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A. La corte de Alfonso VIII - Gonzalo de Berceo

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Ahora<br />

anteriormente, la <strong>corte</strong>sía <strong>de</strong> Diego García es una i<strong>de</strong>ología <strong>de</strong> carácter arqueológico. Con esto<br />

quiero <strong>de</strong>cir que<br />

las virtu<strong>de</strong>s que alaba García forman parte <strong>de</strong> un archivo i<strong>de</strong>alizado. El<br />

excanciller <strong>de</strong> <strong>Alfonso</strong><br />

<strong>VIII</strong> localiza este archivo en un pasado irreal y en un personaje i<strong>de</strong>alizado<br />

e igualmente irreal. Debemos suponer que el pasado es la <strong>corte</strong> <strong>de</strong> <strong>Alfonso</strong> <strong>VIII</strong>, ya que este fue<br />

*<br />

Prosiguiendo, <strong>de</strong>clararé pues <strong>de</strong> forma resumida el estado o la <strong>de</strong>sgracia, o mejor el ocaso<br />

<strong>de</strong> los hombres mo<strong>de</strong>rnos, no para insultar, sino para aconsejar, no satíricamente, sino<br />

admonitoriamente, diciendo fielmente cuándo escribo. Escribo, así, en el año <strong>de</strong> la<br />

encarnación <strong>de</strong>l Verbo <strong>de</strong> 1218. [. . .] Cuando se enfrió la caridad <strong>de</strong> muchos, si alguna<br />

queda. [. . .] Cuando las siete virtu<strong>de</strong>s están marchitas como rosas o lirios, y por el<br />

contrario los siete vicios rever<strong>de</strong>cen como cicuta o abrojo. [. . .] <strong>La</strong> pru<strong>de</strong>ncia se disipa.<br />

<strong>La</strong> temperancia <strong>de</strong>lira. <strong>La</strong> fortaleza titubea miserablemente <strong>de</strong>bilitada. Escribo, así,<br />

cuando la obstinada soberbia se exalta contrariamente <strong>de</strong> lo que se indicó. <strong>La</strong> macilenta<br />

envidia roe fieramente a los inocentes. [. . .] Cuando universalmente todo bien se<br />

encuentra disminuido y todo mal alzado y aumentado. (182)<br />

Esto es, la época<br />

contemporánea, el año <strong>de</strong> 1218, o el <strong>de</strong> 1216, para el caso <strong>de</strong>l prólogo (Alonso<br />

Alonso *) es<br />

bien, como se habrá podido observar al leer los varios párrafos citados<br />

el único otro reinado que conoció García, y que el personaje es don Rodrigo Jiménez <strong>de</strong> Rada,<br />

rescoldo <strong>de</strong> otros tiempos más brillantes.<br />

De hecho, como ya he indicado varias veces, García <strong>de</strong>dica una enorme parte <strong>de</strong> su libro<br />

a <strong>de</strong>nostar el estado <strong>de</strong> cosas contemporáneo. García contrapone sus tiempos con la edad dorada<br />

pasada y con la figura <strong>de</strong>l <strong>corte</strong>sano i<strong>de</strong>al que acabo <strong>de</strong> indicar. <strong>La</strong> contraposición es<br />

enormemente aguda, ya que, para García, los años en los que escribe son el paradigma <strong>de</strong> todos<br />

los <strong>de</strong>fectos opuestos a las virtu<strong>de</strong>s <strong>corte</strong>ses:<br />

una etapa <strong>de</strong>sastrosa y apocalíptica. De hecho, el espíritu <strong>de</strong> estos tiempos ha<br />

llegado a contaminar<br />

incluso a los hombres <strong>de</strong> iglesia, clérigos, e incluso obispos, cuyos vicios<br />

<strong>de</strong>scribe García<br />

por extenso (183-84).<br />

Contra estos años nefastos, García enarbola la figura <strong>de</strong>l señor i<strong>de</strong>al, que combate los<br />

vicios <strong>de</strong>scritos con sus virtu<strong>de</strong>s <strong>corte</strong>ses:<br />

*

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