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32 LA LEYENDA DE ORO. DIA 6,<br />
porque el barbare queria tener consigo á Juan, y él partirse<br />
, para vivir consigo y con Dios í el cual al iin le dió<br />
victoria y gracia, para alcanzar la licencia que le pedia,<br />
y con ella se <strong>de</strong>spidió <strong>de</strong>l rey y <strong>de</strong> los negocios públicos,<br />
y repartida su hacienda á los pobres, y dada libertad á<br />
los esclavos, y compuestas sus cosas, con increíble gozo<br />
se partió solo y acompañado <strong>de</strong> Dios, pobre <strong>de</strong> bienes y<br />
rico <strong>de</strong> virtu<strong>de</strong>s, primero para visitar los sagrados lugares<br />
<strong>de</strong> Jerusalen y <strong>de</strong> allí al monasterio don<strong>de</strong> vivia su maestro<br />
Cosmo, para tomar el hábito <strong>de</strong> monge y hacer un perpetuo<br />
sacriücio <strong>de</strong> sí mismo al Señor.<br />
Pidió Juan humil<strong>de</strong>mente al abad, que le recibiese en<br />
su convenio, llamándose la oveja perdida, que venia á<br />
Cristo <strong>de</strong> los <strong>de</strong>siertos <strong>de</strong>l mundo. Diósele el abad con gran<br />
regocijo suyo y <strong>de</strong> los monges que alababan á Dios, por<br />
haber traído á su compañía un varón tan insigne en letras<br />
y virtud. Para instruirle en las cosas propias <strong>de</strong> su<br />
instituto y religión, trataron <strong>de</strong> darle maestro que se las<br />
enseñase; pero no se hallaba quién lo quisiese ser <strong>de</strong> tan<br />
calificado discípulo. Al cabo un santo viejo, sencillo y sin<br />
letras, se encargó <strong>de</strong> él: y Juan le tomó enlugar <strong>de</strong> maestro<br />
y como á tal le oia y obe<strong>de</strong>cía. La primera cosa que<br />
hizo el viejo, fué darle los preceptos que se siguen: «Que<br />
ninguna cosa hiciese por su propia voluntad; que ofreciese<br />
á Dios sus trabajos y oraciones; que procurase lavar<br />
las culpas <strong>de</strong> la vida pasada con lágrimas que agradan<br />
á Dios mas que el incienso ni cualquiera otro suave olor;<br />
que no anduviese vagueando en diversas imaginaciones;<br />
que procurase tener su ánimo libre <strong>de</strong> toda vana presunción<br />
; que no se <strong>de</strong>svaneciese pensando que sabia mucho;<br />
que no <strong>de</strong>sease tener revelaciones; que no confiase <strong>de</strong> sí<br />
mismo, ni en ciencia humana y <strong>de</strong> la tierra; queexaminase<br />
bien sus pensamientos; que en los casos dificultosos tomase<br />
consejo <strong>de</strong> otro ; que tuviese sus <strong>de</strong>seos en Dios y<br />
le pidiese siempre que santificase su cuerpo y alma.»<br />
Mandóle <strong>de</strong>más <strong>de</strong> esto: « Que no escribiese cartas sin licencia<br />
, ni hablase <strong>de</strong> otra ciencia ó disciplina, sino <strong>de</strong> la<br />
que profesaba; que guardase silencio y que no pensase<br />
que era bueno hablar bien sin tiempo.» Estas y otras cosas<br />
le dijo el santo viejo, sacadas, nó <strong>de</strong> los libros, sino<br />
<strong>de</strong>l espíritu <strong>de</strong>l cielo y <strong>de</strong> su larga experiencia. Recibiólas<br />
Juan , como si un ángel enviado <strong>de</strong>l Señor se las hubiera<br />
dicho, con gran<strong>de</strong> humildad y firme propósito <strong>de</strong> guardarlas<br />
al pié <strong>de</strong> la letra, y así lo hacia; y anadia otras,<br />
como era no contra<strong>de</strong>cir á nadie, ni murmurar <strong>de</strong> nadie,<br />
ni pasarle por el pensamiento que podia ser malo lo que<br />
el superior le mandaba. Quiso un dia su maestro probarle<br />
y mandóle que llevase á ven<strong>de</strong>r á Damasco algunas<br />
cestillas <strong>de</strong> palma que hacían los monges, porque allí había<br />
compradores: señalóle el precio en que las había <strong>de</strong><br />
dar, que era doblado <strong>de</strong> lo que comunmente se vendían.<br />
Hízolo san Juan con gran prontitud y alegría; cargóse <strong>de</strong><br />
sus cestillas; fuése á la ciudad; entró en la plaza y púsose<br />
á ven<strong>de</strong>rlas, en el mismo lugar don<strong>de</strong> con tanto lustre<br />
y acompañamiento <strong>de</strong> criados antes había mandado y<br />
gobernado. <strong>Los</strong> que venían á comprar, cuando oían el<br />
precio, hacían burla <strong>de</strong> él, y <strong>de</strong>cíanle mil injurias y baldones,<br />
tratándole <strong>de</strong> mentecato é insensato. Viole un hombre<br />
que había sido criado suyo y conocióle y compróle todas<br />
las espuertas que traia, dándole el precio que pedia<br />
por ellas, por librarle <strong>de</strong> oir las palabras afrentosas, que<br />
