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306 LA LEYENDA DE ORO<br />
amor suyo, le hizo el Señor una üneza <strong>de</strong> la primera<br />
magnilud, pues quit.6 á Miguel su corazón, y tomándole<br />
para sí, le dió el suyo propio, poniéndole en el lugar <strong>de</strong><br />
don<strong>de</strong> habia quitado el <strong>de</strong> Miguel. Este favor le reveló el<br />
siervo <strong>de</strong> Dios á su confesor Fr. Francisco <strong>de</strong> la Madre<br />
<strong>de</strong> Dios, quien lo <strong>de</strong>puso dtebájó <strong>de</strong> juramento en los procesos<br />
hechos para su beatificación. Algunos escritores<br />
sostenían, que este maravilloso trueque <strong>de</strong> Corazones habia<br />
sido real y físico : pero Benedicto XÍV, en el panegírico<br />
que hizo en el convento <strong>de</strong> los trinitarios <strong>de</strong> Roma<br />
<strong>de</strong> las virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l siervo <strong>de</strong> Dios, cuando las <strong>de</strong>claró en<br />
grado heroico, dijo: que ese trueque <strong>de</strong> corazones fué<br />
solo místico y espiritual: y este sentir se adoptó <strong>de</strong>spués<br />
en las lecciones para el oficio <strong>de</strong> nuestro beato. Un favor<br />
tanrai-o, extraordinario y estupendo, encendió <strong>de</strong> tal modo<br />
en el pecho <strong>de</strong> Miguel la hoguera <strong>de</strong>l divino amor, y<br />
le colmó <strong>de</strong> favores tan excesivos que parecía ya mas ciudadüno<br />
<strong>de</strong>l cielo que morador <strong>de</strong> la tierra: gozaba frecuentísimamenle<br />
<strong>de</strong> dulcísimos éxtasis y raptos, no solo <strong>de</strong><br />
espíritu, sino también muchas veces <strong>de</strong> cuerpo; el cual<br />
como si gozara ya <strong>de</strong> los dotes <strong>de</strong> un cuerpo glorificado,<br />
se elevaba <strong>de</strong>l suelo, y permanecía en el aire con asombro<br />
<strong>de</strong> los que se hallaban presentes á esta maravilla. Eran<br />
tan frecuentes ó continuos estos éxtasis en el beato<br />
Miguel, que se arrobaba en todas ocasiones; predicando,<br />
oyendo predicar, diciendo misa, en la oración, rezando ó<br />
cantando el oficio divino, y casi siempre que estaba expuesto<br />
el santísimo Sacramento; por cuyo motivo se suele<br />
pintar arrobado <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> una custodia. Pero no solo se<br />
arrobaba en estas ocasiones <strong>de</strong> ejercicios <strong>de</strong>votos, sino<br />
también en las plazas, en las calles, en las visitas y oyendo<br />
hablar <strong>de</strong> cosas espirituales. Al tiempo que le aconlecra<br />
el arrobarse, daba un grito ó quejido con las expresiones<br />
<strong>de</strong> repetidos ayes; y otras veces se le oía solamente<br />
: ea, ea: la postura <strong>de</strong> los brazos era siempre en<br />
cruz y bien levantados en alto ; ménos en aquellas veces<br />
que le venia el éxtasis, cuando estaba con el cáliz en las<br />
manos. El rostro le tenia siempre levantado al cielo,<br />
adon<strong>de</strong> le llamaba el Seflor; los ojos abiertos, aunque sin<br />
pestañear, ni ver con ellos, porque toda la atención <strong>de</strong>l<br />
alma estaba en lo interior ; y cuando estaba en la iglesia<br />
arrobado, siempre tenia vuelto el rostro hácia el santísimo<br />
Sacramento. En cuanto á la elevación <strong>de</strong>l cuerpo no<br />
era siempre la mismíi: unas veces no era arrebatado<br />
totalmente en el aire, sino como empinado, tocando solo<br />
en el suelo con las extremida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los <strong>de</strong>dos pulgares, y<br />
á veces con solo el uno; pero otras veces quedaba totalmente<br />
elevado en el aire, y permanecía en esta postura<br />
un cuarto <strong>de</strong> hora, media hora, y á veces tres cuartos <strong>de</strong><br />
hora. Pedro López <strong>de</strong> Bahamon<strong>de</strong>, escribano <strong>de</strong> Valladolid,<br />
en una ocasión que se confesaba con el beato en un<br />
lugar retirado, le vió arrebatado en el aire mas <strong>de</strong> una<br />
tercia <strong>de</strong>l suelo, permaneciendo en esta postura un cuarto<br />
<strong>de</strong> hora, sin haberle hecho volveren sí, con haberle tirado<br />
<strong>de</strong>l hábito con fuerza por dos veces. Fr, Bonifacio <strong>de</strong><br />
santa Mária, ayudando en varias ocasiones á misa al<br />
beato, le vió tres veces arrobado en el aire, y teniendo<br />
la curiosidad <strong>de</strong> medir la distancia que habia <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />
suelo á los piés <strong>de</strong>l celebrante, halló que una vez estaba<br />
elevado mas <strong>de</strong> media vara, otra no tanto y la tercera un<br />
poco ménos. El mismo religioso una noche <strong>de</strong>l juóves santo<br />
