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A. La corte de Alfonso VIII - Gonzalo de Berceo

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i<strong>de</strong>alizada, puesto que parecen tener bienes comunes ("'quanto val' un dinero <strong>de</strong> propio non<br />

avemos'"), trabajan la tierra ("'De la tierra sacamos nuestro vito cutiano"'), y no se preocupan en<br />

absoluto por la riqueza ("'Non es nuestra costumbre tesoro con<strong>de</strong>sar"'). A<strong>de</strong>más, los escitas son<br />

muy piadosos, puesto que aceptan estoicamente los <strong>de</strong>signios <strong>de</strong> Dios, un Dios cristiano (el<br />

escita dice "'Dios'", no "Júpiter" ni nada parecido):<br />

"Si<br />

nos aviene pérdida, en paz nos la sofrimos,<br />

Dios lo da, Dios lo tuelle, nos esto comedimos;<br />

nos cosa sobejana a Dios nunca pedimos,<br />

quequier que él nos da, nos essol gra<strong>de</strong>çimos" .<br />

Aparte <strong>de</strong> esto, los escitas parece n orarle a Dios ("'a Dios<br />

sus <strong>de</strong>rechuras todas ge las<br />

ren<strong>de</strong>mos"'), y, explícitamente, procuran cu idarse <strong>de</strong> caer en la soberbia<br />

("'nunca a nuestro<br />

próximo sobervia le fazemos'"), com o está haciendo el rey Alexandre.<br />

Por consiguiente, dada la<br />

favorable presentación que hace <strong>de</strong> los embajadores escitas el autor <strong>de</strong>l Libro <strong>de</strong> Alexandre, y<br />

dado el contenido<br />

<strong>de</strong> la embajada, es necesario concluir que las simpatías <strong>de</strong>l poeta castellano<br />

están con los enviados escitas, y que Alexandre <strong>de</strong>bería escucharles y <strong>de</strong>jarles tranquilos.<br />

Sin embargo, Alexandre no hace caso <strong>de</strong> los ruegos <strong>de</strong> los sabios embajadores escitas:<br />

Calló el omne bueno que avié bien fablado,<br />

<strong>de</strong> grado <strong>de</strong>l conçejo oviera recabdado;<br />

non dio el rey por ello un mal puerro assado,<br />

díxoles que por verba non serié espantado. (1940)<br />

Es <strong>de</strong>cir, aunque sus hombres están <strong>de</strong> acuerdo con el orador escita, Alexandre, sin aconsejarse<br />

primero con<br />

ellos y, por tanto, violando expresamente una <strong>de</strong> las recomendaciones <strong>de</strong><br />

Aristóteles, <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> atacar a los escitas. El ataque <strong>de</strong>l monarca macedonio se <strong>de</strong>scribe en una sola<br />

cua<strong>de</strong>rna, con una rapi<strong>de</strong>z brutal:<br />

Entróles por la tierra, fuelos acometer,<br />

priso<br />

mayores daños que non cuidó pren<strong>de</strong>r,<br />

pero non se pudieron en cabo <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r,<br />

prendiendo malas pérdidas óvolos a vençer. (1941)<br />

Como se pue<strong>de</strong> observar, las advertenc ias <strong>de</strong> los escitas no eran<br />

en vano, el rey Alexandre perdió<br />

más <strong>de</strong> lo que ganó ("prendiendo malas pérdidas óvolos a vençer"), por lo que no <strong>de</strong>bería<br />

haberlos atacad o. En suma, el episodio d e la embajada escita es una<br />

clara muestra <strong>de</strong> que<br />

Alexandre está siendo dominado por la codicia y la soberbia. Es<br />

<strong>de</strong>cir, el autor ha usado el

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