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Libro IV Congreso Internacional 2014

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En este sentido, el proceso evolutivo que ha seguido el estudio del comportamiento de los<br />

consumidores ha transitado de ser, en primera instancia, considerado única y<br />

exclusivamente como un elemento propio del análisis económico, quedando por<br />

consiguiente el consumo como un elemento subordinado a la producción. Esto, sin embargo<br />

no obsta para que pasemos por alto algunas aportaciones provenientes de la ciencia<br />

económica que incorporaron algunos aspectos “subjetivos” en el estudio de los<br />

consumidores. Entre estos destaca el análisis de la inestabilidad de la demanda agregada de<br />

Keynes (Samuelson y Nordhaus, 2006); la teoría de la racionalidad limitada (Simon, 1962),<br />

así como las críticas al capitalismo de consumo (Galbraith, 1969).<br />

De igual manera, un clásico en el análisis de la sociedad de consumo, lo constituye el libro<br />

de Thorstein Veblen (2004), quien con su concepto del consumo conspicuo desarrolló la<br />

idea de que en las sociedades modernas la única forma de impresionar a los otros miembros<br />

de la sociedad, es con indicadores lo suficientemente obvios para demostrar la capacidad de<br />

uno para gastar dinero, constituyéndose los bienes de consumo en la forma más acabada de<br />

lograrlo. Es importante destacar que esta obra marca, a nuestro juicio, la transición de los<br />

estudios de consumo de una perspectiva economicista a una de índole sociocultural.<br />

Con respecto a esta segunda perspectiva, podemos destacar la obra de Jean Baudrillard<br />

(1974) sobre las pautas de consumo de las sociedades pre-industriales; las aportaciones de<br />

Douglas e Isherwood (1990), para quienes el consumo es una práctica significante y<br />

significativa de la sociedad. “Las mercancías sirven para establecer y mantener relaciones<br />

sociales […] pueden ser utilizadas como murallas o como puentes” (p. 26-75). Así como las<br />

obras clásicas de Gilles Lipovetsky (1994), Pierre Bourdieu (1998), George Ritzer (2000) y<br />

Zygmunt Bauman (2000).<br />

Por otra parte, y en lo que se refiere a la relación entre los conceptos de género y consumo<br />

es importante destacar la ya citada obra de Veblen (2004). Aquí el autor norteamericano<br />

establece una diferencia que durante mucho tiempo prevaleció en el imaginario social: Que<br />

mientras que la masculinidad está asociada a la esfera productiva, la femineidad está<br />

orientada al consumo. Para reforzar esta idea, Veblen pone de ejemplo la indumentaria<br />

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