Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

i)iA M. AGOSTO.
gos hace nn bailo elogio de las virtudes do este santo,
LA CO.NMUMOíl ACION DE MUCHÍStMOS SANTOS SI Á BU RES DK
ALEJANDRÍA.—Fué tan grande la crueldad que el gobernador
de esta ciudad , llamado Emiliano, ejerció contra
los cristianos en tiempo del emperador Valeriano, que
la Iglesia no pudo recoger los nombres de todos los que en
un mismo dia fueron conducidos al martirio , y celebra hoy
su memoria , recordándolos lodos juntos. Empleáronse
contra ellos toda especie de suplicios,y después de haberlos
atormentado atrozmente, todos recibieron la corona
del martirio con diverso genero de muerte.
SANTA ASTERIA J VÍRGEN Y MÁRTIR.—Era hermana de santa
Grata, y como ella vivia consagrada á Jesucristo , cuando
los emperadores Dioeleciano y Maximiano publicaron
sus sanguinarios edictos contra la Iglesia de Dios. Las dos
santas dieron sepultura al cuerpo del mártir san Alejandro,
y Asteria !e dió también al de santa Grata. Pocos dias después
fué presa por ser cristiana, y atormentada con diverso
género de martirios ; pero no cedió por esto en su
constancia: al contrario aumentándose cada vez mas su
caridad y su fervor , sufria con un gozo indecible los tormentos
, hasta que al fin siendo degollada, voló á unirse
con su celestial Esposo. Su martirio sucedió en Bérgamo,
ciudad de Ilaüa, que la venera ahora por palrona.
LAS SANTAS BASA, PAULA Y AGTÓNICA, VÍRGENES Y MÁR­
TIRES. —Sábese tan solo que derramaren su sangre por la
fé de Jesucristo en la ciudad de Cartago > durante el imperio
de Dioeleciano y bajo el presidente Daciano.
DIA ti.
SAN TIBURCIO , MÁRTIR. — Entre los otros nobles y caballeros
romanos, que el glorioso mártir san Sebastian convirtió
á la fé de Jesucristo nuestro Redentor, fué Cromacio
prefecto de la ciudad de Roma , de sangre ilustrísima,
de riquezas y familia poderosa : el cual habiendo sabido
que Tranquilino, padre de los mártires san Marcos y san
Marceliano,sc habia hecho cristiano, y por medio del santo
bautismo quedado libre de una enfermedad trabajosa y dolorosa
de gola; con deseo de verse libre do otra semejante
que 61 padecía, y enseñado de san Sebastian, renunció
toda la grandeza y regalo que tenia en el siglo, y se sujetó
al suave yugo del Sefior, y se hizo cristiano él y sus
criados esclavos, varones y mujeres, que eran en número
de mil y cuatrocientas personas. Repartió entre ellos Cromacio
parle de sus riquezas, y dió á los esclavos libertad,
diciendo: que pues tenian á Dios inmortal por padre, no
babian ya de ser siervos de hombre mortal. Tenia Ci omacio
un hijo Mamado Tiburcio, mozo de grandes esperanzas,
de alto y delicado ingenio, bien enseñado en todas ¡asieras
, de lindo aspecto y suave condición: siguió el hijo al
Padre en abrazar la fé de Cristo, y siguióle con lanío fer-
Voi', que se señaló mucho enlre los otros crislianos, y por
$ obró Dios muchos milagros. Uno fué que pasando por
Uoja calle, vió á un mozo que habia caido de un lugar alto,
5' de la caida habia quedado lan quebrantado, y tan mal
Parado, que ya sus padres trataban mas de sepultarle, que
(,e curarle. Llegóse á ellos Tiburcio, y díjoles: Dadme
togW que le hable una palabra, que podrá sor que cobre
salud: y el sanio dijo sobre el mozo la oración del Palor
nosler y el Credo, y con eslo el herido quedó sano. Con
p^a ocasión el hijo y los padres, á persuasión do san Ti-
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burcio, se hicieron crisiianos, y ó ios llevó al santo papa