le vió en el De profmdis <strong>de</strong>l conTcr.U h Tallsddté,<br />
pegado contra una cruz que estaba pintada en la pared, y<br />
levantado mas <strong>de</strong> vara y media <strong>de</strong>l suelo. Predicando la<br />
tar<strong>de</strong> <strong>de</strong>l día <strong>de</strong> san José en el convento <strong>de</strong> Valladolíd, en<br />
presencia <strong>de</strong>l señor obispo y <strong>de</strong> un concurso numerosísimo<br />
; dió tres ó cuatro gritos muy gran<strong>de</strong>s, y a su compás<br />
otros tantos vuelos tan altos, que se levantó sobre el mismo<br />
pulpito mas alto que el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> su baranda, viéndole<br />
todos, los piés por encima <strong>de</strong> ella. Estos admirables<br />
éxtasis unidos á sus heroicas virtu<strong>de</strong>s, le conciliaren el<br />
respeto y amor <strong>de</strong> todos los que le conocieron, así <strong>de</strong> sus<br />
hermanos religiosos, como <strong>de</strong> los <strong>de</strong> fuera <strong>de</strong>l convento.<br />
Con todo no quiso el Señor que fuese enteramente libro<br />
<strong>de</strong> las persecuciones <strong>de</strong> los hombres, á fin <strong>de</strong> que con ellas<br />
se perfeccionase mas su virtud, y él adquiriese mayor<br />
mérito. Porque al principio <strong>de</strong> haber entrado en la <strong>de</strong>scalcez,<br />
no todos aprobaban la vida singular y extraordinaria<br />
que llevaba, y no eran pocos los que la censuraban<br />
<strong>de</strong> extravagancia y <strong>de</strong> hipocresía: <strong>de</strong>spués viviendo en el<br />
colegio <strong>de</strong> Baeza se conjuraron contra él dos religiosos,<br />
que habiendo sido castigados <strong>de</strong> sus prelados por los excesos<br />
cometidos, sospecharon que el beato Miguel habría<br />
hecho la <strong>de</strong>lación do su <strong>de</strong>lito. Fueron tales las calumnias<br />
que estos malvados levantaron contra Miguel y los artificios<br />
<strong>de</strong> que se valieron para hacerlas creer <strong>de</strong> los superiores,<br />
que estos mandaron formar proceso contra el beato,<br />
y ponerle en la cárcel, don<strong>de</strong> estuvo encerrado por<br />
espacio <strong>de</strong> diez meses; al cabo <strong>de</strong> los cuales se dió sentencia<br />
, en la que se <strong>de</strong>claró estar inocente en los <strong>de</strong>litos<br />
que los acusadores le imponían, con<strong>de</strong>nando á estos á la<br />
pena qne merecían en un <strong>de</strong>lito tan atroz y escandaloso.<br />
El beato Miguel que en todo el tiempo que estuvo preso,<br />
no quiso hablar una sola palabra en su favor, suplicó entonces<br />
con muchas instancias á los superiores á favor <strong>de</strong><br />
sus enemigos, para que les remitiesen las penas que les<br />
habían impuesto; y no habiendo podido obtener <strong>de</strong> sus<br />
prelados esta gracia, favoreció á lo ménos cuanto pudo<br />
ásus calumniadores, manifestándoles un amor sumamente<br />
compasivo. Esta heroica caridad <strong>de</strong>l beato Miguel enterneció<br />
y ganó á aquellos dos religiosos, los cuales se reconocieron,<br />
y publicando la inocencia y santidad <strong>de</strong> Miguel,<br />
confesaron llanamente la calumnia que le habian<br />
levantado, y que eran bien merecedores <strong>de</strong>l castigo que<br />
se les habia impuesto.<br />
Habia ya llegado el tiempo, en que Dios nuestro Señor<br />
quería premiar las gran<strong>de</strong>s virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> su siervo con la<br />
posesión <strong>de</strong> su gloria, cuando el segundo día <strong>de</strong> Pascua<br />
<strong>de</strong> Resurrección, <strong>de</strong>l año <strong>de</strong> 1623, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber predicado<br />
en la mañana con mucho fervor, fué acometido <strong>de</strong><br />
un fuerte tabardillo que le obligó á acostarse sobre su camilla.<br />
Sufrió el beato con invencible paciencia esta enfermedad,<br />
sin quejarse jamás <strong>de</strong> sus dolores, y sin querer<br />
admitir aquellos alivios que le ofrecían los enfermeros,<br />
para templjirle la ardiente sed en qne se abrasaba;<br />
diciendo que mayor la habia pasado Cristo por sus pecados;<br />
y sabiendo que esta enfermedad habia <strong>de</strong> poner<br />
fin á su peregrinación, hacia muchos actos <strong>de</strong> contrición-<br />
Habiendo vuelto al convento Fr. Benito <strong>de</strong> la santísima<br />
Trinidad, quiso confesarse generalmente con 61 <strong>de</strong> toda<br />
su vida, la que habia sido tan pura'é inocente que <strong>de</strong>cía'<br />
ró con juramento el confesor, que en toda ella no había<br />
cometido un pecado mortal ni venial, con plena <strong>de</strong>libc|'a'<br />
•kr ys ÜYertmcia. Pidió y recibió <strong>de</strong>spués el santísimo