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A. La corte de Alfonso VIII - Gonzalo de Berceo

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Escribo, así, para que veáis cuándo la indolencia venenosa <strong>de</strong> un hombre pudriera una<br />

gran parte <strong>de</strong>l mundo, si la perfecta serenidad y la serena perfección <strong>de</strong> aquel magno<br />

señor con quien milito no opusiera contra el po<strong>de</strong>roso veneno una triaca eficaz. Supo<br />

pues curar lo contrario con su opuesto, y las enfermeda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> las costumbres fustigar<br />

sabiamente con su antídoto. Contra los tumores <strong>de</strong> la soberbia, superpuso los remedios <strong>de</strong><br />

la justicia. Contra la enfermedad <strong>de</strong> la avaricia, lanzó el cataplasma <strong>de</strong> la liberalidad.<br />

(192)<br />

El binarismo <strong>de</strong> García es perfecto: opone siempre un vicio con su virtud correspondiente. <strong>La</strong><br />

mayoría <strong>de</strong> estas cualida<strong>de</strong>s (serenidad, liberalidad) tiene un carácter <strong>de</strong>cididamente cortés. 129<br />

Sin embargo, no conviene pensar que García <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> cualquier tipo <strong>de</strong> <strong>corte</strong>sía. Para el<br />

excanciller <strong>de</strong> <strong>Alfonso</strong> <strong>VIII</strong> existe una mala <strong>corte</strong>sía, que precisamente es la que predomina en su<br />

tiempo. <strong>La</strong> mala <strong>corte</strong>sía se caracteriza por la superficialidad. Esta moda perniciosa altera las<br />

apariencias externas y las<br />

costumbres más banales <strong>de</strong> los que la adoptan, sin poner en<br />

funcionamiento las severas condiciones morales que García propugna:<br />

*<br />

Por otra parte, si esta larga digresión no trabó a la memoria,<br />

si bien recuerdo, en verdad<br />

escribo cuando se comportan los hombres más bestialmente que semejantes a las bestias,<br />

así se animalizan los brutos, que no tienen costumbres fijas, y las que más habían <strong>de</strong>seado<br />

no se prescribieron. Cuando aquel profeta viene al caso: El hombre que cuando hallara el<br />

honor no lo entendiera, es comparable a los<br />

burros ignorantes, y se hace semejante a<br />

ellos. [. . .] Cuando las costumbres <strong>de</strong> los hombres no tienen lugar entre los hombres, y<br />

cuando no tienen domicilio cierto peregrinan. [. . .] Cuando los hijos no hacen patria, sino<br />

que se expatrian, sin observar ni las costumbres <strong>de</strong> sus padres ni las <strong>de</strong> su patria. Cuando<br />

algunos cuidan mujerilmente <strong>de</strong> sus cabelleras, como los armenios y como los rutenios.<br />

Algunos cortan <strong>de</strong>formemente sus<br />

cabellos, como los vascos y los provenzales. Algunos<br />

abovedan<br />

sus peinados en forma <strong>de</strong> ventana, y asimilan sus rostros a los <strong>de</strong> las garcetas,<br />

como los hispanos. Algunos se <strong>de</strong>jan crecer barbas <strong>de</strong> chivo, como los griegos. Algunos<br />

se rapan la barba <strong>de</strong> raíz, como los franceses y flamencos. Algunos divi<strong>de</strong>n en dos la<br />

parte superior con tenazas, cuidando la inferior con peines, como los venecianos y<br />

pisanos.<br />

129 Otras, como la justicia, representan las virtu<strong>de</strong>s que caracterizan particularmente al magnate eclesiástico.

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