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Bolívar: El Hombre de América - Academia Nacional de Medicina

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6. BOLÍVAR, PEDAGOGO PENSADOR -POÉTICO<br />

<strong>Bolívar</strong> y la religión. <strong>Bolívar</strong> y la educación popular - La palabra y el<br />

hombre -<strong>Bolívar</strong> poético.<br />

6.1 BOLÍVAR Y LA RELIGIÓN<br />

Siempre ha ocurrido, a lo largo <strong>de</strong>l curso <strong>de</strong> la historia y en todas partes, que el aparato eclesiástico,<br />

como arma que es <strong>de</strong> la superestructura <strong>de</strong> la sociedad, se resiste contra todo aquello que amenace<br />

con cambiar el or<strong>de</strong>n existente y con <strong>de</strong>salojar <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r político a la élite dominante. Dicho en<br />

lenguaje llano: siempre ha estado aliado <strong>de</strong> la bolsa y <strong>de</strong>l garrote. No es <strong>de</strong> extrañar entonces, que el<br />

clero <strong>de</strong> la época colonialista se hubiese opuesto tan beligerantemente a los patriotas que luchaban<br />

por la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia.<br />

<strong>Bolívar</strong>, que era librepensador, distinguía muy bien que una cosa era la religión en sí, y otra muy<br />

distinta era el uso y el abuso político que se ha hecho <strong>de</strong> ella contra toda perspectiva <strong>de</strong> cambio<br />

social y político. A ese clero, <strong>de</strong>fensor <strong>de</strong> la autoridad <strong>de</strong>l rey, guardián <strong>de</strong> la esclavitud,<br />

usufructuario <strong>de</strong> la opresión servil, lo llamó godo, es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong>fensor <strong>de</strong> los privilegios y enemigo <strong>de</strong><br />

los oprimidos. <strong>Bolívar</strong>, que supo respetar siempre las creencias religiosas <strong>de</strong> los hombres, luchó con<br />

acierto y energía contra el clero monarquista y retardatario que usaba la religión como un garrote<br />

contra los republicanos. Veamos algunos episodios sobre este aspecto:<br />

<strong>El</strong> jueves santo, 26 <strong>de</strong> marzo <strong>de</strong> 1812, se produjo un terrible terremoto que <strong>de</strong>struyó a Caracas,<br />

don<strong>de</strong> hubo más <strong>de</strong> 10.000 muertos, y sacudió pavorosamente a La Guaira, San Felipe,<br />

Barquisimeto y Mérida, bajo cuyos escombros perecieron otras 10.000 personas. Curiosamente la<br />

tragedia se acentuó en estas ciuda<strong>de</strong>s que eran fortines patriotas. En Coro, Maracaibo y Angostura -<br />

centros adictos al rey <strong>de</strong> España-, apenas sí se sintió con alguna fuerza. La gente, presa <strong>de</strong>l pánico y<br />

alienada por las supercherías <strong>de</strong>l clero godo, interpretó este fenómeno natural como la “ira <strong>de</strong> Dios”<br />

contra los herejes revolucionarios. La plebe oprimida, catequizada, ignorante, escuchaba en las<br />

calles a los curas que, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> improvisados altares, clamaban: “¡Misericordia, Rey Fernando!”,<br />

maldiciendo a los republicanos por haber abandonado la senda <strong>de</strong>l “bien”. Cronistas que vivieron y<br />

relataron el gran impacto que produjo el terremoto, cuentan que muchos patriotas se dieron golpes<br />

<strong>de</strong> pecho clamando piedad al “Altísimo”, y que no fueron pocos los que, viviendo amancebados con<br />

su mujer, se hicieron administrar el matrimonio sacramentado.<br />

<strong>Bolívar</strong> salió a la calle a contemplar el macabro espectáculo y se halló <strong>de</strong> pronto ante un fraile<br />

dominico que predicaba a la multitud consternada: “¡De rodillas, <strong>de</strong>sgraciados! Ha llegado la hora<br />

<strong>de</strong> que os arrepintáis. <strong>El</strong> brazo <strong>de</strong> la justicia divina pesa sobre vuestras cabezas porque habéis<br />

insultado a la Majestad <strong>de</strong>l Altísimo. <strong>El</strong> po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l más virtuoso <strong>de</strong> los monarcas, vuestro señor Don<br />

Fernando VII” 1<br />

<strong>Bolívar</strong> observaba con lógica repugnancia a ese fraile convertido en un simple y beligerante<br />

funcionario <strong>de</strong>l rey, cuando oyó la interpelación irónica que le hizo José Domingo Díaz,<br />

1 l. MANCINI, Jules. Op. cit., p. 73.

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