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DIA 27,<br />
gun corle en un negocio tan dificultoso, en que por una<br />
parte y por otra se mostraban tantos y tan graves inconvenientes<br />
; aunque, como el suceso mostró siempre, fué<br />
con ánimo <strong>de</strong> anteponer la religión al estado, y arriesgar<br />
lo temporal, por conservar lo espiritual, y limpia y entera<br />
la fé <strong>de</strong> Jesucristo.<br />
Partióse, pues, el santo pontífice para esta jornada: y<br />
cuenta san Gregorio papa, que cuando llegó á Corinto un<br />
caballero le prestó un cuartago manso y <strong>de</strong> buen paso para<br />
el camino, <strong>de</strong> que se solia servir su mujer; y que habiéndosele<br />
tornado á enviar el papa <strong>de</strong>s<strong>de</strong> cierto lugar, no consintió<br />
el caballo <strong>de</strong>spués que aquella señora subiese en él,<br />
como antes solia: dando á enten<strong>de</strong>r por voluntad <strong>de</strong>l Señor,<br />
que era cosa indigna que una mnjer usase <strong>de</strong>l caballo<br />
que liabia servido al vicario <strong>de</strong> Cristo: y así el caballero<br />
envió <strong>de</strong> nuevo su caballo al sumo pontífice, suplicándole,<br />
que se sirviese <strong>de</strong> él perpetuamente. Llegado á Conslanlinopla<br />
fué recibido <strong>de</strong>l emperador Justino y <strong>de</strong> toda la ciudad<br />
con extraordinaria alegría, pompa y regocijo: porque<br />
<strong>de</strong>cían que nunca en ella se había visto otro pontífice romano.<br />
Bajó Justino <strong>de</strong>l caballo en que iba, en viendo el<br />
santo pontífice; y puesto ante él <strong>de</strong> rodillas con una humildad<br />
profundisima le hizo reverencia como á vicario <strong>de</strong><br />
Dios en la tierra: y entrando por la puerta <strong>de</strong> la ciudad<br />
(como lo escribe el mismo san Gregorio, papa), dió el santo<br />
ponlífice la vista á un ciego, poniéndole las manos sobre<br />
los ojos. Tratólos negociosque llevaba con el emperador,<br />
y concluyólos como <strong>de</strong>seaba; aunque convinieron los dos<br />
en no dar las iglesiasá los arrianos., ni profanar, ni contaminar<br />
los templos <strong>de</strong>l Señor con ceremonias ajenas déla<br />
Profesion católica. Fué el papa muy honrado, servido y<br />
regala(i0 {iei emperador: el cual dado que ya estaba coronado<br />
<strong>de</strong>l patriarca <strong>de</strong> Constantinopla, pidió con gran<strong>de</strong><br />
estancia al santo pontífice Juan, que <strong>de</strong> su mano le coronase;<br />
y él lo hizo con gran<strong>de</strong> pompa y apáralo: y <strong>de</strong>jando<br />
al emperador muy contento, y la ciudad <strong>de</strong> Constantinopla<br />
muy admirada <strong>de</strong>sús gran<strong>de</strong>s virtu<strong>de</strong>s, y á los<br />
gran<strong>de</strong>s confirmados en la fé, y tristes y rabiosos álos<br />
herejes arríanos, se volvió áItalia.<br />
El rey Teodorico, sabiendo lo que pasaba, le hizo pren<strong>de</strong>r,<br />
y echar en una cárcel áspera y tenebrosa en la ciudad<br />
<strong>de</strong> Ravena, don<strong>de</strong> él estaba : pero no por eso <strong>de</strong>smayó<br />
el santo pontífice, ni <strong>de</strong>jó por temor <strong>de</strong>l tirano llevar<br />
a<strong>de</strong>lante la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> la fé católica; antes escribió una<br />
carta á los obispos <strong>de</strong> Italia , en que les dice las palabras<br />
que me ha parecido poner aquí, para que mejor se entienda<br />
el ánimo <strong>de</strong> este santo, y forlísirao mártir, y lo que<br />
hizo en Constantinopla, por ser diferente <strong>de</strong> lo que algunos<br />
historiadores escriben: dice, pues, asi: «Muchas veces<br />
he conocido por experiencia, que el santo cuidado y<br />
piedad vuestra que tenéis <strong>de</strong> la religión cristiana crece<br />
raTme6 ^ 86 auinenla' Y ^ue 'a ^ ^lica, que no solo á<br />
sac 1 (j0nsue'a Y esfuerza, sino también á todos los otros<br />
otes <strong>de</strong>l Señor, se manifiesta y se dilata y crece,<br />
as ia,nle Vuestros trabajos y santas obras. Por tanto yo<br />
exhorto y amonesto, hermanos míos, que os arméis<br />
con la espada <strong>de</strong>l espíritu <strong>de</strong>l Señor contra la perfidia <strong>de</strong><br />
los amaños: la cual nó una, sino muchas veces ha sido<br />
con<strong>de</strong>nada: y ahora parece que revive en algunos. Persegmdh,<br />
bast3 que no que<strong>de</strong> raiz ni rastro <strong>de</strong> ella, y consagrad<br />
con los ritos y ceremonias católicas, sin tardangnna,<br />
las iglesias <strong>de</strong> los arrianos, do quiera que es-<br />
TOMO II.<br />
MAYO. 145<br />
tuvieren. Porque nosotros cuando fuimos á Constantinopla<br />
