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Libro IV Congreso Internacional 2014

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femenina, misma que según el autor, no hace otra cosa que separar a la mujer de la esfera<br />

productiva 11 ; (Castillo Castillo, citado por Borrás Catalá, 2007).<br />

No obstante lo arraigada que se encuentra la idea anterior, existen evidencias de que esto no<br />

necesariamente es cierto. Arellano Cueva (2002) señala que “probablemente la idea de<br />

fragilidad femenina proviene del hecho que ellas son las encargadas de la gestación y el<br />

cuidado de los hijos pequeños, situaciones en las cuales están mucho más expuestas a los<br />

embates externos que los hombres. La resistencia física de las mujeres se hace evidente en<br />

algunas regiones de América Latina, donde es frecuente observar que la mujer transporta a<br />

los hijos en la espalda y además otras cargas pesadas, mientras el hombre camina por<br />

delante, libre de todo impedimento” (p. 57).<br />

Por tanto, podemos inferir que derivado de la división del trabajo en función del sexo –<br />

desde tiempos ancestrales el hombre fue el cazador y la mujer la recolectora−, se desarrolló<br />

la idea de que las mujeres debían asumir la carga doméstico-familiar; mientras que la<br />

función de los hombres consistía en el trabajo fuera del hogar, constituyéndose en los<br />

proveedores de éste.<br />

Esto se hace más que evidente si analizamos un estudio hecho en Estados Unidos acerca de<br />

las decisiones de consumo que se dan en el seno familiar (Davis y Rigaux-Bricmont,<br />

citados por Arellano Cueva, 2002), en donde se llegó a las siguientes conclusiones:<br />

1. La mayor parte de las decisiones familiares de consumo son tomadas por la mujer.<br />

2. No solamente la mujer decide acerca de más cosas que el hombre, sino que, en<br />

términos de porcentaje, respecto del presupuesto familiar, la preeminencia femenina<br />

se ve mucho más claramente.<br />

3. Aquellas decisiones que implican un mayor gasto unitario requieren una mayor<br />

participación del otro miembro de la pareja. Por ejemplo, las decisiones de compra<br />

de muebles son tomadas por la mujer con gran participación del hombre.<br />

11 En el ejemplo de Veblen esta indumentaria consistía en el uso de corsés, zapatos de tacón y sombreros, entre<br />

otras cosas. Y aunque quizás, este ejemplo ya no sea muy actual y Veblen lo haya usado solamente para el<br />

caso de la clase alta norteamericana, es indudable que esta idea se constituyó en un referente obligado en<br />

cuanto al análisis de las diferencias de género en materia de consumo.<br />

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