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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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•46<br />

milagro extraño, ysemejanleal que cuentan los historiadores<br />

eclesiásticos y san Agustín y san Juan Damasccno, do<br />

Cristo, que no lo pudo retratar el pintor que envió el rey<br />

Abagaro para esto solo: porque junto con la majestad <strong>de</strong>l<br />

rostro mudaba san Ignacio tantas formas y semblantes,<br />

que el pintor no pudo dibujar nada. Por su humildad se<br />

estuvo a fio y medio preparando <strong>de</strong> dia y <strong>de</strong> noche con increíble<br />

cuidado y atención <strong>de</strong> espíritu, para <strong>de</strong>cir la primera<br />

misa, hallándose siempre indigno <strong>de</strong> aquel acto, con<br />

conocer en si tantos favores <strong>de</strong> Dios, como hemos dicho.<br />

Fiaba do esta virtud el buen suceso <strong>de</strong> todas las ocupaciones<br />

<strong>de</strong> la Compañía: y así cuando fuéron el padre Lainez<br />

y el padre Salmerón al concilio Tri<strong>de</strong>ntino, enviados <strong>de</strong>l<br />

papa por teólogos <strong>de</strong> su santidad, y cuando fuéron el mismo<br />

padre Salmerón, y padre Pascasio por nuncios apostólicos<br />

<strong>de</strong> Ilibeiiiia, y cuando envió á san Francisco Javier<br />

y al padre Simón Rodríguez á Portugal, <strong>de</strong>seados mucho<br />

<strong>de</strong>l rey; Ies mandó que antes <strong>de</strong> hacer otra cosa , hiciesen<br />

por las calles la doctrina, sirviesen los hospitales y<br />

viviesen <strong>de</strong> limosna ; y que <strong>de</strong>spués cumpliesen sus ministerios.<br />

Ilustró su humildad con la paciencia, con que llevó tanlas<br />

persecuciones, escarnios, testimonios falsos, acusado,<br />

perseguido en Sevilla , Alcalá, Salamanca, París y Roma<br />

, maltratado en cárceles, no mas que por hacer bien;<br />

mas todo lo llevó con mucha paz y gozo, juzgándose por<br />

indigno <strong>de</strong> bien alguno, y merecedor <strong>de</strong> todos los males.<br />

A los que estorbaban sus injurias y afrentas, les rogaba<br />

instantáneamente no le impidiesen su bien : hacia gracias<br />

á sus calumniadores, premiándoles sus agravios con lodo<br />

el bien que podia. Como un pastorcillo <strong>de</strong>l campo viese<br />

pasar á san Ignacio tan pobre y humil<strong>de</strong>, como solia, se<br />

rió <strong>de</strong> él: el santo so <strong>de</strong>tuvo , y preguntándole otros por<br />

qué se paraba; respondió: ¿Por qué tengo <strong>de</strong> quitar á este<br />

muchacho el gusto y entretenimiento que le ha <strong>de</strong>parado<br />

Dios? recibiendo el santo mas contento con aquel <strong>de</strong>sprecio,<br />

que otros con las mayores honras <strong>de</strong>l mundo. Algunas<br />

veces, cuando comenzó á predicar por las plazas mas públicas<br />

<strong>de</strong> Roma , le tiraban los muchachos tronchos y naranjas;<br />

mas él con gran paz perseveraba en su sermón,<br />

como si fuera una estatua. Decia, que estimaba él mas<br />

todas las persecuciones que sufrió antes y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> fundada<br />

la Compañía , que todas las honras <strong>de</strong>l mundo. Preguntóle<br />

un religioso, cuál era el camino mas corto , cierto<br />

y seguro para la perfección ; yol santo respondió: Pa<strong>de</strong>cer<br />

mucho y muy gran<strong>de</strong>s adversida<strong>de</strong>s por amor <strong>de</strong> Cristo<br />

: pedid al Señor esta gracia; porque á quien él la hace,<br />

le hace muchas juntas, que en ella so encierran. Estando<br />

preso en Salamanca, y preguntándole si le era pesado<br />

estar en la cárcel; respondió: ¿Tan gran<strong>de</strong> mal os parece<br />

la cárcel? no hay en Salamanca tantos grillos ni esposas,<br />

como yo <strong>de</strong>seo por amor <strong>de</strong> Jesucristo. Su paciencia<br />

no se contentaba con llevar bien sus trabajos, persecuciones,<br />

<strong>de</strong>shonras y necesida<strong>de</strong>s; pero á imitación <strong>de</strong><br />

los apóstoles KO regocijaba en el alma , gozándose, y no<br />

cabiéndolo el corazón en el pecho <strong>de</strong> la alegría que tenia<br />

<strong>de</strong> verse digno <strong>de</strong> pa<strong>de</strong>cer por Dios.<br />

