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382 CAPÍTULO 14 C ICLO ECONÓMICO<br />
cumple los requisitos para recibir el seguro del desempleo<br />
y apoyo de los programas de seguridad social.<br />
En consecuencia, aunque el ingreso disponible disminuye,<br />
la extensión de la disminución se modera por<br />
la existencia de dichos programas. A su vez, el gasto de<br />
consumo no disminuye tanto como lo haría en la ausencia<br />
de esos programas gubernamentales. La menor<br />
disminución del gasto de consumo limita aún más<br />
la disminución general del gasto agregado, lo que<br />
limita la magnitud del descenso económico.<br />
Familias con múltiples ingresos En la época de<br />
la Gran Depresión, las familias con más de un asalariado<br />
eran mucho menos comunes de lo que lo son en la actualidad.<br />
La tasa de participación de la fuerza laboral en<br />
el año 1929 era de alrededor del 55 por ciento. Actualmente,<br />
es del 67 por ciento. Así que, incluso si la tasa de<br />
desempleo aumentara hoy a alrededor del 25 por ciento,<br />
cerca del 50 por ciento de la población adulta todavía<br />
tendría empleo. Durante la Gran Depresión, menos<br />
del 40 por ciento de la población adulta tenía empleo.<br />
Las familias con múltiples ingresos tienen una mayor<br />
seguridad que las familias con un solo ingreso. La probabilidad<br />
de que ambos (o todos) los asalariados de una<br />
familia pierdan simultáneamente sus empleos es mucho<br />
más baja que la probabilidad de que un solo asalariado<br />
pierda su trabajo. Con una mayor seguridad en el ingreso<br />
familiar, es probable que el consumo de la familia sea<br />
menos sensible a las fluctuaciones temporales del ingreso<br />
familiar. De ese modo, cuando el ingreso agregado cae,<br />
esto no necesariamente induce recortes en el consumo.<br />
Por ejemplo, durante la recesión de la OPEP, al caer<br />
el PIB real, el gasto individual de consumo aumentó.<br />
Y durante la recesión del año 2001, cuando el PIB real<br />
disminuyó en 53 mil millones de dólares, el gasto de<br />
consumo aumentó en 79 mil millones de dólares.<br />
Por las cuatro razones que se acaban de examinar,<br />
la economía actual parece tener mejores características<br />
amortiguadoras de las que tenía en las décadas de 1920<br />
y 1930. Incluso si hubiera un desplome de la confianza<br />
que condujera a una caída de la inversión, es posible<br />
que los amortiguadores actuales no permitieran que<br />
ese choque inicial se trasladara a una caída grande y<br />
prolongada del PIB real y a un alza del desempleo<br />
como la que ocurrió hace más de 70 años.<br />
Debido a que la economía es ahora más inmune a<br />
una recesión severa de lo que era en la década de 1930,<br />
el desplome del mercado de valores del año 1987 apenas<br />
tuvo efectos perceptibles sobre el gasto. Un desplome<br />
de una magnitud similar en el año 1929 provocó prácticamente<br />
un derrumbe de la inversión en vivienda y<br />
de las compras de bienes de consumo duraderos. En el<br />
periodo posterior al desplome del mercado de valores<br />
del año 1987, la inversión y el gasto en bienes duraderos<br />
apenas cambiaron. Nada de esto significa que no podría<br />
ocurrir otra recesión profunda, o incluso una Gran<br />
Depresión, en el siglo XXI. Sin embargo, se necesitaría<br />
un choque muy severo para desencadenarla.<br />
Dos grandes depresiones<br />
en América Latina<br />
EN LADÉCADA DE 1920, DESPUÉS DE LA PRIMERA<br />
Guerra Mundial, los países de América Latina estaban<br />
más interesados en restaurar las condiciones económicas<br />
previas a esta conflagración mundial. Antes de la guerra,<br />
el crecimiento económico de América Latina se centraba<br />
en el auge de las exportaciones de la región, pero una vez<br />
que se inició el conflicto bélico, el flujo de las mercancías<br />
se interrumpió, lo que originó una desviación en<br />
la tasa de crecimiento económico.<br />
Durante la Primera Guerra Mundial, América Latina<br />
estrechó sus relaciones financieras y comerciales con Estados<br />
Unidos, quien sustituyó a Gran Bretaña. Este país era<br />
el principal socio, al ser el destino preferido de las exportaciones<br />
de los productos de América Latina, así como el<br />
origen de los flujos de capital y las importaciones.<br />
La década de 1920 se destacó por los vaivenes<br />
drásticos en los precios internacionales de los productos<br />
básicos y agrícolas, debido a la poca estabilidad en la<br />
demanda internacional de los mismos.<br />
Mientras Estados Unidos demostraba su poderío<br />
económico y los precios internacionales fluctuaban erráticamente,<br />
los países de América Latina seguían buscando<br />
la estabilidad. Nuevamente se basó el crecimiento en las<br />
exportaciones de productos primarios. Por ejemplo, en<br />
el caso de Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, El Salvador,<br />
Honduras y Guatemala, contaban con un solo producto,<br />
el cual significaba más del 50 por ciento de los ingresos<br />
de exportación. Asimismo, el resto de los países descansaban<br />
sus ingresos de exportación en sólo tres productos.<br />
Adicionalmente, había otra problemática: la alta concentración<br />
en los países destino.<br />
Ante esta situación y dada la fuerte caída en los precios<br />
internacionales, los ingresos de las exportaciones se<br />
vieron mermados; fue así como para 1929, ante la caída<br />
en la Bolsa de Valores de Nueva York, la fuerte disminución<br />
en la demanda de materias primas, sólo agravó la<br />
situación ya crítica de depresión en los precios de las mismas.<br />
Por ello, las economías de América Latina entraron<br />
en una recesión, sufriendo algo similar a lo ocurrido en<br />
los Estados Unidos, al enfrentarse a un desplazamiento<br />
de la curva de oferta agregada de corto plazo parecido<br />
a lo que se observó en la figura 14.11.<br />
Cabe señalar que la Gran Depresión tuvo repercusiones<br />
importantes a lo largo de la región y sus efectos<br />
se vieron marcados por la propia estructura económica