Tomo Dos Leyenda de Oro -Vidas de Los Martires-

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vivir en el siglo una vida como religiosa , mientras que
Dios le daba gracia para poner en ejecución sus deseos, y
para hacerlo mejor se estaba lo mas del tiempo retirado
en su aposento: y aunque era delicado y padeció mucho
del frió, y se le hinchaban las manos; de allí adelante no
quiso llegarse al fuego, ni usar de los remedios que le daban
para la hinchazón de las manos, por padecer algo por
amor del Señor.
Demás de esto, aunque su comida era una perpetua abstinencia,
comenzó á ayunar muchos dias, á lo menos tres
cada semana, miércoles, viernes y sábado; y los viernes
y algunos miércoles á pan y agua, comiendo á la mañana
tres rebanadas de pan mojadas en agua, y á la noche por
colación una sola tostada de pan ; y fuera de esto su ordinaria
comida era tan poca, que parece que humanamente
no se podia sustentar, si Dios milagrosamente no le sustentara;
porque los mismos criados que le servían y se lo
daban, decian con juramento, que pesaron lo que comia y
que apenas era peso de una onza. Dióse también á otras
penitencias : se disciplinaba al principio tres veces cada
semana , hasta derramar sangre, después cada dia, y al
fin tres veces entre noche y dia; y ponia secretamente debajo
de las sábanas algún pedazo de labia para dormir
menos y mal: y no teniendo cilicio para ponerse jtomaba
las espuelas, y las llevaba á raiz de las carnes para que
le lasiimasen , y juntaba estas asperezas con una continua
y fervorosa oración mental, y con los ejercicios y ocupaciones
santas, y propias de hombre escogido y guiado de
Dios. No se contentaba con gastar lodo el dia en estas santas
ocupaciones, sino que también la noche: durmiendo
sus criados se levantaba secretamente de la cama en camisa
en lo mas recio del invierno, y traspasado de los
grandes fi ios de la Lombardia, hasta que de pura flaqueza
secnia en el suelo, con una indiscreta , pero fuerte y
fervorosa devoción. Do la fuerza que se hacia en estar
atento á la oración, le sobrevino un gran dolor de cabeza,
que le alligió mucho y le duró toda la vida, aunque él le
llevaba con gran paciencia y alegria, por el deseo que tenia
de padecer y conformarse en algo con la pasión del
Señor. Una noche se acostó, y queriendo rezar los siete
salmos, que por el dolor de cabeza no habia podido rezar
entre dia, se hizo traer una vela y ponerla junto á su cama
, y despidió á sus criados ; pero vencido del sueño se
adormeció, y la candela se consumió y pegó fuego á la
cama, de manera que si el bienaventurado Luis no dispertara
y abriera presto la puerta para llamar algún criado,
allí quedara, ó quemado del fuego ó ahogado del humo
; y se tuvo por milagro el haber salido libre de aquel
incendio, que quemó toda la cama, la cual echaron los soldados
que acudieron en el foso del castillo, y le atajaron
partí que no hiciese mayor daflo.
Vino el año de 1581, en que la emperatriz doña María
de Austria, hija del emperador Carlos V, y hermana del
rey católico don Felipe el II, partió de Alemania para España.
Acompañó á su magestad el marqués don Ferrante
con loda su casa, y sirvióle en aquella jornada. En España
hizo el rey á nuestro Luis, y á sus dos hermanos, ministros
del príncipe don Diego. Aunque por haber de acudir á palacio
á servir al .príncipe, y por las ocasiones de distracciones
que hay en él, no fuera maravilla que un mozo de tan
tierna edad se entibiara en sus buenos propósitos, y aflojara
en sus santos ejercicios; no lo hizo así el bienavenli:-
LA LKYEJNDA DE ORO
DIA 2 f.
rado Luis; antes a mas de ocuparse en el estudio de la lógica
y de la esfera y filosofía natural, continuó el uso de
los santos sacramentos de la confesión y comunión, y de
su oración; y por este medio el Señor le iba perfeccionando
y enriqueciendo cada día mas de- nuevos dones y gracias,
para dar cumplimiento á los encendidos deseos que
1c habia dado de dejar totalmente el mundo y hacer divorcio
con todas sus vanidades, ambiciones y gustos déla tierra
; porque habiendo estado como un ano y medio en España,
juzgó que era ya llegado el tiempo en que debía
poner en ejecución la resolución que habia hecho en Italia
de hacerse religioso: y para acertar en la religión que habia
de tomar para mayor gloria de Dios, que esta fué siempre
su mira, se dió masa la oración, suplicando con grande
instancia á nuestro Señor, que le diese su luz y su espílu
en negocio de tan grande importancia.
Después de muchos y largos discursos, oraciones y
consideraciones, habiendo leido en santo Tomás, queaquellas
religiones entro las demás, tienen el sumo grado de
perfección, que se ordenan á enseñar, y á predicar, y á la
salud de las almas (porque no solamente atienden á la
contemplación, sino que también comunican á los otros lo
que han contemplado, y son mas semejantes á la vida sacratísima
de Jesucristo nuestro Señor y de sus apóstoles;,
se determinó de escoger la religión de la Compañía de Jesús;
y decía, que para eso le habían movido cuatro razones:
la primera, el parecerle que aun estaba su instituio
en la primera observancia: la segunda, por el voto que se
hace en ella, de no procurar dignidad fuera de la Compañía,
ni de aceptarla, sino por obediencia del papa: la tercera,
por la ocupación que tiene la Compañía en enseñar
á los niños el temor de Dios y las buenas letras, y mover á
á la virtud al pueblo con tantos y tan variados ministerios:
la cuarta, por ser totalmente instituida para alumbrar á
los gentiles, y reducir á los herejes al conocimiento deí
Señor, y esperar que algún día le podría caber la dichosa
suerte de ser enviado á parte donde pudiese converlir las
almasá la'santa fé. Pero para certificarse mas, si esta era
la voluntad del Señor, el año de 1383, siendo ya entrado
en los diez y seis años de su edad, tomando por íntercesora
á la sacratísima Virgen nuestra Señora, el día de su gloriosa
Asunción comulgó con extraordinario aparojo y devoción,
en el colegio de la Compañía de Jesús de Madrid;
y estando después de la comunión haciendo gracias, oyó
una voz clara y distinta que le decía, que se hiciese religioso
en la Compañía de Jesús, y que luego descubriese
todo su pecho á su confesor, que era un padre de la misma
Compañía, siciliano, llamado Ferdínando Paterno; y
así lo hizo; y entendió de él, que en la Compañía no le recibirían
sin licencia de su padre por excusar ruidos y pendencias.
Cuando el marqués supo de su hijo su resolución,
sintiólo por extremo, y tomó todos los medios que pudo
para divertirle; pero el mozo estuvo tan en sí, y tan firme
en su propósito, que ni los regalos ni las amenazas de su
padre pudieron hacer mella en aquel pecho poseído ya de
Dios. Mas después de muchos dares y lomares, se concertaron,
que no se hiciese religioso en España sino en Italia,
á donde el marqués quería volver; prometiendo á su hijo,
que allí le daría licencia y su bendición para hacer su voluntad.
Volvió el marqués con su casa á Dalia el año de 158i,
y luego pensó el bienaventurado Luis, que su padre le ha-