Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

DÍA 30.
de choeolatfi con unos bizcochos; llamó á la puerla , y la
madre de Rosa, sabiendo ol accidento de su hija, y que el
cocholale venia para ella, sin haberle enviado á pedir, la
pregunló , quién habia avisado de su accidente en casa de
don Gonzalo, y pedido el chocolate. Y Rosa, apretada de
su madre, dijo, que el ángel de su guarda lo había ido á
pedir. Habia de caminar cierto religioso con un prelado
eclesiástico un viaje muy largo: fuese á la virgen Rosa, y
rogóla que 1c encomendase á Dios para que tuviese buen
viaje; prometiólo hacerlo la santa, y el religioso se partió
con el prelado y otras personas, y en el discurso de Irescienlas
y cincuenta leguas, que hay desde Lima á Potosí,
les sucedió todo felizmente, como lo podian desear, aunque
el camino es áspero y peligroso; mas pasando adelante
en ochenta leguas, les sucedió todo al contrario, y
padecieron tantos trabajos y peligros, que estuvieron muchas
veces para dejar el camino y volverse. Quejóse después
el religioso á la santa, diciendo que parecía no haber
continuado el encomendarlos á Dios, pues hab an padecido
tan gran mudanza en el camino: á que respondió ella,
que desde Lima á Potosí los habían acompañado los ángeles,
como ella se lo había suplicado, pero que después
los dejaron los ángeles, porque procedían de otra manera
desde Potosí adelante, que desde Lima á Potosí: y luego
lo refirió al religioso cuanto les habia sucedido en el viaje,
como si hubiera estado presente. Sania Catalina de Sena
favoreció singularmente á Rosa, visitándola muchas veces,
y tratándola con tanta familiaridad, como pudiera
una amiga con otra, ó una hermana con otra hermana, y
por sus ruegos hizo algunos milagros.
No podian sufrir los demonios tanta santidad en Rosa, y
rabiaban de envidia , por verla tan favorecida de Dios y
de sus santos y ángeles ; y así la mallrataban y afligían
mucho en aquel su retiro. Mas ¿ qué puedo el demonio
contra los que defiende Dios y tiene debajo de sus alas?
Una vez vino á la ermita de la santa en figura do un alano
disforme y fiero, que centelleaba fuego por ios ojos. Kslaba
Rosa orando ; y en viendo al alano conoció quién era, y le
despreció y perseveró sin miedo ni turbación en su oración.
Acometióla el demonio , como para tragarla ; y cogiéndola
del hábito , la arrastró por el suelo , hasta que
ella dijo lo del salmo: « No entregues, Señor, á las besfias
las almas que te confiesan : » y con esto huyó aquella
bestia, vencida de una mujer. Otra noche le apareció
el demonio en figura de un hombre muy fiero; y no haciendo
la santa caso de él, la dió una bofetada con mucho
ruido, pero sin hacerle daño. Rióse la santa virgen , y
volvióle el otro carrillo , para que le diese otra ; pero 61
desapareció, no pudiendo ver lan grande humildad y
mansedumbre. Oirá vez vino en figura de un jayán disforme,
con un peñasco en la mano: tirósele á la santa : y
aunque la derr ibó en el suelo y parecía la habia de hacer
pedazos con el golpe , no la hizo daño ninguno ; antes
se levantó luego riendo y haciendo burla de él. Llamaba
al demonio por mas desprecio sarnoso, y así, cuando
la quería hacer algún daño, decía : Ya viene el sarnoso;
pero no ha de llevar nada de lo que pretende. Leía
muy de ordinario la santa virgen en las " obras del P. fray
Luis de Granada , y el demonio por darle pesar y moverla
alguna impaciencia , la cogió un día los libros , y
rasgó todas las hojas , y las echó en el lugar mas indecente
de la casa. Buscó Rosa sus libros : y hallando algu-
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nos hojas rasgadas , conoció luego el autor ¡ pero haciendo
una breve oración , encontró sus libros limpios y enteros
, sin fallarles hoja ninguna. Entrando en un aposentillo
oscuro , sinlió algún horror, y se le erizaron los cabellos
: cerró las puertas tras sí; y el demonio echó por
defuera el cerrojo , y empezó á hacer ruido dentro del
aposenlillo : mas la santa por vencer mejor aquel miedo,
que al principio la habia asaltado , apagó una luz que
llevaba , y empezó con grande ánimo á desafiar al demonio
, para que alormenlasc su cuerpo, cuanto Dios le permitiese.
Apareció luegu el demonio en forma de gigante,
y luchó con ella , apretándola entre sus biazos, con tanta
fuerza, que todos los huesos de su cuerpo parecía haberse
desencajado y hecho pedazos; pero la santa despreciaba
lodas sus valentías y fieros, y el desapareció corrido y
avergonzado , quedando ella sana , aunque muy fatigada
de la lucha. Mas peligrosas fueron otras batallas, en qu e
el demonio procuraba hacerla caer en alguna culpa ; y
mas gloriosas las victorias que consiguió de él. Yendo una
larde á su ermita, vió venir hacía sí un hombre de Imen
talle y disposición que salió do entre los árboles de su
huerta: asuslóso la purísima virgen , viendo en tal lugar
un hombre que no conocía, y mucho mas cuando vió que
con palabras y acciones lascivas la provocaba á mal: volvió
las espaldas turbada y lemerosa ; y entrándose en su
casa , y cerrándola puerta del liuerfo , tomó una disciplina
tan rigurosa con una cadena de hierro, que corrían
arroyos de sangro de sus espaldas . hasta regar el suelo.
Onejábasc amorosamente de su Ksposo entre los azotes,
mezclando lágrimas con la sangre, porque la habia desamparado
y dejado en lan grande, riesgo diciéndole , que si
él estuviera presente, no se le atreviera tan fea y abominable
tentación. Aparecióse Cristo', y díjola: Rosa, ¿parécete
que hubieras consegido la victoria , si yo no estuviera
contigo ? Y con esto desapareció: y entendió la santa,
que no desampara Dios en sus aprietos á los que le sirven
, ni está alísenle cuando se padece la tentación, sino
cuando se le da consentimiento.
De los hombres también padeció muchas tribulaciones y
trabajos : porque fuera de los malos Iralamienlos de su
madre, que duraron muchos años , y eran muy sensibles
por ser de persona lan propia; sus confesores también á los
principios, ó por no conocer su espíritu , ó por probarle,
la daban á onlender que su espíritu no era seguro , y sus
revelaciones eran delirios que nacian de flaqueza de cabeza
por sus demasiados ayunos y penitencia. Alligian mucho y
turbaban á la santa los temores de ser engañada, y andaba
muy desconsolada; perojunlamonlese liallaha tan contenta
con estos desconsuelos, quo diciéndola imasofioi"i,por que
no pedia á santa Catalina de Sena , su devola , la alcanzase
de Dios que la librase déoslas tribulaciones y trabajos;
respondió: Si yo pidiera eso ; me respondiera la sania:
¿Por qué quieres tú caminar por otro camino , que o) que
yo caminé jjara llegar á la gloria? Y así no se lo quiero
pedir sino imitarla en el padecer ; porque yo me hallo soslosa
con estos trabajos, y aunque fueran mayores, los
padeciera con gusto. Después examinaron muy de propósito
su espíritu , y le aprobaron y alabaron el doctor Juan
del Castillo , varón doctísimo, aun mas en la teología mística
que en la medicina que profesaba , cuatro padres de
Santo Domingo y dos de la Compañía de Jesús ; y todos
sus confesores, de los cuales fueron cuatro de la Compa-
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