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Bolívar: El Hombre de América - Academia Nacional de Medicina

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marcada que se aviene mal con la horrorosa pintura que hace <strong>de</strong> él. ¿Y qué servicios pudo prestar<br />

Morillo en tan poco tiempo para merecer estas recompensas y estos encomios?” 43 .<br />

Es tan claro que Sucre fue sacrificado por su inquebrantable lealtad al Libertador y a la causa <strong>de</strong> la<br />

in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia y <strong>de</strong> la libertad, como también lo es que el asesinato cometido en la persona <strong>de</strong>l Abel<br />

<strong>de</strong> <strong>América</strong> arrastró a <strong>Bolívar</strong> a la muerte. <strong>Bolívar</strong> no murió <strong>de</strong> “tisis tuberculosa”, como dijo<br />

Reverend, ni <strong>de</strong> una invasión amibiática al hígado, como han sostenido algunos distinguidos<br />

historiadores que son médicos. <strong>Bolívar</strong> murió <strong>de</strong> dolor infinito. Murió <strong>de</strong> pesar por Colombia.<br />

Murió llorando a la <strong>América</strong> anarquizada y rota. Murió <strong>de</strong> indignación suprema frente a la traición,<br />

a la ingratitud, a la rapacidad y a la ineptitud <strong>de</strong> caudillos audaces e inescrupulosos que no tardaron<br />

en buscarse un nuevo amo para oprimir a las nuevas naciones.<br />

Y lo peor <strong>de</strong> todo era que sus <strong>de</strong>sesperanzas estaban completamente i<strong>de</strong>ntificadas con la realidad.<br />

“Yo <strong>de</strong>seo <strong>de</strong>scansar... La posteridad me hará justicia, y esta esperanza es cuanto poseo para mi<br />

felicidad”. Así lo había expresado dos años antes en Bucaramanga: “Sea lo que fuere no nos<br />

hallamos ya en los tiempos en que la historia <strong>de</strong> las naciones era escrita por historiógrafos<br />

privilegiados a los cuales se les daba entera fe sin examen... Son los pueblos los que <strong>de</strong>ben<br />

escribir sus anales y juzgar a los gran<strong>de</strong>s hombres. Venga, pues, sobre mí el juicio <strong>de</strong>l pueblo<br />

colombiano; es el que yo quiero, el que hará mi gloria” 44 .<br />

<strong>Bolívar</strong> y Sucre fueron el blanco <strong>de</strong> todas las infamias y crímenes <strong>de</strong> los enemigos <strong>de</strong> nuestra<br />

<strong>América</strong>. Pero el Libertador había advertido que esos feroces caudillos eran simples fichas <strong>de</strong><br />

intereses muy po<strong>de</strong>rosos y cruzados en <strong>América</strong> y Europa. Él había hecho la notable distinción que<br />

había entre los titiriteros liberticidas y los títeres liberticidas, señalando que la i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong><br />

intereses y su voracidad sin freno los asociaría para <strong>de</strong>struir a Colombia y a las naciones<br />

hispanoamericanas, sometiéndolas a una opresión mucho más oprobiosa que la que había impuesto<br />

España durante su dominación colonial.<br />

Sobre esos ven<strong>de</strong>patrias liberticidas y crueles hay que <strong>de</strong>cir con Londoño Jiménez: “... se encien<strong>de</strong><br />

la imaginación contra los traidores, los <strong>de</strong>sleales, los ingratos, contra los golillas que se sentían<br />

incómodos con la gran<strong>de</strong>za presentida <strong>de</strong> Nariño, contra quienes se propusieron que fuera una vía<br />

dolorosa la existencia <strong>de</strong>l Libertador, y que se llenaron <strong>de</strong> envidia porque un héroe como Sucre<br />

estaba tocando ya con la punta <strong>de</strong> su espada a las propias puertas <strong>de</strong> la inmortalidad. Fueron<br />

maestros <strong>de</strong> la infamia, voceros <strong>de</strong> la maledicencia, aban<strong>de</strong>rados <strong>de</strong> la felonía” 45 .<br />

Reflexionando sobre la suerte <strong>de</strong> nuestros pueblos gobernados por sus propios verdugos, el<br />

Libertador escribe: “... yo he mandado veinte años, y <strong>de</strong> ellos no he sacado más que pocos<br />

resultados ciertos: 1º, la <strong>América</strong> es ingobernable para nosotros; 2º, el que sirve una revolución ara<br />

en el mar; 3º, la única cosa que se pue<strong>de</strong> hacer en <strong>América</strong> es emigrar; 4º, este país caerá<br />

infaliblemente en manos <strong>de</strong> la multitud <strong>de</strong>senfrenada para <strong>de</strong>spués pasar a tiranuelos casi<br />

imperceptibles <strong>de</strong> todos los colores y razas; 5º, <strong>de</strong>vorados por todos los crímenes y extinguidos por<br />

la ferocidad, los europeos no se dignarán conquistarnos; 6º, si fuera posible que una parte <strong>de</strong>l<br />

mundo volviera al caos primitivo, éste sería el último período <strong>de</strong> la <strong>América</strong>...” 46 .<br />

Estas eran sus amargas <strong>de</strong>ducciones cuando estaba en Barranquilla cinco semanas antes <strong>de</strong> su<br />

muerte. Sucre seguía martillando en su mente y en su corazón. Ese mismo día <strong>Bolívar</strong> clamaba:<br />

43 43. I<strong>de</strong>m., T. III, P 327.<br />

44 44. DE LACROIX, L. Peru. Op. cit.<br />

45 45. LONDOfiO JIMENEZ, Hernando. Op. cit., p. 11.<br />

46 46. BOLÍVAR, Simón. Al general Juan José Fl6rez. Barranquilla, 9 <strong>de</strong> noviembre <strong>de</strong> 1830.

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