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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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conocimiento <strong>de</strong> Cristo, por fe en su persona y salvación. —Hab<strong>la</strong> <strong>de</strong> todos los <strong>de</strong>leites mundanos y<br />

<strong>de</strong> los privilegios externos que buscaban en su corazón un lugar junto a Cristo, o podían preten<strong>de</strong>r<br />

algún mérito y algo digno <strong>de</strong> recompensa, y los cuenta como pérdida, pero pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que es fácil<br />

<strong>de</strong>cirlo, pero, ¿qué haría cuando llegara <strong>la</strong> prueba? Había sufrido <strong>la</strong> pérdida <strong>de</strong> todo por los<br />

privilegios <strong>de</strong> ser cristiano. Sí, no sólo los consi<strong>de</strong>raba como pérdida, sino como <strong>la</strong> basura más vil,<br />

sobras tiradas a los perros; no sólo menos valiosas que Cristo, sino en sumo grado <strong>de</strong>spreciables<br />

cuando se <strong>la</strong>s compara con Él. —El verda<strong>de</strong>ro conocimiento <strong>de</strong> Cristo modifica y cambia a los<br />

hombres, sus juicios y modales, y los hace como si fueran hechos <strong>de</strong> nuevo. El creyente prefiere a<br />

Cristo sabiendo que es mejor para nosotros estar sin todas <strong>la</strong>s riquezas <strong>de</strong>l mundo que sin Cristo y su<br />

pa<strong>la</strong>bra. Veamos a qué resolvió aferrarse el apóstol: a Cristo y el cielo. Estamos perdidos, sin justicia<br />

con <strong>la</strong> cual comparecer ante Dios, porque somos culpables. Hay una justicia provista para nosotros<br />

en Jesucristo, <strong>la</strong> que es justicia completa y perfecta. Nadie pue<strong>de</strong> tener el beneficio <strong>de</strong> el<strong>la</strong> si confía<br />

en sí mismo. La fe es el medio establecido para solicitar el beneficio <strong>de</strong> <strong>la</strong> salvación. Es por fe en <strong>la</strong><br />

sangre <strong>de</strong> Cristo. Somos hechos conformes a <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong> Cristo cuando morimos al pecado como Él<br />

murió por el pecado; y el mundo nos es crucificado como nosotros al mundo por <strong>la</strong> cruz <strong>de</strong> Cristo. El<br />

apóstol está dispuesto a hacer o sufrir cualquier cosa para alcanzar <strong>la</strong> gloriosa resurrección <strong>de</strong> los<br />

santos. Esta esperanza y perspectiva lo hacen pasar por todas <strong>la</strong>s dificulta<strong>de</strong>s <strong>de</strong> su obra. No espera<br />

lograrlo por su mérito ni su justicia propia sino por el mérito y <strong>la</strong> justicia <strong>de</strong> Jesucristo.<br />

Vv. 12—21. Esta sencil<strong>la</strong> <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia y fervor <strong>de</strong> alma no se mencionan como si el apóstol<br />

hubiera alcanzado el premio o ya fuera perfecto a semejanza <strong>de</strong>l Salvador. Olvida lo que queda<br />

<strong>de</strong>trás para no darse por satisfecho por <strong>la</strong>s <strong>la</strong>bores pasadas o <strong>la</strong>s actuales medidas <strong>de</strong> gracia. Se<br />

extien<strong>de</strong> a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte, prosigue hacia <strong>la</strong> meta; expresiones que <strong>de</strong>muestran gran interés por llegar a ser<br />

más y más como Cristo. —El que corre una carrera nunca <strong>de</strong>be <strong>de</strong>tenerse antes <strong>de</strong> <strong>la</strong> meta; <strong>de</strong>be<br />

seguir a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte tan rápido como pueda; <strong>de</strong> esta manera, los que tienen el cielo en su mira, <strong>de</strong>ben aún<br />

seguir a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte en santo <strong>de</strong>seo, esperanza y esfuerzo constante. La vida eterna es <strong>la</strong> dádiva <strong>de</strong> Dios,<br />

pero está en Cristo Jesús; <strong>de</strong>be venirnos por medio <strong>de</strong> su mano, <strong>de</strong> <strong>la</strong> manera que Él <strong>la</strong> logró para<br />

nosotros. No hay forma <strong>de</strong> llegar al cielo como a nuestra casa, sino por medio <strong>de</strong> Cristo nuestro<br />

Camino. Los creyentes verda<strong>de</strong>ros, al buscar esta seguridad y al glorificarlo, buscarán más <strong>de</strong> cerca<br />

parecerse a Él en sus pa<strong>de</strong>cimientos y muerte, muriendo al pecado y crucificando <strong>la</strong> carne con sus<br />

pasiones y concupiscencias. En estas cosas hay una gran diferencia entre los cristianos verda<strong>de</strong>ros,<br />

pero todos conocen algo <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s. Los creyentes hacen <strong>de</strong> Cristo su todo en todo y ponen sus<br />

corazones en el otro mundo. Si difieren unos <strong>de</strong> otros, y no tienen el mismo juicio en cuestiones<br />

menores, aún así, no <strong>de</strong>ben juzgarse unos a otros, porque todos se reúnen ahora en Cristo y esperan<br />

reunirse en el cielo en breve. Que ellos se unan en todas <strong>la</strong>s cosas gran<strong>de</strong>s en que concuer<strong>de</strong>n y<br />

esperen más luz en cuanto a <strong>la</strong>s cosas menores en que difieren. —A los enemigos <strong>de</strong> <strong>la</strong> cruz <strong>de</strong><br />

Cristo no les importa nada, sino sus apetitos sensuales. El pecado es <strong>la</strong> vergüenza <strong>de</strong>l pecador,<br />

especialmente cuando se glorían en eso. El camino <strong>de</strong> los que se ocupan <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas terrenales<br />

pue<strong>de</strong> parecer agradable, pero <strong>la</strong> muerte y el infierno están al final. Si elegimos el camino <strong>de</strong> ellos,<br />

compartiremos su final. —La vida <strong>de</strong>l cristiano está en el cielo don<strong>de</strong> está su Cabeza y su hogar, y<br />

don<strong>de</strong> espera estar <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> poco tiempo; pone sus afectos en <strong>la</strong>s cosas <strong>de</strong> arriba y don<strong>de</strong> esté su<br />

corazón, ahí estará su tesoro. —Hay gloria reservada para los cuerpos <strong>de</strong> los santos, gloria que se<br />

hará presente en <strong>la</strong> resurrección. Entonces el cuerpo será hecho glorioso; no sólo resucitado a <strong>la</strong> vida,<br />

sino resucitado para mayor ventaja. Nótese el po<strong>de</strong>r por el cual será efectuado este cambio. Estemos<br />

siempre preparados para <strong>la</strong> llegada <strong>de</strong> nuestro Juez; esperando tener nuestros cuerpos viles<br />

cambiados por su po<strong>de</strong>r todopo<strong>de</strong>roso, y recurriendo diariamente a Él para que haga una nueva<br />

creación <strong>de</strong> nuestras almas para <strong>la</strong> piedad; para que nos libre <strong>de</strong> nuestros enemigos y que emplee<br />

nuestros cuerpos y nuestras almas como instrumentos <strong>de</strong> justicia a su servicio.

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