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Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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que ix él le tocaba ; mas eí pueblo no lo coasiníió. Nunca<br />

quiso san Agustín fener llave, ni el sello <strong>de</strong>l sagrario <strong>de</strong><br />

la iglesia don<strong>de</strong> se guardaban las rentas <strong>de</strong> ella, antes encomondaba<br />

este cuidado á otros, que al cabo <strong>de</strong>l año daban<br />

cuenta <strong>de</strong>l recibo y gasto. Tampoco quiso comprar<br />

heredad, ni granja; aunque si alguno la <strong>de</strong>jaba á la Iglesia,<br />

la mandaba recibir. Verdad es que algunas mandas<br />

<strong>de</strong> estas no quiso aceptar, por tener los que las <strong>de</strong>jaban<br />

here<strong>de</strong>ros forzosos y pobres. Hizo un hombre donación á<br />

la Iglesia <strong>de</strong> IJona <strong>de</strong> una heredad y envió las escrituras á<br />

san Agustín: al cabo <strong>de</strong> algunos años se arrepintió y rogó<br />

al santo que le volviese su escritura. Diósela luego ; aunque<br />

avisándole <strong>de</strong>l peligro que hay en quitar á Dios lo que<br />

una vez se le da. Y como el mundo siempre es uno, y<br />

busca y toma ocasión <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir mal <strong>de</strong> todo lo que hacen<br />

los siervos <strong>de</strong> Dios, comenzó á murmurar la gente <strong>de</strong> esta<br />

liberalidad <strong>de</strong> san Agustín; y á <strong>de</strong>cir que era dañosa para<br />

los pobres, y que muchos no <strong>de</strong>jarían á la Iglesia por here<strong>de</strong>ra,<br />

porque él no admilia los legados que los que morian<br />

<strong>de</strong>jaban en sus testamentos. Hizo el santo im sermón<br />

acerca <strong>de</strong> esto, y en él entre otras cosas dijo : El que <strong>de</strong>sheredando<br />

á su hijo quisiere hacer here<strong>de</strong>ra á la Iglesia,<br />

busque otro que la reciba y nó á Agustín, y plegué á Dios<br />

que no halle quien la quiera tomar. Finalmente, era lan<br />

liberal con los pobres, que en faltando qué darles hacia<br />

ven<strong>de</strong>r los vasos <strong>de</strong> la Iglesia y repartir entre ellos el dinero<br />

: y si le daban á él algún vestido <strong>de</strong> precio, lenia<br />

vergüenza <strong>de</strong> traerle y mandábale ven<strong>de</strong>r, para que ya<br />

que la ropa no podía ser común á muchos, lo fuese el precio<br />

<strong>de</strong> ella; y si no tenia mas que dar, con gran<strong>de</strong> llaneza<br />

<strong>de</strong>cía al pueblo, como ya no tenia <strong>de</strong> qué hacer limosna,<br />

y que ellos se la diesen á los pobres, ó á él qué darles:<br />

porque había aprendido <strong>de</strong> su maestro san Ambrosio aquella<br />

sentencia : Aurum Ecclesia habel, non ul servet, sed ut<br />

eroget: Que la Iglesia tiene oro, no para guardarlo, sino<br />

para distribuirlo. Y el mismo san Agustín solía <strong>de</strong>cir: Non<br />

est episcopi servare aurum, el revocare á se mendicantis manum:<br />

No es oficio <strong>de</strong>l obispo guardar oro y <strong>de</strong>sechar <strong>de</strong><br />

sí tu mano <strong>de</strong>l pobre que le pi<strong>de</strong> limosna. El mismo espíritu<br />

<strong>de</strong> la santa pobreza guardó en lo <strong>de</strong>más: su vestido y<br />

calzado no era <strong>de</strong> precio, sino una medianía para satisfacer<br />

al estado que tenia : su comer era muy mo<strong>de</strong>rado,<br />

acomodándose á los huéspe<strong>de</strong>s que comían á su mesa.<br />

Dióle nuestro Señor muy gran don <strong>de</strong> castidad , <strong>de</strong>spués<br />

que le libró <strong>de</strong> las livianda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> su mocedad, y le santificó<br />

con las aguas <strong>de</strong>l santo bautismo , y él <strong>de</strong> su parte se<br />

ayudaba mucho, pidiéndola continuamente en sus oraciones<br />

á Dios, como quien lan bien sabia y había probado en<br />

sí que la conlincnda es don suyo, y guardándose <strong>de</strong> todas<br />

las ocasiones <strong>de</strong> caer: y para esto nunca consintió que en<br />

su casa nunca habitase mujer, ni su propia hermana, ni<br />

sobrina, ni prima , ni otra alguna por santa que fuese,<br />

por quilar las ocasiones <strong>de</strong> murmuración ó sospecha: porque<br />

<strong>de</strong>cía, que ya que la sobrina era sobrina y la hermana<br />

hermana, que las criadas <strong>de</strong> la hermana ó sobrina ni eran<br />

sobrinas ni luírmanas , y asi podían causar algún escándalo.<br />

Tenia gran recato en no estar ni hablar con mujer<br />

alguna á solas, sino en caso raro y <strong>de</strong> gran<strong>de</strong> importancia.<br />