por la religión católica, y por los negocios <strong>de</strong>l rey Teodorico,<br />
todas las que hallamos en aquellas partes, las reconciliamos<br />
y restituimos al Señoreensufavor, exhortándonos<br />
y ayudándonos á hacerlo el piísimo, cristianísimo y<br />
verda<strong>de</strong>ro católico emperador Justino, para <strong>de</strong>sarraigar los<br />
herejes arrianos. Y puesto caso que el rey Teodorico, por<br />
estar inficionado <strong>de</strong> la pestilencia arriana , nos amenace y<br />
diga que á nosotros y á toda nuestra tierra la ha <strong>de</strong> <strong>de</strong>struir<br />
á sangre y fuego, no por eso os turbéis ni lo <strong>de</strong>jéis<br />
<strong>de</strong> hacer, ántes procurad trabajar varonilmente en la viña<br />
<strong>de</strong>l Señor; y conformándoos con sus divinas palabras, no<br />
temáis á los que pue<strong>de</strong>n malar el cuerpo y nó el alma, sino<br />
al que pue<strong>de</strong> echar el cuerpo y el alma en el infierno.»<br />
Todo esto es <strong>de</strong>l mismo pontífice san Juan: <strong>de</strong>l cual, y <strong>de</strong>l<br />
mal tratamiento que el rey Teodorico le hizo, y <strong>de</strong> la<br />
muerte que al cabo le dió, se ve claramente el intento quo<br />
llevó, y lo que hizo en Constantinopla; y quiso ántes per<strong>de</strong>r<br />
la vida como santo pastor, que la sinceridad <strong>de</strong> la fó<br />
fallando á su oficio. Estuvo el santo ponlífice en aquella<br />
cárcel sucia y oscura, y fué en ella tan maltratado, que<br />
<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> pocos días dió su espíritu al Señor. Y Teodorico.<br />
no contento con su muerte, hizo asimismo matar á Símaco<br />
y á Boecio, que tenia presos, siendo ambos tan esclarecidos<br />
varones, que eran la gloria y ornamento <strong>de</strong> la ciudad<br />
<strong>de</strong> Roma; y Boecio tan santo, que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>de</strong>gollado<br />
en Pavía, preguntándole por risa uno <strong>de</strong> los sayones:<br />
¿Quién te ha muerto? Respondió: <strong>Los</strong> impíos; y tomando<br />
con sus manos su cabeza, como otro san Dionisio Areopagita,<br />
se fué con ella á un templo allí cerca, é hincado <strong>de</strong> rodillas<br />
recibió el santísimo Sacramento, y luego espiró.<br />
Pero no se fué alabando Teodorico; porque á los noventa<br />
y ocho dias <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong>l santo ponlífice Juan,<br />
fué castigado <strong>de</strong> Dios en el cuerpo y en el alma severísimamente<br />
<strong>de</strong> esta manera. Estaba Teodorico cenando; y<br />
sirviéndole á la mesa una cabeza <strong>de</strong> un pez <strong>de</strong> extraña gran<strong>de</strong>za,<br />
parecióle que era la cabeza <strong>de</strong> Símaco, que él poco<br />
ántes había hecho matar, y que lo miraba con ceño y aspecto<br />
turbado, y que le amenazaba apretando los dientes.<br />
Helóse Teodorico y quedó fuera <strong>de</strong> sí: lleváronle á la cama<br />
, y <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> "pocos dias, conociendo que aquella era<br />
venganza <strong>de</strong>l cielo por las muertes que había mandado<br />
dar á tan santos varones, y no pidiendo á Dios misericordia,<br />
dió su alma á Satanás: la cual, como escribe san Gre^<br />
gorio en sus Diálogos, un santo ermitaño vió llevar presa<br />
y enca<strong>de</strong>nada, y asida <strong>de</strong> los santos Juan, papa, y Símaco,<br />
como ejecutores <strong>de</strong> la divina justicia , y echar en el<br />
abismo profundo <strong>de</strong> la isla <strong>de</strong> Tulcano, que está junto á la<br />
<strong>de</strong> Llpari, y continuamente arroja fuego y humo, para ser<br />
eternamente atormentada. Así permite nuestro Seflor que<br />
sus siervos pa<strong>de</strong>zcan, y sean afligidos y atribulados <strong>de</strong> los<br />
tiranos, para coronar su paciencia y <strong>de</strong>spués castigará lo?<br />
mismos tiranos con su mano fuerte y po<strong>de</strong>rosa, mostrándose<br />
en lo uno justo, y en lo otro misericordioso. Murió<br />
san Juan á los 21 <strong>de</strong>l mes <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong>l año <strong>de</strong>l Señor, según<br />
el car<strong>de</strong>nal Baronio, 526, habiendo tenido la cátedra<br />
<strong>de</strong> san Pedro dos anos y ocho meses. Celebró ór<strong>de</strong>nes en<br />
Roma, ántes que se partiese á Constantinopla, y en ellas<br />
or<strong>de</strong>nó quince obispos. Su santo cuerpo fué llevado <strong>de</strong> Ravena<br />
á Roma, y sepultado en la iglesia <strong>de</strong> San Pedro ú<br />
los 27 <strong>de</strong> mayo, en que la santa Iglesia celebra su fiesta y<br />
traslación. De san Juan, papa y mártir, escriben los autores<br />
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