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Bolívar: El Hombre de América - Academia Nacional de Medicina

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“Déjeme usted, mi querido inglés. Hagamos otra cosa: en el cielo nos volveremos a casar, pero en la<br />

tierra no. ¿Cree usted malo este convenio? Entonces diría yo que era usted muy <strong>de</strong>scontento. En la<br />

patria celestial pasaremos una vida angélica y toda espiritual, (pues, como hombre, usted es<br />

pesado); allá todo será a la inglesa, porque la vida monótona está reservada a su nación (en amores,<br />

digo, pues en lo <strong>de</strong>más, ¿quiénes más hábiles para el comercio y la marina?). <strong>El</strong> amor les acomoda<br />

sin placeres; la conversación, sin gracia, y el caminado, <strong>de</strong>spacio; el saludar, con reverencia; el<br />

levantarse y sentarse, con cuidado; la chanza, sin risa: estas son formalida<strong>de</strong>s divinas, pero yo,<br />

miserable mortal que me río <strong>de</strong> mí misma, <strong>de</strong> usted y <strong>de</strong> estas serieda<strong>de</strong>s inglesas, etcétera., ¡qué<br />

mal me iría en el cielo! Tan mal como si fuera a vivir en Inglaterra o Constantinopla, pues los<br />

ingleses me <strong>de</strong>ben el concepto <strong>de</strong> tiranos con las mujeres aunque no lo fue usted conmigo, pero sí<br />

más celoso que un portugués. Eso no lo quiero yo: ¿no tengo buen gusto?<br />

“Basta <strong>de</strong> chanzas: formalmente y sin reírme, con toda la seriedad, verdad y pureza <strong>de</strong> una inglesa,<br />

digo que 'no me juntaré más con usted'. Usted anglicano y yo atea es el más fuerte impedimento<br />

religioso: el que estoy amando a otro es mayor y más fuerte. ¿No ve usted con qué formalidad<br />

pienso?” 10 .<br />

¡Así, ni más ni menos, es Manuela!<br />

<strong>Bolívar</strong>, que había recibido copia <strong>de</strong> la carta anterior, le escribió a su “adorada loca”:<br />

“Mi amor: ¿Sabes que me ha dado mucho gusto tu hermosa carta? Es muy bonita la que me ha<br />

entregado Salazar. <strong>El</strong> estilo <strong>de</strong> ella tiene un mérito capaz <strong>de</strong> hacerte adorar por tu espíritu admirable.<br />

Lo que me dices <strong>de</strong> tu marido es doloroso y gracioso a la vez. Deseo verte libre, pero inocente<br />

juntamente; porque no puedo soportar la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> ser el robador <strong>de</strong> un corazón que fue virtuoso y no<br />

lo es por mi culpa. No sé cómo hacer para conciliar mi dicha la tuya con tu <strong>de</strong>ber y el dúo. No sé<br />

cortar este nudo que Alejandro con su espada no haría más que intrincar más y mas, pues no se trata<br />

<strong>de</strong> espada ni <strong>de</strong> fuerza, sino <strong>de</strong> amor puro y <strong>de</strong> amor culpable, <strong>de</strong> <strong>de</strong>ber y <strong>de</strong> falta: <strong>de</strong> mi amor, en<br />

fin, con Manuelita la Bella” 11 .<br />

Meses <strong>de</strong>spués le escribirá:<br />

“Mi encantadora Manuela:<br />

“Tu carta <strong>de</strong>l 12 <strong>de</strong> septiembre me ha encantado: todo es amor en ti. Yo también me ocupo <strong>de</strong> esta<br />

ardiente fiebre que nos <strong>de</strong>vora como a dos niños. Yo, viejo, sufro el mal que ya <strong>de</strong>bía haber<br />

olvidado. Tú sola me tienes en este estado. Tú me pi<strong>de</strong>s que te diga que no quiero a nadie. ¡Oh! no,<br />

a nadie amo; a nadie amaré. <strong>El</strong> altar que tú habitas no será profanado por otro ídolo ni otra imagen,<br />

aunque fuera la <strong>de</strong> Dios mismo. Tú me has hecho idólatra <strong>de</strong> la humanidad hermosa o <strong>de</strong> Manuela.<br />

Créeme: te amo y te amaré sola y más. No te mates. Vive para mí y para ti: vive para que consueles<br />

a los infelices y a tu amante que suspira por verte” 12 .<br />

¡Fuego puro en el amor y en la política y en todo! Martí <strong>de</strong>cía que <strong>Bolívar</strong> llevaba siempre una<br />

espada y una flor: cuando entraba al combate arrojaba la flor, cuando entraba al amor arrojaba la<br />

espada.<br />

10 I<strong>de</strong>m. pp. 205.<br />

11 I<strong>de</strong>m., p. 206.<br />

12 I<strong>de</strong>m., p. 209.

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