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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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304- IA LEYENDA DE ORO.<br />

gustos que les hubiese dado. Compa<strong>de</strong>cida una buena mujer<br />

que habia sido muy familiar en la casa <strong>de</strong> Argemir, <strong>de</strong><br />

la dureza y crueldad con que se trataba al niño, le llevó<br />

consigo á una heredad ó quinta, media legua distante <strong>de</strong><br />

la ciudad: en esta quinta vivió cosa <strong>de</strong> cinco meses en<br />

compañía <strong>de</strong> aquella buena mujer, y llevó una vida sumamente<br />

recogida, <strong>de</strong>vota y penitente; dormia sobre una haz<br />

<strong>de</strong> sarmientos, teniendo una piedra por almohada: tomaba<br />

rigurosas disciplinas, y ayunaba con mucha frecuencia,<br />

dando siempre á los pobres su almuerzo. Habiéndole llevado<br />

un dia la buena mujer á la iglesia <strong>de</strong>l convento <strong>de</strong> los<br />

padres menores observantes, llamado santo Tomás, que<br />

está allí cerca, aprovechó Miguel esta ocasión para hacer<br />

humil<strong>de</strong>s y apretadas instancias al padre guardián <strong>de</strong><br />

aquel convento, para que le diese el hábito <strong>de</strong> su religión;<br />

y no habiendo sido oidopor causa <strong>de</strong> su poca edad, se afligió<br />

y entristeció el buen nifio, quejándose amorosamente<br />

al scrálico patriarca, <strong>de</strong> que no quisiese admitirle por hijo<br />

suyo.<br />

Convencido nuestro Miguel con tantas repulsas, <strong>de</strong> que<br />

en su patria no lograrla ser admitido en ninguna religión,<br />

resolvió pasar á Barcelona, coníiado en que habiendo tantos<br />

conventos en aquella populosa capital <strong>de</strong> Cataluña, le<br />

seria fácil hallar entrada en alguno <strong>de</strong> ellos. Con esta resolución,<br />

sin <strong>de</strong>cir nada ni á sus tutores, ni á sus hermanos,<br />

se partió á pié á aquella ciudad, don<strong>de</strong> llegó al olro dia <strong>de</strong><br />

su partida. Luego que se supo en Vique la fuga y el para<strong>de</strong>ro<br />

<strong>de</strong> Miguel, bajó á Barcelona uno <strong>de</strong> sus tutores para<br />

buscarle y darle algún <strong>de</strong>slino en la misma capilal, como<br />

lo hizo poniéndole en casa <strong>de</strong> un <strong>de</strong>udo suyo llamado Marés,<br />

cordonero, para que aprendiese én ella este oficio. En<br />

el tiempo que Miguel vivió en esta casa, no suspiró sino<br />

para ser religioso, acudia á oir y ayudar misas al convento<br />

<strong>de</strong> padres trinitarios calzados, con esta ocasión pidió<br />

á aquellos padres con tantas instancias que le admitiesen<br />

en su religión, que admirados <strong>de</strong> ver tanto fervor<br />

en un niño <strong>de</strong> doce años, le conáolaron dándole el sanio<br />

hábito que recibió nuestro beato con in<strong>de</strong>cible alegría y<br />

consuelo <strong>de</strong> espíritu. Como era tan niño, le <strong>de</strong>stinaron los<br />

superiores al servicio <strong>de</strong> la sacristía, y para que ayudase<br />

al sacristán en lo que or<strong>de</strong>nase: en esta ocupación dio<br />

nuestro Miguel muchas pruebas <strong>de</strong> la eminente santidad á<br />

que el ciiílo le habia elegido; obe<strong>de</strong>cía con alegría y prontitud<br />

todo lo que !e or<strong>de</strong>naban; ayudaba las misas con un<br />

recogimiento y <strong>de</strong>voción que edificaba, iba por la iglesia<br />

con muchísima mo<strong>de</strong>stia y siempre con los ojos bajos;<br />

cuando alguna mujer le encargaba que la llamase á su confesor,<br />

iba sin <strong>de</strong>tenerse á avisarle; pero si el confesor le<br />

pregnnlaba, ¿quién le habia dado el recado, ó cómo iba<br />

vestida? respondía sencillamente que no lo sabia, porque<br />

jamás miraba ni el rostro ni el vestido <strong>de</strong> ninguna mujer.<br />

Su oración era continua, y sus penitencias mucho mayore»<br />

<strong>de</strong> lo que sus fuerzas naturalmente podían llevar; pero les<br />

superioresse las permitían, conociendo que esta era la voluntad<br />

<strong>de</strong> Dios, qué conducía á su siervo á lo mas elevado<br />

<strong>de</strong> la perfección religiosa por un camino muy extraordinario.<br />

Después <strong>de</strong> haber vivido como dos años y medio<br />

en el convento <strong>de</strong> Barcelona, le enviaron los superiores al<br />

<strong>de</strong> san Lamberto <strong>de</strong> Zaragoza, don<strong>de</strong> concluyó el noviciado,<br />

éhizo la profesión á 30 <strong>de</strong> setiembre <strong>de</strong> 1607, cuando<br />

acabó <strong>de</strong> cumplir los d ez y seis años <strong>de</strong> su edad. Tres meses<br />

