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milagro extraño, ysemejanleal que cuentan los historiadores<br />
eclesiásticos y san Agustín y san Juan Damasccno, do<br />
Cristo, que no lo pudo retratar el pintor que envió el rey<br />
Abagaro para esto solo: porque junto con la majestad <strong>de</strong>l<br />
rostro mudaba san Ignacio tantas formas y semblantes,<br />
que el pintor no pudo dibujar nada. Por su humildad se<br />
estuvo a fio y medio preparando <strong>de</strong> dia y <strong>de</strong> noche con increíble<br />
cuidado y atención <strong>de</strong> espíritu, para <strong>de</strong>cir la primera<br />
misa, hallándose siempre indigno <strong>de</strong> aquel acto, con<br />
conocer en si tantos favores <strong>de</strong> Dios, como hemos dicho.<br />
Fiaba do esta virtud el buen suceso <strong>de</strong> todas las ocupaciones<br />
<strong>de</strong> la Compañía: y así cuando fuéron el padre Lainez<br />
y el padre Salmerón al concilio Tri<strong>de</strong>ntino, enviados <strong>de</strong>l<br />
papa por teólogos <strong>de</strong> su santidad, y cuando fuéron el mismo<br />
padre Salmerón, y padre Pascasio por nuncios apostólicos<br />
<strong>de</strong> Ilibeiiiia, y cuando envió á san Francisco Javier<br />
y al padre Simón Rodríguez á Portugal, <strong>de</strong>seados mucho<br />
<strong>de</strong>l rey; Ies mandó que antes <strong>de</strong> hacer otra cosa , hiciesen<br />
por las calles la doctrina, sirviesen los hospitales y<br />
viviesen <strong>de</strong> limosna ; y que <strong>de</strong>spués cumpliesen sus ministerios.<br />
Ilustró su humildad con la paciencia, con que llevó tanlas<br />
persecuciones, escarnios, testimonios falsos, acusado,<br />
perseguido en Sevilla , Alcalá, Salamanca, París y Roma<br />
, maltratado en cárceles, no mas que por hacer bien;<br />
mas todo lo llevó con mucha paz y gozo, juzgándose por<br />
indigno <strong>de</strong> bien alguno, y merecedor <strong>de</strong> todos los males.<br />
A los que estorbaban sus injurias y afrentas, les rogaba<br />
instantáneamente no le impidiesen su bien : hacia gracias<br />
á sus calumniadores, premiándoles sus agravios con lodo<br />
el bien que podia. Como un pastorcillo <strong>de</strong>l campo viese<br />
pasar á san Ignacio tan pobre y humil<strong>de</strong>, como solia, se<br />
rió <strong>de</strong> él: el santo so <strong>de</strong>tuvo , y preguntándole otros por<br />
qué se paraba; respondió: ¿Por qué tengo <strong>de</strong> quitar á este<br />
muchacho el gusto y entretenimiento que le ha <strong>de</strong>parado<br />
Dios? recibiendo el santo mas contento con aquel <strong>de</strong>sprecio,<br />
que otros con las mayores honras <strong>de</strong>l mundo. Algunas<br />
veces, cuando comenzó á predicar por las plazas mas públicas<br />
<strong>de</strong> Roma , le tiraban los muchachos tronchos y naranjas;<br />
mas él con gran paz perseveraba en su sermón,<br />
como si fuera una estatua. Decia, que estimaba él mas<br />
todas las persecuciones que sufrió antes y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> fundada<br />
la Compañía , que todas las honras <strong>de</strong>l mundo. Preguntóle<br />
un religioso, cuál era el camino mas corto , cierto<br />
y seguro para la perfección ; yol santo respondió: Pa<strong>de</strong>cer<br />
mucho y muy gran<strong>de</strong>s adversida<strong>de</strong>s por amor <strong>de</strong> Cristo<br />
: pedid al Señor esta gracia; porque á quien él la hace,<br />
le hace muchas juntas, que en ella so encierran. Estando<br />
preso en Salamanca, y preguntándole si le era pesado<br />
estar en la cárcel; respondió: ¿Tan gran<strong>de</strong> mal os parece<br />
la cárcel? no hay en Salamanca tantos grillos ni esposas,<br />
como yo <strong>de</strong>seo por amor <strong>de</strong> Jesucristo. Su paciencia<br />
no se contentaba con llevar bien sus trabajos, persecuciones,<br />
<strong>de</strong>shonras y necesida<strong>de</strong>s; pero á imitación <strong>de</strong><br />
los apóstoles KO regocijaba en el alma , gozándose, y no<br />
cabiéndolo el corazón en el pecho <strong>de</strong> la alegría que tenia<br />
<strong>de</strong> verse digno <strong>de</strong> pa<strong>de</strong>cer por Dios.<br />
Compañera <strong>de</strong> la humildad es la castidad que en san<br />
Ignacio fué tan maravillosa, que <strong>de</strong>spués que hizo voto<br />
<strong>de</strong> ella, y le visitó la Virgen nuestra Señora , trayéndole<br />
el don ie esta virtud <strong>de</strong>l cielo, no tuvo hasta la muorle,<br />
como ya hemos dicho, mancilla alguna en su carne ni aun<br />
LA LEYENDA DE ORO. DÍA 31.<br />
en el pensamiento, con ser do natural fogosísimo. El<br />