Compañera <strong>de</strong> la humildad es la castidad que en san<br />

Ignacio fué tan maravillosa, que <strong>de</strong>spués que hizo voto<br />

<strong>de</strong> ella, y le visitó la Virgen nuestra Señora , trayéndole<br />

el don ie esta virtud <strong>de</strong>l cielo, no tuvo hasta la muorle,<br />

como ya hemos dicho, mancilla alguna en su carne ni aun<br />

LA LEYENDA DE ORO. DÍA 31.<br />

en el pensamiento, con ser do natural fogosísimo. El<br />

P. Mafeo escribe, que jamás tuvo sentimiento do carne,<br />

y el P. Orlandino, que guardó su cuerpo y alma inmaculada.<br />

Tenia juntamente tanta cuenta con su pensamiento,<br />

que no sufrió en él por un momento un pensamiento ocioso<br />

, examinando cada hora su conciencia para puriíicarla<br />

mas , usando para lo mismo <strong>de</strong>l exámen particular, en<br />

que siempre se halló que aprovechaba, guar dando perfecto<br />

recogimiento <strong>de</strong> sus sentidos. Con haber alcanzado<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio <strong>de</strong> su conversión tan escclonte don do<br />

castidad , como queda referido, andaba con tanto recalo<br />

en la vista, que nunca <strong>de</strong>s<strong>de</strong> enlónces hasta el íin <strong>de</strong> su -<br />

vida miró al rostro á mujer alguna , aunque fuese muy<br />

espiritual y tratase <strong>de</strong> cosas santas, como consta <strong>de</strong> los<br />

procesos <strong>de</strong> su canonización. Testilicaron personas gravísimas<br />

, que con solo mirar á los afligidos y tentados, Ies<br />

quitaba las tentaciones y pensamientos <strong>de</strong>shonestes: y<br />

así era cosa común aconsejar á los tentados por último<br />

remedio <strong>de</strong> esta peligrosa batalla, preseniarse á vista<br />

<strong>de</strong> gan Ignacio; que en mirándole, se acababa la guerra<br />

y vivían en paz. Cuando estudiaba enRarcelona, era cosa<br />

muy ordinaria juntarse gran concurso <strong>de</strong> gente en las<br />

puertas <strong>de</strong> las casas, y asomarse á las ventanas, espciándolc<br />

en las calles por don<strong>de</strong> sabían que había <strong>de</strong> pasar,<br />

solo por verle, con intento <strong>de</strong> alentarse á la <strong>de</strong>voción y<br />

<strong>de</strong> ejercitarse á tener pensamientos castos. Con tener tan<br />

muerta la carne <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio <strong>de</strong> su conversión, que<br />

por singular favor <strong>de</strong> la Virgen, nunca la mancilló , y con<br />

ser tan dueño <strong>de</strong> todos sus afectos, como hemos dicho, no<br />

perdonó aspereza con que pudo afligirse, ayunando todas<br />

las semanas enteras, sino es el domingo, á pan y agua,<br />

que por amor <strong>de</strong> Dios recibía <strong>de</strong> limosna. Dormía en la<br />

tierra <strong>de</strong>snuda, ó en unas tablas entre las inmundicias <strong>de</strong><br />

los enfermos <strong>de</strong>l hospital; aunque <strong>de</strong> noche mas oraba que<br />

dormía, pasando las noches con su Dios. Fuera <strong>de</strong> un áspero<br />

cilicio, aíligia rigurosamente su carne con un cíngulo<br />

<strong>de</strong> bierro ó ca<strong>de</strong>na. Cada dia tres veces se disciplinaba<br />

cruelmente con ca<strong>de</strong>nas <strong>de</strong> hierro, y á imitación <strong>de</strong> santo<br />

Domingo ; andaba los piés <strong>de</strong>scalzos y la cabeza <strong>de</strong>scubierta.<br />

Después enRarcelona, cuando estudiaba, traia zapatos<br />

pero sin suelas. Dejó crecer el cabello y uñas , para<br />

satisfacer por el <strong>de</strong>masiado aliño que en su mocedad tuvo,<br />

no perdonándose en nada que le pudiese ser <strong>de</strong> tormento.<br />

Después <strong>de</strong> viejo guardó mayor severidad consigo que<br />

podia: apénas comía, perdiendo casi todo el sentido <strong>de</strong>l<br />

gusto, sin tener apetito á ningún manjar.| No se quciiiba<br />

en sus enfermeda<strong>de</strong>s, por cosa <strong>de</strong>sabrida que por inadvertencia<br />

le diesen. <strong>Los</strong> mas días <strong>de</strong>l año, siendo general,<br />

era su comida unas castañas, diciendo ser en España ordinaria<br />

comida <strong>de</strong> pobres. Castigó una vez al ministro gravemente<br />

, porque le puso en la mesa un racimo <strong>de</strong> uvas<br />

mas que á los <strong>de</strong>más, no valiéndole por excusa haberlo<br />

hecho por sus enfermeda<strong>de</strong>s y canas y autorida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> su<br />

cargo, y ser padre <strong>de</strong> todos. El aposento que escogió para<br />

vivir, siendo general, era muy tosco, estrecho, bajo y<br />

oscuro: diez palmos tenia <strong>de</strong> alto, catorce <strong>de</strong> ancho y<br />

veinte y nueve <strong>de</strong> largo. Por la caridad y salud <strong>de</strong> los prójimos<br />

no perdonaba á rigor, ya metiéndose en algunas heladas,<br />

ya ayunando, sin comer bocado por algunos días<br />

continuos, con otros gran<strong>de</strong>s trabajos.<br />

La obediencia <strong>de</strong> san Ignacio fué extremada. En el<br />

tiempu que aun no estaba formada la Compañía. cuando

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