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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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cambio, <strong>la</strong> reputación injustamente herida en poco tiempo vuelve a crecer, como <strong>la</strong> barba. Dios<br />

exhibirá tu justicia como <strong>la</strong> luz, por tanto, guarda silencio ante Jehová y espera en Él, Salmo xxxvii,<br />

6, 7.<br />

Vv. 6—14. Los que están en guerra con el Hijo <strong>de</strong> David no sólo provocan, sino comienzan <strong>la</strong><br />

guerra. Dios tiene fuerzas para mandar contra los que <strong>de</strong>safían su ira, Isaías v, 19, <strong>la</strong>s que los<br />

convencerán <strong>de</strong> que nunca nadie que haya endurecido su corazón contra Dios ha prosperado. Los<br />

soldados <strong>de</strong> Cristo <strong>de</strong>ben reforzar sus manos unos a otros en <strong>la</strong> guerra espiritual. —Que nada falte en<br />

nosotros, cualquiera sea el éxito. Cuando tomamos conciencia <strong>de</strong> cumplir nuestro <strong>de</strong>ber, con<br />

satisfacción po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>jar el hecho con Dios, esperando con toda seguridad su salvación a su<br />

manera y en el tiempo oportuno.<br />

Vv. 15—19. Aquí hay un nuevo intento <strong>de</strong> los sirios. Hasta <strong>la</strong> causa moribunda saldrá a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte<br />

en <strong>la</strong> medida que le que<strong>de</strong> algo <strong>de</strong> vida; los enemigos <strong>de</strong>l Hijo <strong>de</strong> David así lo hacen. Pero ahora se<br />

cumplía <strong>la</strong> promesa hecha a Abraham, Génesis xv, 18, y reiterada a Josué, capítulo i, 4, <strong>de</strong> que <strong>la</strong>s<br />

fronteras <strong>de</strong> Israel se exten<strong>de</strong>rían hasta el río Éufrates. Apren<strong>de</strong>d <strong>de</strong> aquí, que es peligroso ayudar a<br />

quienes tienen a Dios por enemigo, cuando caigan, caerán con ellos los que los ayudaron.<br />

CAPÍTULO XI<br />

Versículos 1—5. El adulterio <strong>de</strong> David. 6—13. Trata <strong>de</strong> escon<strong>de</strong>r su <strong>de</strong>lito. 14—27. Urías es<br />

asesinado.<br />

Vv. 1—5. Obsévese <strong>la</strong> ocasión <strong>de</strong>l pecado <strong>de</strong> David; qué lo condujo a caer: —1. Descuidó su<br />

ocupación. Se quedó en Jerusalén. Cuando nos salimos <strong>de</strong>l camino <strong>de</strong> nuestro <strong>de</strong>ber, estamos en<br />

tentación. —2. Amor al ocio: <strong>la</strong> pereza da mucha ventaja al tentador. —3. Un ojo errante. No había<br />

hecho pacto con sus ojos, como Job, o se le olvidó en el momento. Nótense los pasos <strong>de</strong>l pecado.<br />

Véase cómo el camino <strong>de</strong>l pecado es cuesta abajo; cuando los hombres comienzan a hacer el mal, no<br />

pue<strong>de</strong>n <strong>de</strong>tenerse. Nótense los agravantes <strong>de</strong>l pecado: ¿Cómo pudo David repren<strong>de</strong>r o castigar en los<br />

<strong>de</strong>más aquello mismo <strong>de</strong> lo cual tenía conciencia que él mismo era culpable?<br />

Vv. 6—13. Dar lugar al pecado endurece el corazón y provoca <strong>la</strong> ida <strong>de</strong>l Espíritu Santo. Robar su<br />

razón al hombre es peor que robarle su dinero; y atraerlo al pecado es peor que atraerlo a cualquier<br />

otro problema mundano.<br />

Vv. 14—27. El adulterio suele ocasionar homicidio al tratar <strong>de</strong> ocultar una maldad con otra. Hay<br />

que temer el comienzo <strong>de</strong>l pecado, porque, ¿quién sabe dón<strong>de</strong> terminará? ¿Pue<strong>de</strong> un creyente<br />

verda<strong>de</strong>ro andar por esta senda? ¿Pue<strong>de</strong> tal persona ser un verda<strong>de</strong>ro hijo <strong>de</strong> Dios? Aunque <strong>la</strong> gracia<br />

no se pier<strong>de</strong> en un caso tan espantoso, <strong>la</strong> seguridad y el consuelo <strong>de</strong> el<strong>la</strong> se reducen. Po<strong>de</strong>mos tener<br />

<strong>la</strong> plena seguridad <strong>de</strong> que se perdió <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida <strong>de</strong> David toda <strong>la</strong> espiritualidad y el consuelo en <strong>la</strong><br />

religión. Ningún hombre, en tal caso, pue<strong>de</strong> tener evi<strong>de</strong>ncia que le satisfaga <strong>de</strong> que es creyente.<br />

Mientras mayor sea <strong>la</strong> confianza <strong>de</strong> un hombre que se ha hundido en <strong>la</strong> maldad, más gran<strong>de</strong>s son su<br />

presunción e hipocresía. Nadie que se parezca en nada a David, sino en sus transgresiones, <strong>de</strong>be<br />

estimu<strong>la</strong>r su confianza con este ejemplo. Que siga a David en su humil<strong>la</strong>ción, arrepentimiento y sus<br />

otras gracias eminentes; es preferible que piense <strong>de</strong> sí como un <strong>de</strong>scarriado, y no sea un hipócrita. —<br />

Que nadie que se oponga a <strong>la</strong> verdad diga: ¡Este es el fruto <strong>de</strong> <strong>la</strong> fe! No; son los efectos <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

naturaleza corrupta. Vigilemos los comienzos <strong>de</strong> <strong>la</strong> autocomp<strong>la</strong>cencia y mantengámonos a <strong>la</strong> mayor<br />

distancia <strong>de</strong> todo mal. Pero en el Señor hay misericordia y abundante re<strong>de</strong>nción. Él no echará fuera a

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