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Bolívar: El Hombre de América - Academia Nacional de Medicina

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justificarse i<strong>de</strong>ológicamente. <strong>El</strong>lo supone, por otra parte, que el historiador omita lo relacionado con<br />

la formación sociopolítica <strong>de</strong>l objeto historiado, renunciando al análisis crítico <strong>de</strong> los hechos y<br />

fuentes que expone en sus escritos.<br />

Se trata así <strong>de</strong> sustentar al historiógrafo oficial que coinci<strong>de</strong> con lo que el régimen requiere para<br />

sostenerse y reproducirse, <strong>de</strong>l mismo modo que coinci<strong>de</strong>n Spengler y el nazismo alemán, Toynbee<br />

y los monopolios norteamericanos, Arciniegas y la oligarquía liberal-conservadora <strong>de</strong> Colombia.<br />

Des<strong>de</strong> luego, para lograr esa coinci<strong>de</strong>ncia el historiador <strong>de</strong>be per<strong>de</strong>r <strong>de</strong> vista la relación orgánica<br />

que liga lo pasado con el presente y separar la teoría <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> su práctica viva, y así po<strong>de</strong>r<br />

ofrecer una “historia” que carezca <strong>de</strong> utilidad política y social, esto es, una historia que no sirve para<br />

nada, pero, eso sí, una historia sacralizada que es lo mismo que <strong>de</strong>cir una historia muerta.<br />

Y una historia sin utilidad política y social, una historia muerta, es precisamente lo que sirve <strong>de</strong><br />

coartada a los opresores, puesto que les permite borrar sus huellas y ocultar el origen <strong>de</strong> su<br />

<strong>de</strong>spotismo <strong>de</strong>rivado <strong>de</strong> la explotación, el saqueo, el exterminio y <strong>de</strong>sarraigo <strong>de</strong> pueblos y<br />

comunida<strong>de</strong>s, el crimen y el holocausto <strong>de</strong> enormes contingentes <strong>de</strong> trabajadores y <strong>de</strong>sposeídos.<br />

De este modo el historiador oficial asume una actitud pusilánime en lo que respecta al<br />

conocimiento <strong>de</strong> la historia y adopta el espíritu recalcitrante <strong>de</strong> la clase dueña <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r económico,<br />

político y militar <strong>de</strong>l sistema. Con razón ha dicho Fontana que “<strong>El</strong> historiador mo<strong>de</strong>rno es el gran<br />

triunfo intelectual <strong>de</strong> la burguesía que ha tenido en él a su funcionario más fiel, barato y eficiente” 2 .<br />

Aunque hay diversas formas <strong>de</strong> enfocar la historia, todas ellas están contenidas en dos concepciones<br />

fundamentales que son el i<strong>de</strong>alismo metafísico y el materialismo dialéctico.<br />

La primera concepción supone un “creador sobrenatural”, a cuya “voluntad” están sometidos todos<br />

los aspectos y fenómenos <strong>de</strong> la evolución <strong>de</strong> la naturaleza y <strong>de</strong> la sociedad. Plantea la presunta<br />

“tesis” <strong>de</strong> la “pre<strong>de</strong>stinación”, ante la cual el hombre no es más que un objeto sin opción alguna <strong>de</strong><br />

vivir por sí y para sí.<br />

Es propio <strong>de</strong> esta concepción ese humor supersticioso y fatalista <strong>de</strong>l hombre que se consi<strong>de</strong>ra a sí<br />

mismo incapaz <strong>de</strong> alterar aquello que presume “voluntad <strong>de</strong> Dios”. Aceptando, así mismo, que el<br />

ejecutor <strong>de</strong> la “Pre<strong>de</strong>stinación” es el individuo revelado como ser mesiánico (santo, mártir o héroe),<br />

y en el sentido mítico, mágico y racista, el pueblo elegido o la raza superior. Según esa<br />

concepción los pueblos no hacen la historia, la pa<strong>de</strong>cen.<br />

Supone, por otra parte, que la historia se <strong>de</strong>senvuelve en un curso lineal, o la consi<strong>de</strong>ra como un<br />

hecho estático, inmutable, regido por la casualidad, es <strong>de</strong>cir, por leyes incognoscibles que no son<br />

susceptibles <strong>de</strong> ser comprendidas y mucho menos apropiadas y transformadas por el hombre. Es,<br />

pues, una concepción fetichista. Por lo <strong>de</strong>más, la historia concebida así pasa a ser narrada en el<br />

lenguaje <strong>de</strong>l opresor, <strong>de</strong>l amo colonialista, convirtiéndose en un instrumento <strong>de</strong> opresión cultural.<br />

De esta forma la historia <strong>de</strong> <strong>América</strong> Latina, África y Asia es minimizada o negada. Los manuales<br />

<strong>de</strong> “Historia Universal” que se usan como textos <strong>de</strong> enseñanza en los países <strong>de</strong> estos continentes, no<br />

son otra cosa que la historia <strong>de</strong> Europa y sus ramificaciones en la “Periferia <strong>de</strong>l mundo”. Lo<br />

europeo –y por extensión- lo norteamericano- como prototipo <strong>de</strong> lo que representan conceptos como<br />

2 Fontana, J.: "La Historia". Barcelona, España, 1973, P. 27.

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