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A. La corte de Alfonso VIII - Gonzalo de Berceo

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"Non se faz la fazienda por cabellos peinados,<br />

nin por ojos fermosos nin çapatos dorados;<br />

mester ha puños duros, carrillos <strong>de</strong>nodados,<br />

ca lanças nin espadas non saben <strong>de</strong> falagos". (469)<br />

Héctor no implica que la belleza sea una cualidad in<strong>de</strong>seable, pero sí que pue<strong>de</strong> ser mal usada,<br />

como un "falago", y que <strong>de</strong>be contrarrestarse con el esfuerzo bélico, la fortitudo. Del mismo<br />

modo que el autor <strong>de</strong>l Libro <strong>de</strong> Alexandre en este pasaje, el poeta cidiano también rechaza cierto<br />

tipo <strong>de</strong> belleza <strong>corte</strong>sana, fatua y vana. Esta mala belleza se contrapone a la honesta belleza <strong>de</strong>l<br />

Cid. El propio héroe parece acusar <strong>de</strong> belleza sin esfuerzo<br />

antes <strong>de</strong>l combate<br />

entre ambos:<br />

al con<strong>de</strong> Remont Verenguel justo<br />

"Ellos vienen cuesta yuso e todos traen calças,<br />

e las siellas cocer as e las cinchas amojadas;<br />

nós cavalgarem os siellas gallega s e huesas sobre calças,<br />

ciento cavalleros <strong>de</strong>vemos vencer a aquellas<br />

mesnadas". (992-95)<br />

En este parlam ento, el Cid ridi culiza el adornado atuendo <strong>de</strong> los catalanes<br />

y lo opone al equipo<br />

aguerrido <strong>de</strong> s us hombres. Los catalanes son bellos, pero no esforzados; sus hombres saben ser<br />

ambas cosas. Por ello, no po<strong>de</strong>mos pensar que el poeta con<strong>de</strong>na<br />

sin reservas el buen a<strong>de</strong>rezo<br />

exterior <strong>de</strong> los héroes. Recor<strong>de</strong>m os que el propio Cid se había arreglado fastuosa y<br />

brillantemente para ir a las <strong>corte</strong>s:<br />

No·s' <strong>de</strong>tiene por nada el que en buen ora nació,<br />

calças <strong>de</strong> buen paño en sus camas metió,<br />

sobr'ellas unos ça patos que a grant huebra son;<br />

vistió camisa <strong>de</strong> ranç al, tan blanca commo el sol,<br />

con oro e con plata todas las presas son,<br />

al puño bien están, ca él se lo mandó;<br />

sobr'ella<br />

un brial primo <strong>de</strong> ciclatón,<br />

obrado es con oro, parecen por o son;<br />

sobr'esto una piel vermeja, las bandas d'oro son [. . .]. (3084-90)<br />

De hecho, el Cid lleva en esta ocasión algunas prendas que ridiculiza en los catalanes: las<br />

"calças" y los "çapatos", que se sobreentien<strong>de</strong>n en el atuendo <strong>de</strong> los hombres <strong>de</strong> Remont<br />

Verenguel, puesto que los catalanes no gastan huesas en los pies. El autor <strong>de</strong>l Poema <strong>de</strong> mio Cid<br />

no pue<strong>de</strong>, por tanto, estar rechazando la belleza en este pasaje. Lo que parece propugnar es que

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