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A. La corte de Alfonso VIII - Gonzalo de Berceo

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la cara <strong>de</strong>l cavallo tornó a Santa<br />

María,<br />

alçó su mano dies tra, la cara se santigua:<br />

"¡A ti lo gra<strong>de</strong>sco, Dios, que cielo e tierra guías;<br />

válanme tus vertu<strong>de</strong>s, gloriosa Santa María!<br />

D'aquí quito Castiella, pues que el rey he en ira,<br />

non sé si entraré ý más en todos los mios días.<br />

¡Vuestra vertud me vala, Gloriosa, en mi exida,<br />

e me ayu<strong>de</strong> e me acorra <strong>de</strong> noch e <strong>de</strong> día!<br />

Si vós assí lo fiziére<strong>de</strong>s e la ventura me fuere conplida,<br />

mando al vuestro altar buenas donas e ricas;<br />

esto é yo en <strong>de</strong>bdo: que faga ý cantar mill missas".<br />

(214-25)<br />

Como se pue<strong>de</strong> observar, esta vez el Cid especifica<br />

la naturaleza <strong>de</strong> su especial "contrato" con la<br />

divinidad: si recibe el apoyo <strong>de</strong> la Virgen ("'¡Vuestra vertud me vala, Gloriosa, en mi<br />

exida, / e<br />

me ayu<strong>de</strong> e me acorra <strong>de</strong> noch e <strong>de</strong> día!'"), el héroe costeará mil misas en Santa<br />

María ("' Si vós<br />

assí lo fiziére<strong>de</strong>s e la ventura me fuere conplida, / mando al vuestro altar buenas donas e ricas; /<br />

esto é yo en <strong>de</strong>bdo: que faga ý cantar<br />

mill missas'"). Por último, la propia doña Ximena vuelve a<br />

rogar a Dios por el Cid en una larga plegaria (330-365), recurso<br />

por otra parte muy típico <strong>de</strong> la<br />

canción <strong>de</strong> gesta.<br />

Como cabría esperar, el Cid recibe l a ayuda divina que había solicitado: en efecto, logra<br />

volver venturosamente a Castilla, como ha bían pedido el héroe y su mujer (219-20; 364-65).<br />

A<strong>de</strong>más, el poeta <strong>de</strong>ja claro que Dios está <strong>de</strong>l la do <strong>de</strong>l Cid narrando cómo el arcángel San<br />

Gabriel se le aparece en sueños al héroe castellano:<br />

Y se echava mio Cid <strong>de</strong>spués que cenado fue,<br />

un sueño·l' priso dulce, tan bien se adurmió;<br />

el ángel Gabriel a él vino en sueño:<br />

"¡Cavalgad, Cid, el buen Campeador,<br />

ca nuncua en tan buen punto cavalgó varón!<br />

Mientra que visquiére<strong>de</strong> s, bien se fará lo to".<br />

Cuando <strong>de</strong>spertó el Cid, la cara se santigó,<br />

sinava la cara, a Dios se acomendó.<br />

Mucho era pagado <strong>de</strong>l sueño que soñado á. (404-11)<br />

Agra<strong>de</strong>cido<br />

por la ayuda recibida, el Cid le manda el dinero prometido a la iglesia burgalesa en<br />

la que había rezado:

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