Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

260 LA LEYENDA DE OKO. CÍA 25
actual. Sobre su tumba levantóse después una iglesia, y
sus reliquias se guardan todavía en ella con grandísima
veneración.
SAN SIMPLICIO, OBISPO Y CONFESOR.—Este santo, que
florecía en el siglo IV, era de una familia noble y rica, y
se casó en su juventud con una mujer que á su ilustre nacimiento
unia también las mas bellas virtudes. Ambos vivieron
en perfecta continencia, aunque en el exterior se
portaban como dos personas casadas; ambos se hallaban
animados de una misma caridad y de sin igual celo por
los varios ejercicios de la piedad cristiana. Al vacar la silla
episcopal de Aulun, Simplicio fué de común acuerdo elegido
para ocuparla, y como su esposa no quiso separarse
de él, como se acostumbraba siempre en semejantes casos,
el pueblo se escandalizó de semejante conducta. El ciclo
obró entonces un prodigio para manifestar que los dos esposos
vivian unidos como hermanos, y la opinión pública
se cambió en veneración y aprecio. Otro milagro obrado
por el santo obispo abrió los ojos á un gran número de
paganos, y les hizo abandonar para siempre el culto de
Cibeles, que estaba entre ellos en una veneración singular.
Ignórase de fijo el año de la dichosa muerte de san
Simplicio : créese solamente que murió un dia 2 í de junio,
por estar continuado en tal dia en los mas antiguos Maríirologios.
SAN FAÜSTO Y OTROS VEINTE Y TRES coMPAÑEaos MÁUTÍUES.
—Acusado Fausto de no querer adorar á los ídolos ante el
prefecto de la ciudad de Roma, fué condenado á muerte
juntamente con otros veinte y tres compañeros, que todos
derramaron su sangre, el dia ti de junio del año 250,
reinando Decio.
SAN TEODLI-FO , OBISPO Y CONFESOR.—Natural de las Calías
, y educado en el sanio temor de Dios, fué Teodulfo
espejo de santidad en el claustro y modelo de pastores en
la silla episcopal. Pasó su juventud en el monasterio de
Loubes, del cual fué nombrado abad , por el ascendiente
que le daban sobre todos su sabiduría y eminentes virtudes.
Mientras él gobernó aquella casa religiosa, vióse
en ella florecer de tal modo la religión , que parecía un
semillero de santos, de modo que de ella salieron una
porción de pastores para la Iglesia de Francia , que están
hoy colocados sobre los altares. Teodulfo fué elegido obispo
del mismo territorio de Loubes , conservando la abadía
de su monasterio , y fué tanta la fama de su ciencia y
santidad, que muchas veces los reyes de Francia lo llamaron
á su córle para consultarlo. En sus viajes so vió
obligado á ocultar su verdadero nombre para sustraerse á
las adoraciones del pueblo, y h pesar de esto fué tan humilde
y tan sencillo, que en medio de su rebaño no se desdeñaba
de los oficios mas bajos, para servir y ser útil á
sus ovejas. Poseyó el don de profecía y de milagros, y
murió santamente en el mismo monasterio de Loubes, el
dia 24 de junio del año 6T6. Su nombre se halla continuado
en el catálogo de los arzobispos de Reims; pero no se
sabe cuándo lo fué, ni que dejase nunca su obispado. La
disciplina monástica en Francia debe á este santo muchos
escritos luminosos, para el buen arreglo y dirección de los
monasterios.
SAN JUAN, LLAMADO TERESTES, ERMITAÑO Y CONFESOR.—
Natural de Galicia en España , de padres virtuosos, recibió
desde la cuna una enseñanza enteramente cristiana.
En su tiempo dominaban los moros en su patria, y deseando
consagrarse á Dios de todo corazón y apartarse
de las abominaciones que á su vista se cometían , dejó secretamente
la casa paterna y se encaminó á un desierto»
donde después pasó toda su vida. Entregado á la contemplación
de las cosas celestiales, su único alimento consistía
en yerbas y agua pura; sus delicias eran la meditación
y la soledad, y nunca salió de ella mas que para asistir
una vez al año á los santos misterios en la iglesia mas
próxima. Después de cuarenta y dos años, empleados en
las austeridades y privaciones de esta vida, llegó la hora
de ser llamado á la patria de las recompensas: los ángeles
asistieron á su dichoso tránsito, y después de su muerte,
revelaron el sitio en donde estaba á un virtuoso siervo de
Dios, que luego hizo pública la noticia. Gran multitud de
personas de todas edades y condiciones acudieron á la
cueva, donde estaba aun el santo cadáver, y por los milagros,
de que todos fueron testigos, conocieron que aquel
era efectivamente el santo que los ángeles habian revelado.
San Juan murió á fines del siglo IX, y desde entonces
es venerado con grandísima devoción en los reinos de Galicia
y de Portugal,
DIA rs.
SAN MÁXIMO , OBISPO DE TDRIN.—San Máximo fué natural
de Turin. Sus virtudes fueron tantas , que desde su
primera edad hasta el fin de su vida, parece que cada dia
nacían y comenzaban. En sus tiernos años fué ya en todas
sus cosas perfecto. En su mocedad vivió en el mundo con
hábito seglar; aunque en su intención siempre estaba
fuera del mundo. Después dejólo del todo con las cosas,
que saben á él, pareciéndole que las propias virtudes y el
ornamento de la alma no se pueden esclarecer de otra
manera, y saliéndose de su tierra, fuése ála isla de Eras,
que es cabo de Marsella, y lomó el hábito de monge, y
poniendo sobre sus hombros la cruz del Señor, se ejerciió
maravillosamente en su servicio con los demás monges de
aquel famoso monasterio, los cuales: viendo sus grandes
prendas, lo eligieron por su abad y pastor. Con este oficio
rigió el moaaslerío siete años, ensenando con su doctrina
y ejemplo á los devotos monges, y con su fama y santidad
conservaba y aumentaba cada día el rebaño ofrecido
ánuestio Señor. Tenia grandes guerras y contiendas con
sus pensamientos y con los demonios, y en todas sus tentaciones
y batallas salía vencedor. Después fué elegido
por obispo de su patria , y entonces resplandecieron mas
las virtudes, con que en el monasterio se había enriquecido
, representando en sí una imágon expresa de santidad.
Con su severidad se hacia temer y con su benignidad reverenciar.
Con su mansedumbre y humildad templaba su
aulorídad, porque su vista amenazaba. De todos era respetado
y acatado, y era tanta la gente que acudía á visitarlo
y verlo, que recibiendo de ello fastidio, se escondía.
Al fin lo buscaban y le hacían asistir en su iglesia, y que
aprovechase á todos con su presencia. Era templado en la
honra, pobre en el dinero y rico en la conciencia. Humilde
para los que lo merecían, y severo para los viciosos y
colmado de los bienes de Dios. Así se ejercitaba en cualquier
ejercicio, como si no hubiera mas que aquel. Como
había hecho el oficio de prelado, siendo abad; siendo
prelado y obispo, hacía y cumplía el oficio de abad:
de nada tenia mas cuidado que de la lección, predi-