<strong>de</strong>spués que nuestro Miguel se hubo consagrado á Dios<br />

DIA O.<br />

con los votos solemnes <strong>de</strong> la religión, se hospedó en el<br />

mismo convento un religioso <strong>de</strong> la nueva reforma <strong>de</strong> trinitarios<br />

<strong>de</strong>scalzos, que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Pamplona habia pasado á Zaragoza<br />

para recibir las sagradas ór<strong>de</strong>nes. Trabó nuestro<br />

Miguel mucha amistad con este religioso forastero, y en<br />

los dias que se <strong>de</strong>tuvo en aquel convento, no sabia apartarse<br />

<strong>de</strong> su lado: se informó exactamente <strong>de</strong>l modo <strong>de</strong> vivir<br />

<strong>de</strong> los padres <strong>de</strong>scalzos, y <strong>de</strong>seó luego con tal ardor<br />

pasar á ellos, que pedia á dicho religioso lo llevase consigo;<br />

pero aunque el religioso no con<strong>de</strong>scendió á las súplicas<br />

<strong>de</strong> Fr. Miguel, fueron tales las diligencias que este hizo<br />

para pasar á la <strong>de</strong>scalcez, queá 28 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1G08 recibió<br />

en el convento <strong>de</strong> Pamplona el hábito <strong>de</strong>esta reforma.<br />

De aquí !e enviaron lossupsriores á Madrid, don<strong>de</strong> concluyó<br />

el año <strong>de</strong> su nuevo noviciado, c hizo su nueva profesión<br />

con extraordinario fervor <strong>de</strong> espíritu y singular gozo <strong>de</strong><br />

todos los religiosos. De Madrid le envió la obedienna 01<br />

convento <strong>de</strong> la Solana, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber vivido seis meses<br />

en este convento, pasó al <strong>de</strong> Sevilla, don<strong>de</strong> e?tuvo cerca<br />

<strong>de</strong> tres años ánles <strong>de</strong> dar principio á sus esludios. Después<br />

pasó al colegio <strong>de</strong> Baeza, don<strong>de</strong> oyó artes por (lempo<br />

<strong>de</strong> tres años hasta el <strong>de</strong> ICli. Entonces pasó á Salamanca<br />

á esludiar la sagrada teología, y á principios <strong>de</strong>l año IfilG<br />

volvió á Baeza, en cuyo colegio permaneció algunos años,<br />

y obtuvo en él el oficio <strong>de</strong> vicario, y allí mismo ejercitó<br />

bastante tiempo los cargos <strong>de</strong> confesor y predicador. Habiendo<br />

<strong>de</strong>spués el P. Fr. Alonso <strong>de</strong> San Juan Bautista renunciado<br />

el oficio <strong>de</strong> ministro <strong>de</strong>l convento <strong>de</strong> Valladolid,<br />

el <strong>de</strong>finitorio general <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n á 2i <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1G22<br />

eligió para este oficio á nuestro beato Miguel, el cual en el<br />

capítulo general que en el año siguiente celebr ó la ór<strong>de</strong>n<br />

en la ciudad <strong>de</strong> Toledo, fué reelegido para el mismo oficio,<br />

que obtuvo hasta su santa muerte.<br />

Las heroicas virtu<strong>de</strong>s que practicó el sirvo <strong>de</strong> Dios <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

que vis'.ió el hábito <strong>de</strong> la <strong>de</strong>scalcez hasta su santa muerte,<br />

fueron el asombro <strong>de</strong> los religiosos <strong>de</strong> los conventos<br />

don<strong>de</strong> vivió: su penitencia y la fortificación <strong>de</strong> su<br />

cuerpo fué tal, que bastara á quitarle en po^o tiempo la<br />

vida, si Dios que le inspiraba aquellos extraordinarios rigores,<br />

no se la hubiese milagrosamente conservado.<br />

En los cuatro primeros años no comió otra cosa que pan<br />

acompañándolo alguna vez con uvas, pasas ó alguna (ajada<br />

<strong>de</strong> melón; y aunque no comia sino <strong>de</strong> dos á dos dias, y<br />

algunas veces solo los jueves y domingos, cuando tomaba<br />

su <strong>de</strong>sayuno comia el pan en muy poca cantidad, Para disimular<br />

este ayuno, dispuso el prelado que leyese ó sirviese<br />

mientras los otros comían; y estas milagrosas abstinencias<br />

no las interrumpía el siervo <strong>de</strong> Dios, ni en las<br />

pascuas y otras gran<strong>de</strong>s solemnida<strong>de</strong>s, ni en los muchos<br />

viajes que hizo. En uno que hizo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Madrid á la<br />

Solana, no comió bocado en cinco dias; y en otro que<br />

hizo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Madrid á Baeza, no comió en toda una semana.<br />

Ni fué menos maravillosa su abstinencia en la bebida:<br />

pues se pasaban los doce, los quince, y á veces los veinte<br />

dias sin probarla; y alguna vez pasó dos ó tres meses sin<br />

beber, aunque se hallaba en los ardores <strong>de</strong>l verano. Salíale<br />

la sed á la lengua y á los labios, poniéndosele secos<br />

como en los que pa<strong>de</strong>cen una ar<strong>de</strong>ntísima fiebre, y el siervo<br />

<strong>de</strong> Dios no solo sufría esta terrible mortificación, sin0<br />

que para aumentarla se bajaba á un sótano don<strong>de</strong> Ivih"0<br />

muchas tinajas <strong>de</strong> agua fresca, para que á vista <strong>de</strong>l r'"

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