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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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<strong>de</strong>bemos apren<strong>de</strong>r a hacer el bien. Nuestra conversación siempre <strong>de</strong>berá correspon<strong>de</strong>r al principio<br />

que nos guía y nos gobierna, Romanos viii, 5. Debemos <strong>de</strong>dicarnos con fervor a mortificar <strong>la</strong>s obras<br />

<strong>de</strong>l cuerpo y a caminar en <strong>la</strong> vida nueva sin <strong>de</strong>sear <strong>la</strong> vanagloria ni <strong>de</strong>sear in<strong>de</strong>bidamente <strong>la</strong> estima y<br />

el ap<strong>la</strong>uso <strong>de</strong> los hombres, sin provocarse ni envidiarse mutuamente, sino buscando llevar esos<br />

buenos frutos con mayor abundancia, que son, a través <strong>de</strong> Jesucristo, para <strong>la</strong> a<strong>la</strong>banza y <strong>la</strong> gloria <strong>de</strong><br />

Dios.<br />

CAPÍTULO VI<br />

Versículos 1—5. Exhortaciones a <strong>la</strong> mansedumbre, <strong>la</strong> benignidad y <strong>la</strong> humildad. 6—11. A <strong>la</strong><br />

bondad para con todos los hombres, especialmente los creyentes. 12—15. Los gá<strong>la</strong>tas,<br />

advertidos contra los maestros judaizantes. 16—18. Una bendición solemne.<br />

Vv. 1—5. Tenemos que sobrellevar <strong>la</strong>s cargas los unos <strong>de</strong> los otros. Así cumplimos <strong>la</strong> ley <strong>de</strong> Cristo.<br />

Esto nos obliga a <strong>la</strong> tolerancia mutua y a <strong>la</strong> compasión <strong>de</strong> unos con otros, conforme a su ejemplo.<br />

Nos correspon<strong>de</strong> llevar <strong>la</strong>s cargas <strong>de</strong> unos y otros como compañeros <strong>de</strong> viaje. —Muy corriente es<br />

que el hombre se consi<strong>de</strong>re más sabio y mejor que todos los <strong>de</strong>más hombres, y bueno para<br />

mandarlos. Se engaña a sí mismo; preten<strong>de</strong> lo que no tiene, se engaña a sí mismo, y tar<strong>de</strong> o<br />

temprano, se hal<strong>la</strong>rá con <strong>la</strong>mentables efectos. Este nunca ganará <strong>la</strong> estima <strong>de</strong> Dios ni <strong>la</strong> <strong>de</strong> los<br />

hombres. Se advierte a cada uno que examine su obra. Mientras mejor conozcamos nuestro corazón<br />

y nuestros modales, menos <strong>de</strong>spreciaremos a los <strong>de</strong>más y más dispuestos estaremos para ayudarles<br />

cuando tengan enfermeda<strong>de</strong>s y aflicciones. Cuán leves les parecen los pecados a los hombres cuando<br />

los cometen, pero los hal<strong>la</strong>rán como carga pesada cuando tengan que dar cuenta a Dios <strong>de</strong> ellos.<br />

Nadie pue<strong>de</strong> pagar el rescate por un hermano; y el pecado es una carga para el alma. Es una carga<br />

espiritual; y mientras menos <strong>la</strong> sienta alguien, más causa tiene para sospechar <strong>de</strong> sí. La mayoría <strong>de</strong><br />

los hombres están muertos en sus pecados y, por tanto, no ven ni sienten <strong>la</strong> carga espiritual <strong>de</strong>l<br />

pecado. Al sentir el peso y carga <strong>de</strong> nuestros pecados, <strong>de</strong>bemos procurar ser aliviados por el<br />

Salvador, y darnos por advertidos contra todo pecado.<br />

Vv. 6—11. Muchos se excusan <strong>de</strong> <strong>la</strong> obra <strong>de</strong> <strong>la</strong> religión, aunque pue<strong>de</strong>n simu<strong>la</strong>r<strong>la</strong> y profesar<strong>la</strong>.<br />

Pue<strong>de</strong>n imponerse a los <strong>de</strong>más, pero se engañan si piensan que pue<strong>de</strong>n engañar a Dios, que conoce<br />

sus corazones y sus acciones; y como Él no pue<strong>de</strong> ser engañado, así no será bur<strong>la</strong>do. Nuestro tiempo<br />

es tiempo <strong>de</strong> siembra; en el otro mundo segaremos lo que sembramos ahora. Hay dos c<strong>la</strong>ses <strong>de</strong><br />

siembra, una para <strong>la</strong> carne, y otra para el Espíritu: así será <strong>la</strong> rendición <strong>de</strong> cuentas en el más allá. Los<br />

que llevan una vida sensual y carnal, no <strong>de</strong>ben esperar otro fruto <strong>de</strong> ese camino que no sea miseria y<br />

ruina. Pero los que, bajo <strong>la</strong> dirección y el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Espíritu Santo, llevan una vida <strong>de</strong> fe en Cristo, y<br />

abundan en <strong>la</strong> gracia cristiana, cosecharán vida eterna <strong>de</strong>l Espíritu Santo. —Todos somos muy<br />

proclives a cansarnos <strong>de</strong>l <strong>de</strong>ber, particu<strong>la</strong>rmente <strong>de</strong> hacer el bien. Debemos ve<strong>la</strong>r con gran cuidado y<br />

guardarnos al respecto. La recompensa se promete sólo a <strong>la</strong> perseverancia en hacer el bien. —Aquí<br />

hay una exhortación a todos para hacer el bien en don<strong>de</strong> están. Debemos tener cuidado <strong>de</strong> hacer el<br />

bien en nuestra vida y hacer <strong>de</strong> él <strong>la</strong> actividad <strong>de</strong> nuestra vida, especialmente si se presentan<br />

ocasiones nuevas, y hasta don<strong>de</strong> alcance nuestro po<strong>de</strong>r.<br />

Vv. 12—15. Los corazones orgullosos, vanos y carnales se contentan precisamente con tanta<br />

religión como <strong>la</strong> que les ayu<strong>de</strong> a simu<strong>la</strong>r en buena forma. Pero el apóstol profesa su propia fe,<br />

esperanza y gozo, y que su gloria principal está en <strong>la</strong> cruz <strong>de</strong> Cristo. Por <strong>la</strong> cual se significan aquí sus<br />

sufrimientos y muerte en <strong>la</strong> cruz, <strong>la</strong> doctrina <strong>de</strong> <strong>la</strong> salvación por el Re<strong>de</strong>ntor crucificado. Por Cristo,<br />

o por <strong>la</strong> cruz <strong>de</strong> Cristo, el mundo es crucificado para el creyente y él para el mundo. Mientras más

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