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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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con<strong>de</strong>nara a <strong>la</strong> miseria <strong>de</strong>sesperanzada por romper <strong>la</strong>s leyes <strong>de</strong> nuestro Creador. —Ninguna pa<strong>la</strong>bra<br />

ni pensamiento <strong>de</strong> nosotros pue<strong>de</strong> hacer justicia al amor gratuito y asombroso <strong>de</strong>l santo Dios para<br />

con los pecadores, que no podrían beneficiarse <strong>de</strong> Él ni dañarle, a los que Él podría ap<strong>la</strong>star<br />

justicieramente en un momento, y a los que, siendo merecedores <strong>de</strong> Su venganza, Él muestra el<br />

método por el cual fueron salvados aunque Él podía haber creado, por Su Pa<strong>la</strong>bra todopo<strong>de</strong>rosa,<br />

otros mundos con seres más perfectos si lo hubiera consi<strong>de</strong>rado bien. ¿Investigamos todo el universo<br />

buscando al amor en sus <strong>de</strong>spliegues más gloriosos? Se hal<strong>la</strong> en <strong>la</strong> persona y <strong>la</strong> cruz <strong>de</strong> Cristo.<br />

¿Existe el amor entre Dios y los pecadores? Aquí estaba el origen, no que nosotros amáramos a Dios<br />

sino que Él nos amó libremente. Su amor no podía estar concebido para ser infructuoso en nosotros,<br />

y cuando su fin y tema apropiados se ganen y produzcan, pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que está perfeccionado. Así<br />

es perfeccionada <strong>la</strong> fe por sus obras. Así se manifestará que Dios habita en nosotros por Su Espíritu<br />

que crea <strong>de</strong> nuevo. —El cristiano que ama es el cristiano perfecto; póngalo en cualquier <strong>de</strong>ber bueno<br />

y es perfecto para eso, es experto en eso. El amor aceita <strong>la</strong>s ruedas <strong>de</strong> sus afectos y lo pone en eso<br />

que es útil para sus hermanos. El hombre que se ocupa <strong>de</strong> algo con ma<strong>la</strong> voluntad, siempre lo hace<br />

mal. Que Dios habite en nosotros y nosotros en Él, eran pa<strong>la</strong>bras <strong>de</strong>masiado elevadas para que <strong>la</strong>s<br />

usaran los mortales si Dios no <strong>la</strong>s hubiera puesto <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> nosotros. Pero, ¿cómo pue<strong>de</strong> saberse si<br />

el testimonio <strong>de</strong> esto proce<strong>de</strong> <strong>de</strong>l Espíritu Santo? Aquellos que están verda<strong>de</strong>ramente persuadidos <strong>de</strong><br />

ser los hijos <strong>de</strong> Dios no pue<strong>de</strong>n sino l<strong>la</strong>marlo Abba, Padre. Por amor a Él, odian el pecado y todo lo<br />

que no concuer<strong>de</strong> con Su voluntad, y tienen el <strong>de</strong>seo sano <strong>de</strong> todo corazón <strong>de</strong> hacer Su voluntad. Tal<br />

testimonio es el testimonio <strong>de</strong>l Espíritu Santo.<br />

Vv. 14—21. El Padre envió al Hijo, Él <strong>de</strong>seó Su venida a este mundo. El apóstol atestigua esto.<br />

Y cualquiera que confiese que Jesús es el Hijo <strong>de</strong> Dios, en ése habita Dios y ése en Dios. Esta<br />

confesión abarca <strong>la</strong> fe en el corazón como fundamento; reconoce con <strong>la</strong> boca <strong>la</strong> gloria <strong>de</strong> Dios y<br />

Cristo, y confiesa en <strong>la</strong> vida y conducta contra los ha<strong>la</strong>gos y ceños fruncidos <strong>de</strong>l mundo. —Debe<br />

haber un día <strong>de</strong> juicio universal. ¡Dichosos aquellos que tendrán osadía santa ante el Juez en aquel<br />

día sabiendo que Él es su Amigo y Abogado! Dichosos aquellos que tendrán osadía santa en <strong>la</strong><br />

perspectiva <strong>de</strong> aquel día, que miran y esperan por eso y por <strong>la</strong> manifestación <strong>de</strong>l Juez. El verda<strong>de</strong>ro<br />

amor a Dios asegura a los creyentes <strong>de</strong>l amor <strong>de</strong> Dios por ellos. El amor nos enseña a sufrir por Él y<br />

con Él; por tanto, po<strong>de</strong>mos confiar que también seremos glorificados con Él, 2 Timoteo ii, 12. —<br />

Debemos distinguir entre el temor <strong>de</strong> Dios y tenerle miedo; el temor <strong>de</strong> Dios compren<strong>de</strong> alta<br />

consi<strong>de</strong>ración y veneración por Dios. La obediencia y <strong>la</strong>s buenas obras hechas a partir <strong>de</strong>l principio<br />

<strong>de</strong>l amor, no son como el esfuerzo servil <strong>de</strong> uno que trabaja sin voluntad por miedo a <strong>la</strong> ira <strong>de</strong>l amo.<br />

Son como <strong>la</strong>s <strong>de</strong> un hijo obediente que sirve a un padre amado que beneficia a sus hermanos y <strong>la</strong>s<br />

hace voluntariamente. Señal <strong>de</strong> que nuestro amor dista mucho <strong>de</strong> ser perfecto si son muchas nuestras<br />

dudas, temores y aprensiones <strong>de</strong> Dios. Que el cielo y <strong>la</strong> tierra se asombren por Su amor. Él envió Su<br />

pa<strong>la</strong>bra a invitar a los pecadores a participar <strong>de</strong> esta gran salvación. Que ellos tengan el consuelo <strong>de</strong>l<br />

cambio feliz obrado en ellos mientras le dan a Él <strong>la</strong> gloria. —El amor <strong>de</strong> Dios en Cristo, en los<br />

corazones <strong>de</strong> los cristianos por el Espíritu <strong>de</strong> adopción, es <strong>la</strong> prueba gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> conversión. Esta<br />

<strong>de</strong>be ser probada por sus efectos en sus temperamentos, y en sus conductas para con sus hermanos.<br />

Si un hombre dice amar a Dios y, sin embargo, se permite ira o venganza, o muestra una disposición<br />

egoísta, <strong>de</strong>smiente a su confesión. Pero si es evi<strong>de</strong>nte que nuestra enemistad natural está cambiada<br />

en afecto y gratitud, bendigamos el nombre <strong>de</strong> nuestro Dios por este sello y primicia <strong>de</strong> dicha eterna.<br />

Entonces nos diferenciamos <strong>de</strong> los profesos falsos que preten<strong>de</strong>n amar a Dios a quien no han visto<br />

pero odian a sus hermanos a los que han visto.<br />

CAPÍTULO V

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