P. Mafeo escribe, que jamás tuvo sentimiento do carne,<br />
y el P. Orlandino, que guardó su cuerpo y alma inmaculada.<br />
Tenia juntamente tanta cuenta con su pensamiento,<br />
que no sufrió en él por un momento un pensamiento ocioso<br />
, examinando cada hora su conciencia para puriíicarla<br />
mas , usando para lo mismo <strong>de</strong>l exámen particular, en<br />
que siempre se halló que aprovechaba, guar dando perfecto<br />
recogimiento <strong>de</strong> sus sentidos. Con haber alcanzado<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio <strong>de</strong> su conversión tan escclonte don do<br />
castidad , como queda referido, andaba con tanto recalo<br />
en la vista, que nunca <strong>de</strong>s<strong>de</strong> enlónces hasta el íin <strong>de</strong> su -<br />
vida miró al rostro á mujer alguna , aunque fuese muy<br />
espiritual y tratase <strong>de</strong> cosas santas, como consta <strong>de</strong> los<br />
procesos <strong>de</strong> su canonización. Testilicaron personas gravísimas<br />
, que con solo mirar á los afligidos y tentados, Ies<br />
quitaba las tentaciones y pensamientos <strong>de</strong>shonestes: y<br />
así era cosa común aconsejar á los tentados por último<br />
remedio <strong>de</strong> esta peligrosa batalla, preseniarse á vista<br />
<strong>de</strong> gan Ignacio; que en mirándole, se acababa la guerra<br />
y vivían en paz. Cuando estudiaba enRarcelona, era cosa<br />
muy ordinaria juntarse gran concurso <strong>de</strong> gente en las<br />
puertas <strong>de</strong> las casas, y asomarse á las ventanas, espciándolc<br />
en las calles por don<strong>de</strong> sabían que había <strong>de</strong> pasar,<br />
solo por verle, con intento <strong>de</strong> alentarse á la <strong>de</strong>voción y<br />
<strong>de</strong> ejercitarse á tener pensamientos castos. Con tener tan<br />
muerta la carne <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio <strong>de</strong> su conversión, que<br />
por singular favor <strong>de</strong> la Virgen, nunca la mancilló , y con<br />
ser tan dueño <strong>de</strong> todos sus afectos, como hemos dicho, no<br />
perdonó aspereza con que pudo afligirse, ayunando todas<br />
las semanas enteras, sino es el domingo, á pan y agua,<br />
que por amor <strong>de</strong> Dios recibía <strong>de</strong> limosna. Dormía en la<br />
tierra <strong>de</strong>snuda, ó en unas tablas entre las inmundicias <strong>de</strong><br />
los enfermos <strong>de</strong>l hospital; aunque <strong>de</strong> noche mas oraba que<br />
dormía, pasando las noches con su Dios. Fuera <strong>de</strong> un áspero<br />
cilicio, aíligia rigurosamente su carne con un cíngulo<br />
<strong>de</strong> bierro ó ca<strong>de</strong>na. Cada dia tres veces se disciplinaba<br />
cruelmente con ca<strong>de</strong>nas <strong>de</strong> hierro, y á imitación <strong>de</strong> santo<br />
Domingo ; andaba los piés <strong>de</strong>scalzos y la cabeza <strong>de</strong>scubierta.<br />
Después enRarcelona, cuando estudiaba, traia zapatos<br />
pero sin suelas. Dejó crecer el cabello y uñas , para<br />
satisfacer por el <strong>de</strong>masiado aliño que en su mocedad tuvo,<br />
no perdonándose en nada que le pudiese ser <strong>de</strong> tormento.<br />
Después <strong>de</strong> viejo guardó mayor severidad consigo que<br />
podia: apénas comía, perdiendo casi todo el sentido <strong>de</strong>l<br />
gusto, sin tener apetito á ningún manjar.| No se quciiiba<br />
en sus enfermeda<strong>de</strong>s, por cosa <strong>de</strong>sabrida que por inadvertencia<br />
le diesen. <strong>Los</strong> mas días <strong>de</strong>l año, siendo general,<br />
era su comida unas castañas, diciendo ser en España ordinaria<br />
comida <strong>de</strong> pobres. Castigó una vez al ministro gravemente<br />
, porque le puso en la mesa un racimo <strong>de</strong> uvas<br />
mas que á los <strong>de</strong>más, no valiéndole por excusa haberlo<br />
hecho por sus enfermeda<strong>de</strong>s y canas y autorida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> su<br />
cargo, y ser padre <strong>de</strong> todos. El aposento que escogió para<br />
vivir, siendo general, era muy tosco, estrecho, bajo y<br />
oscuro: diez palmos tenia <strong>de</strong> alto, catorce <strong>de</strong> ancho y<br />
veinte y nueve <strong>de</strong> largo. Por la caridad y salud <strong>de</strong> los prójimos<br />
no perdonaba á rigor, ya metiéndose en algunas heladas,<br />
ya ayunando, sin comer bocado por algunos días<br />
continuos, con otros gran<strong>de</strong>s trabajos.<br />
La obediencia <strong>de</strong> san Ignacio fué extremada. En el<br />
tiempu que aun no estaba formada la Compañía. cuando