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A. La corte de Alfonso VIII - Gonzalo de Berceo

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Como Rodrigo esto oyó aprisa pi<strong>de</strong> el caballo;<br />

con una voz alterada contra el rey así ha hablado:<br />

"Por besar mano <strong>de</strong> rey no me tengo por honrado,<br />

porque la besó mi padre me tengo por afrentado".<br />

En diciendo estas palabras salido se ha <strong>de</strong>l palacio,<br />

consigo se los tornaba los trecientos hijosdalgo.<br />

Si bien vinieron vestidos, volvieron mejor armados,<br />

y si vinieron en mulas, todos vuelven en caballos. (Romancero 134-35)<br />

<strong>La</strong> caracterización <strong>de</strong>l Cid en este romance <strong>de</strong> vasallo rebel<strong>de</strong><br />

resalta por indicar, ya <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un<br />

principio, que Rodrigo es un hombre violento y altivo. Ya en el tercer verso, la primera vez que<br />

aparece en el poema, Rodrigo recibe el apelativo <strong>de</strong> "el soberbio castellano". A<strong>de</strong>más, el Cid<br />

aparece como el único miembro <strong>de</strong> ambos <strong>corte</strong>jos que está preparado para la batalla, puesto que<br />

sus ropas y montura<br />

se oponen en este sentido al atuendo festivo <strong>de</strong> los <strong>corte</strong>sanos. Asimismo, el<br />

temor <strong>de</strong>l rey <strong>Alfonso</strong> VI, y su reacción cuando Rodrigo lleva la mano a la espada, <strong>de</strong>muestran<br />

que el Cid tiene<br />

fama <strong>de</strong> ser un guerrero <strong>de</strong> carácter volátil. Así pues, la caracterización violenta<br />

<strong>de</strong>l vasallo rebel<strong>de</strong> <strong>de</strong> este poema está suficientemente probada.<br />

Por otra parte, el comportamiento <strong>de</strong> Rodrigo para con el rey también es agresivo y<br />

enormemente irrespetuoso. Para empezar, el héroe castellano no está dispuesto a besar la mano<br />

<strong>de</strong>l rey. A continuación,<br />

Rodrigo permance en actitud <strong>de</strong>safiante y belicosa, montado sobre su<br />

corcel <strong>de</strong> guerra mientras<br />

los <strong>de</strong>más se arrodillan. El Cid sólo <strong>de</strong>pone esta pose a instancias <strong>de</strong> su<br />

anciano padre, que le tiene que rogar para ello. Después, sin embargo,<br />

la respuesta <strong>de</strong> Rodrigo al<br />

rey se califica <strong>de</strong> "alterada", y resulta abiertamente insultante. Por último, el Cid se marcha <strong>de</strong><br />

una forma que supone una clara amenaza para <strong>Alfonso</strong> VI, y una<br />

promesa <strong>de</strong> futuros<br />

enfrentamientos armados entre ambos.<br />

Actualmente, los lectores están menos familiarizados con esta imagen <strong>de</strong> vasallo rebel<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>l Cid que con la que ofrece el Poema <strong>de</strong> mio Cid. Sin embargo, como afirma Vaquero ("The<br />

Poema"), durante la Edad Media, la imagen más común y conocida <strong>de</strong> Rodrigo Díaz era la <strong>de</strong>l<br />

vasallo rebel<strong>de</strong>, violento, y agresivo para con su rey. Prueba <strong>de</strong> ello es que el 99% <strong>de</strong> los<br />

romances conservados, entre los que se encuentran, por ejemplo, los famosos romances<br />

<strong>de</strong>dicados a la Jura <strong>de</strong> Santa Ga<strong>de</strong>a, presenten esta versión rebel<strong>de</strong> <strong>de</strong> Ruy Díaz. De hecho, la

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