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Capítulo II: Respuesta educativa y escolar al fenómeno migratorio
A medida que los educadores, los estudiantes de magisterio, el profesorado
en general sean más conscientes de esta situación, se sentirán más
motivados para su formación inicial y permanente, con proyectos interculturales
en los centros escolares, que favorezcan la inserción e integración de
los alumnos en la escuela y el entorno y con propuestas formativas para los
docentes, que les permitirán contar con las herramientas suficientes para
afrontar los nuevos paradigmas interculturales de la escuela y sociedad contemporánea.
Al frente del proceso para la educación en la tolerancia, el respeto, la
integración, el pluralismo, la identidad cultural, la convivencia, los derechos,
los conocimientos y las competencias está el educador en su sentido más
amplio; el maestro, el profesor, en conceptos más específicos. Si importante
en el proceso es el profesor, también lo es el alumno y los padres, recibiendo
una educación con características interculturales, en un triángulo de
colaboración formativa. Única manera para que ésta realmente se produzca.
Así los alumnos, según explican Malgesini y Giménez (2000), pueden
recibir actuaciones dirigidas a todo el grupo: creación de espacios para el
intercambio cultural, el destierro de posturas etnocéntricas, el trabajo en
grupo, tratando que sean heterogéneos. En las actuaciones dirigidas a las
minorías, reforzando el idioma de la sociedad de acogida, la enseñanza de
su segunda lengua materna y la escolarización que nivele el déficit curricular.
Para el grupo de los padres, la educación llega haciendo distinción entre
los autóctonos, para los que se recomienda campañas de sensibilización
para conseguir un cambio de actitudes y desmontar prejuicios, y entre
aquellos padres pertenecientes a culturas minoritarias, para quienes se
ofrece la información respecto al sistema educativo y la preocupación por
sus condiciones de vida en general.
Todos los autores coinciden en señalar que los profesores son el principal
y más importante agente del cambio. Han de mostrar las otras culturas
y sociedades con rigor, sensibilidad y respeto. Han de participar activamente
en el proceso educativo, demostrando una sensibilidad especial en la
realización de este trabajo y una formación adecuada en el conocimiento de
los fenómenos migratorios, de las culturas en que se encuentran, conocimiento
del marco teórico intercultural, formación en actitudes positivas
hacia la diversidad, revisar a fondo los materiales existentes y crear otros
nuevos en colaboración con padres, alumnos y equipos de compañeros.
En consecuencia, puede producirse en mayor grado, el compromiso y
la participación de todos en la construcción de un futuro más humano, justo
y solidario, si el trabajo educativo e intercultural, que desde los centros escolares,
comunidades educativas, asociaciones, organismo e instituciones
como las Facultades de Educación y Escuelas de Magisterio, pueda desarrollarse
en valores y actitudes, que incentiven a la formación, la educación, la
integración y adaptación constante en la sociedad y en la escuela.
Parece que el sistema educativo y la Administración en general, siguen
permaneciendo, en muchos aspectos, bastante ajenos a las constantes demandas
de información y formación proveniente de la realidad multicultural
que vivimos. Esto se deduce de una insuficiente inclusión en los programas
de formación de maestros de manera específica y sistemática, de elementos
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