Cayo, del cual fueron bautizados. A mas de eslo era san
Tiburcio muy caritativo y muy zeioso, y deseoso que todos
los cristianos resplandeciesen en su vida, y fuesen adornados
en todo género de virtudes, para que Dios fuese cu
ellos glorificado, y los gentiles, viéndolos tan modestos y
ejemplares por la santidad de la vida , entendiesen la excelencia
de la religión que profesaban. Habia entre ¡os
crislianos un falso y engañoso llamado Torcuato, que no
vivia con las costumbres de cristiano y siervo de Dios,
sino con las del siglo y de los gentiles: Iraia cópele en la
cabeza y el cabello muy peinado: dábase á juegos y convites:
entreteníase con mujeres, y gustaba de verlas bien
aderezadas: no ayunaban! rezaba : era dormilón, y álas
mañanas cuando los otros crislianos en los oratorios é iglesias
canlaban himnos y alabanzas al Sefior, comunmente
él fallaba. Reprendíale á menudo san Tiburcio de estos vicios,
con deseo de que los enmendase, y que así como
tenia el nombre tuviese la vida de cristiano : y aunque
Torcuato (por ser Tiburcio persona (an ünslre y de lanías
parles) en la apariencia de fuera disimulaba, y le daba
muestras que le agradaba que así le amoneslase y corrigiese
; todavía como la raiz y corazón estaba inficionado,
dentro de sí se carcomía y concebia grande rencor y aborrecimiento
contra el santo: y para vengarse de él le acusó
delante del prefecto Fabiano, de que era cristiano: y
para que no se enlendiefb que él habia sido el acu •
sador, dió traza con el prefecto que los hiciese prender
juntos por cristianos , á él y san Tiburcio : que
de estas marañas y embustes suele usar la malicia humana
para salir con sus intcnlos. Fueron presos los dos
Tiburcio y Torcuato: el santo y el pecador: el cristiano
verdadero y fervoroso, y el doblado y fingido; y llevados
delante del prefecto Fabiano, preguntó á Torcuato, ¿cómo
se llamaba? ¿y qué religión profesaba? Y él respondió
que se llamaba Torcuato, y que era cristiano: que Tiburcio
era su maestro ; y que él habia hecho lo que le habia
visto hacer, y que eso mismo pensaba hacer adelante.
Entonces Fabiano dijo á Tiburcio: ¿Oyes lo que Torcuato
ha dicho? Tiburcio respondió: Dias ha que Torcuato dice
que es cristiano; mas sus obras no son de cristiano : porque
es hombre dado á deleites: cuida del cabello como
mujer: usa de comidas regaladas: entretiénese en juegos;
y tiene pláticas con mujeres nó de buena fama, y haco
otras cosas mal hechas: Cristo no se precia de semejaníes
monstruos. Finalmente, después de varias pláticas que
tuvieron entro sí, el juez mandó sembrar una pieza de
carbones encendidos, y dijo á san Tiburcio, ó que echase
sobre olios incienso para sacrificar á los dioses, ó con los
pies descalzos se pascase por ellos. San Tiburcio hizoluego
la señal de la cruz, y con los piés descalzos paseóse sobro
las brasas como si pisara rosas: y admirándose de ello el
juez, le dijo el santo: Deja ya tu obstinación é infidelidad, y
confiesa que Cristo es Dio? verdadero, á quien están sujclas
todas las criaturas: y sino pon la maneen un caldero
de agua hirviendo, é invoca á Júpiter que tienes por dios;
y verás si el agua te quema : que yo en el nombre
de na Señor Jesucristo no sienlo el fuego , y estas
brasas me parecen flores; porque toda criatura obedece
á su Criador. Aquí enojado el prefecto, dijo:
¿ Quién ignora que este vuestro Cristo os enseñó eí
arte mágica, y que todos los cristianos sois encantadores?