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Bolívar: El Hombre de América - Academia Nacional de Medicina

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'Cúmplase la voluntad <strong>de</strong> Dios'. Esa es su suerte. No tuvieron, pues, los oficiales <strong>de</strong> artillería<br />

necesidad <strong>de</strong> instruir a la tropa <strong>de</strong> lo que proyectaban: estaban seguros <strong>de</strong> ser obe<strong>de</strong>cidos; y este era<br />

el elemento sobre el que fundaban sus esperanzas los conjurados” 76 .<br />

Manuela, convertida aquella noche en la Libertadora <strong>de</strong>l Libertador, relata lo ocurrido, luego <strong>de</strong> que<br />

los fanáticos terroristas entraran a palacio dando muerte a los centinelas e hiriendo al e<strong>de</strong>cán Ibarra:<br />

“Serían las doce <strong>de</strong> la noche cuando latieron mucho dos perros <strong>de</strong>l Libertador, y a más se oyó un<br />

ruido extraño que <strong>de</strong>be haber sido al chocar con los centinelas... Desperté al Libertador, y lo<br />

primero que hizo fue tomar su espada y una pistola y tratar <strong>de</strong> abrir la puerta. Le contuve y le hice<br />

vestir, lo que verificó con mucha serenidad y prontitud. Me dijo: 'Bravo, vaya, pues, ya estoy<br />

vestido; y ahora, ¿qué hacemos? ¿Hacemos fuertes?'. Volvió a querer abrir la puerta y lo <strong>de</strong>tuve.<br />

Entonces se me ocurrió lo que había oído al mismo general un día: '¿Usted no dijo a Pepe París que<br />

esta ventana era muy buena para un lance como estos?'. 'Dices bien', me dijo, y fue a la ventana. Yo<br />

impedí el que se botase, porque pasaban gentes, pero lo verificó cuando no hubo gente, y porque ya<br />

estaban forzando la puerta.<br />

“Yo fui a encontrarme con ellos para darle tiempo a que se fuese; pero no tuve tiempo para verle<br />

saltar, ni cerrar la ventana. Des<strong>de</strong> que me vieron me agarraron: '¿Dón<strong>de</strong> está <strong>Bolívar</strong>?' Les dije que<br />

en el Consejo, que fue lo primero que se me ocurrió; registraron la primera pieza con tenacidad,<br />

pasaron a la segunda y viendo la ventana abierta exclamaron: '¡Huyó; se ha salvado!'. Yo les <strong>de</strong>cía:<br />

'No, señores, no ha huido, está en el Consejo'. '¿Y por qué está abierta la ventana?'. 'Yo la acabo <strong>de</strong><br />

abrir, porque <strong>de</strong>seaba saber qué ruido había'. Unos me creían y otros no. Pasaron al otro cuarto,<br />

tocaron la cama caliente, y más se <strong>de</strong>sconsolaron, por más que yo les <strong>de</strong>cía que yo estuve acostada<br />

en ella esperando que saliese <strong>de</strong>l Consejo para darle un baño.<br />

“<strong>El</strong> Libertador se fue con una pistola y con el sable... Al tiempo <strong>de</strong> caer en la calle pasaba su<br />

reportero y lo acompañó. <strong>El</strong> general se quedó en el río (bajo el arco <strong>de</strong>l puente <strong>de</strong>l Carmen) y<br />

mandó a éste a saber cómo andaban los cuarteles; con el aviso que le llevó, salió y fue para el<br />

(batallón) Vargas...” 77 .<br />

<strong>El</strong> batallón Vargas <strong>de</strong>rrotó la conspiración, tomó la división <strong>de</strong> artillería y los principales activistas<br />

<strong>de</strong>l frustrado liberticidio se dieron a la fuga. Uno <strong>de</strong> éstos, Florentino González, lo relata así:<br />

“Yo me separé allí <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más conjurados (en la plaza <strong>de</strong> la catedral), y con el doctor Mariano<br />

Ospina seguí hasta la esquina <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> moneda, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> él tomó otro camino, y yo me fui para<br />

mi casa a tomar mi caballo para huir <strong>de</strong> la capital. Carujo siguió por <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la catedral con unos<br />

veinte soldados, Horment, Zuláibar y Acevedo se separaron <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> Carujo, quien con quince o<br />

veinte soldados siguió para San Victorino, arrollando en su marcha al escuadrón <strong>de</strong> Grana<strong>de</strong>ros, y<br />

otras partidas <strong>de</strong> tropas que se presentaron a su paso. En San Victorino se encontró con el general<br />

José María Córdoba a cuyas ór<strong>de</strong>nes puso los soldados que llevaba, y siguió a ocultarse en la casa<br />

<strong>de</strong> campo <strong>de</strong> un ciudadano que, aunque amigo <strong>de</strong> <strong>Bolívar</strong>, le inspiraba toda confianza por sus<br />

sentimientos generosos. Esta confianza no fue engañada, y Carujo jamás reveló a nadie el nombre<br />

<strong>de</strong> esa persona” 78 .<br />

76 POSADA GUTIÉRREZ, Joaquín. Op. cit., T. 1, p. 168.<br />

77 Ver: Joaquín Posada Gutiérrez: Memorias histórico-políticas; Indalecio Liévano<br />

Aguirre: <strong>Bolívar</strong>; Juvenal Herrera Torres: Simón <strong>Bolívar</strong>. Vigencia histórica y política;<br />

Waldo Frank: <strong>Bolívar</strong>: nacimiento <strong>de</strong> un mundo.<br />

78 Ibi<strong>de</strong>m.

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