No visitaba monasterio <strong>de</strong> mujeres sino con gran<strong>de</strong> necesidad.<br />

Era muy enemigo <strong>de</strong> murmuraciones , especialmente<br />

<strong>de</strong> los auíentes : y porque en la comida comunmenle<br />

se <strong>de</strong>spierta y aviva mas la lengua ; á mas <strong>de</strong> la lee-<br />

LA LEYBBÍBA DK 0110. DÍA 28.<br />

cion que tenia el sanio á su mesa, había mandado escribir<br />

allí en la pared unos versos que <strong>de</strong>cían ;<br />

Quisquis amat diclis absenlum ro<strong>de</strong>re vilam ,<br />

Hanc mensam indignam noteril esse sibi.<br />

Quiere <strong>de</strong>cir ¡<br />

Ninguno <strong>de</strong>l ausente aquí murmure ;<br />

Antes quien pienso en esto <strong>de</strong>smandarse ,<br />

Trocure <strong>de</strong> la mesa levantarse.<br />

Y como una vez ciertos prelados comiendo en la mesa <strong>de</strong><br />

san Agustín comenzasen á murmurar, el santo Ies dijo : O<br />

bórrense aquellos versos ó cese la plática : y sí nada <strong>de</strong><br />

esto se hace, yo me levantaré <strong>de</strong> la mesa. Pues ¿qué diré<br />

<strong>de</strong> la pru<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> todas sus acciones ? Especialmente do<br />

aquellos tres consejos lan pru<strong>de</strong>ntes y saludables que<br />

guardaba san Ambrosio y los dió á san Agustin: Que no<br />

fuese casamentero, por las riñnsque suele haber entre los<br />

casados: que no aconsejase á nadie que fuese soldado ni<br />

fuese á la guerra; y que no fuése á conviles , porque en<br />

ellos se suele per<strong>de</strong>r la templanza. Cuando inlercedia por<br />

alguno (que era pocas veces y en casos precisos), hacíalo<br />

con mucho comedimiento y <strong>de</strong> manera, que no violentaba<br />

la voluntad <strong>de</strong> la persona á quien rogaba. Nunca quiso ser<br />

arbitro entre los amigos; y éralo <strong>de</strong> buena gana entre los<br />

no conocidos: porque <strong>de</strong>cia que <strong>de</strong> los amigos se perdía<br />

aquel contra quien se daba la sentencia ; y <strong>de</strong> los no conocidos<br />

se ganaba aquel en cuyo favor se daba. Aborrocia<br />

mucho á los que tenian costumbre <strong>de</strong> jurar, y lenia<br />

puesta pena á sus clérigos y criados <strong>de</strong> su casa cuando<br />

juraban, conmutándolos cuando comían á su mesa en el<br />

beber, y quitándoles por cada juramento una vez <strong>de</strong> vino,<br />

<strong>de</strong> tres que les daban.<br />

Pero lo que mas me espanta en este glorioso doctor, es<br />

la <strong>de</strong>voción , ternura y sentimienlo en su oración y contemplación,<br />

acompañado con la <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za <strong>de</strong> su divino<br />

entendimiento, y con la alta y profunda erudición : porque<br />

el que leyere atentamente las meditaciones , soliloquios y<br />

confesiones <strong>de</strong> san Agustín , hallará en ellas tantas dulzuras,<br />

gustos y regalos <strong>de</strong> Dios, como si el santo no hubiera<br />

tratado en toda su vida otra cosa, sino <strong>de</strong> la oración afectiva<br />

y unitiva. Por don<strong>de</strong> se ve cuan alumbrado estaba su<br />

entendimiento con la divina luz , y cuán inflamada en el<br />

amor <strong>de</strong>l Señor su voluntad, y que por una parte era un<br />

querubín en la ciencia, y por otra un serafín en los ardores<br />

y encendimientos <strong>de</strong> su corazón : y así, hablando con el<br />

Señor , él mismo lo dice : «¡ O dulcísimo Señor! ¡ó buen<br />

Jesús 1 abrasad mi corazón con el fuego <strong>de</strong> vuestra caridad<br />

, para que encendido todo, arda ya con gran<strong>de</strong>s Ul*<br />

mas <strong>de</strong> este dulce amor, que ningunas aguas las puedan<br />

apagar. Yos sois. Señor, este amor que siempre ar<strong>de</strong> y<br />

nunca se apaga. Dulce Señor, buen Jesús , y caridad y<br />

Dios mió, cncen<strong>de</strong>dme lodo con vuestro fuego y con vuestro<br />

amor, con vuestra suavidad y dulzura , con vuesíi'0<br />

gozo y alegría, con el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> verme sanio y bueno,<br />

casto y limpio, quicio y seguro, para que lleno <strong>de</strong> ja dfd'<br />

zura <strong>de</strong> vuestro amor, abrasado <strong>de</strong> las llamas <strong>de</strong> vuesd"3<br />

caridad, os ame. Dios mío, <strong>de</strong> todo mi corazón, y con todas<br />

mis entrañas, y os tenga en mi alma y en mi boca,<br />

<strong>de</strong>lante <strong>de</strong> mis ojos siempre, <strong>de</strong> suerte, que ningún amor

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