le <strong>de</strong>cían. Volvióá su monasterio muy contento, por hater<br />
obe<strong>de</strong>cido y mortificado el apetito <strong>de</strong> la gloria vana y<br />
estimación <strong>de</strong>l mundo. Ejercitábase en los oficios mas bajos<br />
, en servir á los otros religiosos, en lavarles los vasos<br />
y limpiar las inmundicias con extremada humildad; y el<br />
viejo en varias maneras le probaba, para hacerle mas perfecto<br />
y santo, y no le <strong>de</strong>jaba pasar cosa, por menuda que<br />
fuese, sin grave reprensión y castigo: y el santo Juan se<br />
sabia tan bien aprovechar, que lodo lo que el viejo hacia,<br />
le servia <strong>de</strong> espuela y estímulo para correr con mas aliento<br />
á la perfección. Tuvo el santo viejo su maestro una revelación<br />
, en que le mandaba Dios que or<strong>de</strong>nase á Juan<br />
que escribiese, para que se <strong>de</strong>rivasen en los otros las<br />
aguas saludables <strong>de</strong> su sabiduría; y así se lo or<strong>de</strong>nó, y<br />
Juan le obe<strong>de</strong>ció y comenzó á escribir altamente en prosa<br />
y en verso, libros y tratados admirables <strong>de</strong> los misterios<br />
divinos, los cuales han sido siempre muy eslimados y tenidos<br />
en gran<strong>de</strong> veneración <strong>de</strong> los santos padres griegos y<br />
<strong>de</strong> toda la Iglesia católica. Y habiéndose extendido la fama<br />
<strong>de</strong> la santidad y doctrina <strong>de</strong> Damasceno por muchas<br />
partes, el patriarca <strong>de</strong> Jerusalen que había or<strong>de</strong>nado á<br />
Cosmo, maestro <strong>de</strong> Juan, en obispo, contra su voluntad<br />
(en la cual dignidad santamente murió), llamó á<br />
Juan y le or<strong>de</strong>nó <strong>de</strong> presbítero, para que en aquel grado<br />
sirviese mas al Señor. Él se volvió luego á su nido<br />
para vivir en su corcho, como abeja solícita y cuidadosa,<br />
y labrar panales <strong>de</strong> miel y cera, con que la santa Iglesia<br />
se había <strong>de</strong> sustentar y alumbrar; porque <strong>de</strong>cia, que el<br />
grado <strong>de</strong> sacerdote le obligaba á trabajar mas: y que así<br />
como dice el apóstol san Pablo, que el buen presbítero es<br />
digno <strong>de</strong> doblada honra; así <strong>de</strong>be, el que es tal, doblar su<br />
cuidado y trabajo, y cultivar su alma <strong>de</strong> tal manera que<br />
sea un <strong>de</strong>chado <strong>de</strong> toda santidad. Estando, pues, san Juan<br />
Damasceno en su monasterio, gastando su tiempo en la<br />
contemplación <strong>de</strong> Dios ó en el estudio <strong>de</strong> la sagrada Escritura,<br />
ó en escribir libros fructuosos para enseñar á los católicos<br />
y confutar á los herejes, especialmente contra los<br />
que perseguiato y hacían guerra á las santas imágenes,<br />
que ya eran muchos, y armados con la potencia <strong>de</strong>l emperador<br />
León y <strong>de</strong> su hijo Constantino Coprónimo, que fué<br />
otra víbora peor que su padre, hacían grandísimo estrago<br />
en las almas í porque el furioso y perverso emperador, no<br />
contento con lo que arriba dijimos/procuró establecer con<br />
violencia su error, y <strong>de</strong>sarraigar totalmente, si pudiera, <strong>de</strong><br />
la Iglesia el uso y culto <strong>de</strong> las sanias imágenes; y para esto<br />
hizo juntar un conciliábulo, y echó <strong>de</strong> su silla á Germano,<br />
patriarca <strong>de</strong> Conslanlínopla, que no le queria consentir y<br />
puso en su lugar á Anastasio, tan hereje como él. Quemó<br />
las imágenes; rayó las <strong>de</strong> las iglesias: hizo blanquear los<br />
templos, y los <strong>de</strong>spojó <strong>de</strong> sus rentas y ornamentos. Procuró<br />
echar <strong>de</strong> Roma y quitar la vida muchas veces al santo<br />
pontífice Gregorio II <strong>de</strong> este nombre, y encarceló á sus<br />
legados y mandó echar á los perros los cuerpos <strong>de</strong> los santos<br />
mártires; y finalmente encendió en el mundo un fuego<br />
tan espantoso y un incendio tan horrible y lastimero, que<br />
en muchos años no se pudo apagar; porque sus hijos y<br />
sucesores lo alentaron y le hicieron crecer mas con su impiedad.<br />
Pero nuesíro Señor le castigó aun en esta vida<br />
con su brazo po<strong>de</strong>roso; porque el papa <strong>de</strong>spués que le avisó<br />
y amonestó paternalmente, y él se hizo sordo, le excomulgó<br />
; y fué <strong>de</strong> tanta autoridad el mandato <strong>de</strong>l papa y<br />
tan odioso y aborrecible el hecho <strong>de</strong> León emperador, que<br />
las mas délas ciuda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Italia y las gentes <strong>de</strong> guerra