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A. La corte de Alfonso VIII - Gonzalo de Berceo

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De este modo, injustamente movido y airado el rey por un una<br />

sugerencia malvada y<br />

envidiosa, echó a Rodrigo <strong>de</strong> su reino.<br />

Sed imperator adhuc tractauit in cor<strong>de</strong> suo multa inuidia et consilio maligno, ut eiceret<br />

Ro<strong>de</strong>ricum <strong>de</strong> terra sua. (928)<br />

Pero el emperador revolvía contra éste mucha envidia e i<strong>de</strong>as malignas en su corazón, por<br />

lo que echó a Rodrigo <strong>de</strong> su tierra.<br />

[. . .] rex ductus inuidia [. . .]. (950)<br />

El rey, llevado por la envidia.<br />

En efecto, estos móviles tan negativos que <strong>de</strong>scribe la Historia Ro<strong>de</strong>rici no podían ser <strong>de</strong>l agrado<br />

<strong>de</strong>l <strong>Alfonso</strong> <strong>VIII</strong> que patrocinó el Poema <strong>de</strong> mio Cid. <strong>Alfonso</strong> <strong>VIII</strong> se i<strong>de</strong>ntificaba<br />

tanto con<br />

<strong>Alfonso</strong> VI como con el Cid, respectivamente, por su doble condición <strong>de</strong> rey y <strong>de</strong> <strong>de</strong>scendiente<br />

<strong>de</strong> Rodrigo. Por ello, el poeta castellano se ocupó <strong>de</strong> alterar estas motivaciones, que seguramente<br />

le transmitió la tradición<br />

(están en plena consonancia con el espíritu y la estructura <strong>de</strong> los<br />

cantares <strong>de</strong> vasallo rebel<strong>de</strong>), y procuró presentar al rey <strong>Alfonso</strong> VI bajo una óptica positiva en su<br />

Poema <strong>de</strong> mio Cid. <strong>La</strong> respetuosa actitud mostrada hacia el rey tanto por parte <strong>de</strong>l autor <strong>de</strong> la<br />

obra como <strong>de</strong>l propio personaje <strong>de</strong>l Cid, constituyen un claro ejemplo <strong>de</strong> la fi<strong>de</strong>lidad a la<br />

monarquía que propone el autor <strong>de</strong> la obra.<br />

En segundo lugar, ya una vez en el <strong>de</strong>stierro, el Cid se muestra sumamente fiel a <strong>Alfonso</strong><br />

VI, y sigue consi<strong>de</strong>rándose su vasallo, como le explica Minaya Albar Fáñez al rey <strong>Alfonso</strong> VI:<br />

razónas' por vuestro vasallo e a vós tiene por señor. (1338-39)<br />

De hecho, Rodrigo le envía a su rey riquísimos presentes en tres ocasiones (810-98; 1270-384;<br />

1804-914), pese a que, por su condición <strong>de</strong> <strong>de</strong>sterrado, no esté obligado a enviarle nada.<br />

En tercer lugar, cuando el Cid alcanza lo que se propone, que es el perdón <strong>de</strong> su señor, y<br />

se encuentra finalmente<br />

con él, el héroe actúa <strong>de</strong> una forma especialmente humil<strong>de</strong>:<br />

commo lo comidía el que en buen ora nació,<br />

los inojos e las manos en tierra los fincó,<br />

las yerbas <strong>de</strong>l campo a dientes las tomó.<br />

Llorando <strong>de</strong> los ojos, tanto avié el gozo mayor,

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