<br />

á su colegio <strong>de</strong> San Márcos, so levantó <strong>de</strong> improviso<br />

tan furiosa tormenta, que todos los que iban en la<br />

embarcación se daban por perdidos; pero nuestro Lorenzo<br />

quitándose un agnus que llevaba en el pecho, hizo con<br />

él una cruz en el agua , y con esto se sosegó al momento<br />

aquella tormenta. Tenia nuestro beato mucha afición á los<br />

padres capuchinos : visitábales frecuentemente en su<br />

convento que llaman <strong>de</strong>l Re<strong>de</strong>ntor, y con licencia <strong>de</strong>l lio<br />

que gastaba mucho <strong>de</strong> verle tan inclinado á esta santa<br />

religión, se quedaba muchos días en dicho convento; levantándose<br />

á maitines, asistiendo á las horas canónicas.

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