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APROXIMACIÓN A LOS GÉNEROS MUSICALES

Hasta finales del siglo XVIII la música estaba muy vinculada al estatus social. Existía una tradición dual. De un lado, la música escrita asociada a la aristocracia. Y otra, de tradición oral y ligada a una población básicamente rural, la música folclórica. Desde entonces hasta nuestros días, la música que hoy reconocemos como popular ha ido evolucionando en un extenso abanico de géneros y estilos que han ido más allá de su estructura armónica y melódica. Realmente, representan una parte importante de nuestra cultura. Géneros musicales que han evolucionado en función de la gran cantidad de avances tecnológicos, tanto en el ámbito de la perfección y fabricación de instrumentos como en todo lo relacionado con los medios técnicos de grabación. Tales avances favorecieron el consumo masivo de la música popular moderna provocando la eclosión de una industria exclusiva. Desde aquellos músicos que tocaban en los salones de baile, en plena eclosión de la Revolución Industrial, hasta nuestros días, la música popular moderna nos ha proporcionado innumerables matices estilísticos fruto de sus originales cimientos y de la correspondiente evolución en el tiempo. En la presente publicación os presentamos una extensa aproximación a todos esos géneros de forma cuidada y sistematizada. Así pues, os invitamos a transitar, entender e interpretar las numerosas sendas de la música popular moderna.

Hasta finales del siglo XVIII la música estaba muy vinculada al estatus social. Existía una tradición dual. De un lado, la música escrita asociada a la aristocracia. Y otra, de tradición oral y ligada a una población básicamente rural, la música folclórica.
Desde entonces hasta nuestros días, la música que hoy reconocemos como popular ha ido evolucionando en un extenso abanico de géneros y estilos que han ido más allá de su estructura armónica y melódica. Realmente, representan una parte importante de nuestra cultura.
Géneros musicales que han evolucionado en función de la gran cantidad de avances tecnológicos, tanto en el ámbito de la perfección y fabricación de instrumentos como en todo lo relacionado con los medios técnicos de grabación.
Tales avances favorecieron el consumo masivo de la música popular moderna provocando la eclosión de una industria exclusiva.
Desde aquellos músicos que tocaban en los salones de baile, en plena eclosión de la Revolución Industrial, hasta nuestros días, la música popular moderna nos ha proporcionado innumerables matices estilísticos fruto de sus originales cimientos y de la correspondiente evolución en el tiempo.
En la presente publicación os presentamos una extensa aproximación a todos esos géneros de forma cuidada y sistematizada.
Así pues, os invitamos a transitar, entender e interpretar las numerosas sendas de la música popular moderna.

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JAZZ

genuinamente blanca, cuyo centro neurálgico se situaba en la Costa

Oeste de los Estados Unidos.

Ya Tony Scott con su Music For Zen Meditation (1964) y Paul

Horn (In India, 1967), entre otros, habían experimentado con la fusión

del jazz con las tradiciones musicales de oriente, pero el género tuvo que

esperar hasta mediados de la década de 1970 para que músicos como

Mark Isham o David Darling comenzaran a trazar sus líneas defnitivas,

que quedaron bien establecidas a lo largo de toda la década siguiente en

la obra de George Winston, Michael Hedges, Daniel Kobialka, Michael

Jones, David Lanz, Liz Story, Mark Nauseef, Glen Vélez, Rob

Wasserman o el grupo Shadowfax.

El jazz contemporáneo

Los años 1990 y el post-jazz

Desde mediados de la década de 1970 la ciudad de Nueva York

estaba experimentando una "nueva ola" de creatividad musical, tanto en

el mundo del rock como en el mundo del jazz y la música de vanguardia.

La revolución neoyorquina nacía de diversas raíces, y la cuestión racial

era una de ellas: los músicos blancos lideraban el movimiento, y los

músicos negros habían sido apartados de facto tanto de la escena de la

música rock como de la clásica. El jazz se había cruzado anteriormente

con otras músicas negras —el blues, el funk, el soul...—, pero hasta

entonces no lo había hecho con estilos como el rock o la música clásica

de vanguardia, tradicionalmente dominadas por músicos blancos. La

revolución neoyorquina cambió el orden de las cosas.

Entre los primeros músicos en catalizar toda esta serie de

elementos estuvieron el saxofonista John Zorn; el guitarrista Elliott

Sharp, cuyas composiciones son un ejemplo de síntesis de disonancia,

repetición e improvisación; Eugene Chadbourne, que integraba

elementos del jazz de vanguardia con la música blanca de origen rural; el

guitarrista Henry Kaiser ; el violoncelista Tom Cora; el guitarrista

irlandés Christy Doran; el baterista judío Joey Baron; y otros muchos

músicos de la misma generación.

La revolución neoyorquina se dejó sentir tanto en el tipo de

material en el que los músicos se estaban embarcando como en el tipo de

técnicas que empleaban para improvisar, recogiendo infuencias de todo

tipo y fusionándolas sin limitaciones conceptuales. Así, el saxofonista

Ned Rothenberg se estableció entre la primera línea de las nuevas

generaciones de improvisadores. Otros músicos, como el trombonista

Jim Staley, o Tom Varner, un virtuoso del corno francés, se situaron

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