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texto y sociedad en las letras francesas y francófonas

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de la molicie», el «verdadero lugar del placer». [p. 222]<br />

Una vez más comprobamos que el decorado bello y s<strong>en</strong>sual corresponde a una<br />

mujer bella. Al verla, el sofá experim<strong>en</strong>tó «mil s<strong>en</strong>saciones deliciosas». En la variedad<br />

de situaciones del «ver sin ser visto», ésta corresponde a la del personaje escondido que<br />

contempla el objeto de su deseo, la «bella durmi<strong>en</strong>te 16 ». La jov<strong>en</strong> Zéïnis corre <strong>las</strong><br />

cortinas para dejar la habitación <strong>en</strong> esa media p<strong>en</strong>umbra que favorece el clima erótico.<br />

[pp. 222-223]<br />

El único objeto-obstáculo que hay <strong>en</strong>tre la bella y el sofá es la túnica de gasa, que<br />

cubre y al mismo tiempo insinúa, incitando a ver más. El calor deja a Zéïnis medio<br />

desnuda, y el sofá puede contemplarla, dormida, a su antojo, gozar de cada movimi<strong>en</strong>to<br />

de su cuerpo. Pero al mirón ya no le basta el gozo visual, por eso avanza un paso más<br />

<strong>en</strong> la satisfacción de su deseo, deslizándose hasta su boca. [pp. 224-227]<br />

El sofá se ha <strong>en</strong>amorado de la hermosa y pura Zéïnis. Cuando llaman a la puerta y<br />

ella se sobresalta y recompone su ropa, Zéïnis hace pasar al gabinete a un jov<strong>en</strong> indio,<br />

Phéléas, y el sofá sabe <strong>en</strong>tonces que es éste su rival. Sin duda se aman los dos, pero la<br />

jov<strong>en</strong> ti<strong>en</strong>e miedo del galán, del amor, y reiteradam<strong>en</strong>te le pide salir del gabinete,<br />

consci<strong>en</strong>te del peligro que <strong>en</strong>traña quedarse a so<strong>las</strong> <strong>en</strong> este espacio. Phéléas cierra la<br />

puerta y, aunque ella int<strong>en</strong>ta impedírselo, la si<strong>en</strong>ta a su lado <strong>en</strong> el sofá. [pp. 228-229]<br />

Con la consumación del amor por primera vez de esta pareja verdaderam<strong>en</strong>te<br />

<strong>en</strong>amorada sobre el sofá, llega la red<strong>en</strong>ción de Amanzéi y el final de los cu<strong>en</strong>tos que<br />

han conseguido distraer al sultán.<br />

Conclusiones<br />

Aunque no es la primera vez que se recurre a un mueble para estructurar unos<br />

relatos, podemos imaginar que el término, muy de moda <strong>en</strong> la época, evocaría sueños de<br />

confort y de placer. El sofá, una variante de la multiplicidad de asi<strong>en</strong>tos individuales o<br />

compartidos del mom<strong>en</strong>to, es sobre todo un mueble que puede sustituir al lecho <strong>en</strong> una<br />

de sus funciones: la amorosa. Máxime cuando la salvación del sofá y su reconversión a<br />

humano dep<strong>en</strong>de de que dos jóv<strong>en</strong>es vírg<strong>en</strong>es consum<strong>en</strong> el acto sobre su asi<strong>en</strong>to.<br />

El poder tránsfuga del sofá ofrece variedad de decorados. Los mejores son<br />

voluptuosos, sin más caracterización. El preferido por el sofá, como preferido debe de<br />

ser para su ocupante, es el cabinet reculé que funciona como un boudoir y que los<br />

arquitectos disponían <strong>en</strong> el lugar más recóndito de la casa, como espacio de la intimidad<br />

16 Ibid., p. 80.<br />

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