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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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CAPÍTULO XLIII<br />

Versículos 1—7. El invariable amor <strong>de</strong> Dios por su pueblo. 8—13. Interpe<strong>la</strong>ción <strong>de</strong> apóstatas e<br />

idó<strong>la</strong>tras. 14—21. La liberación <strong>de</strong> Babilonia y <strong>la</strong> conversión <strong>de</strong> los gentiles. 22—28.<br />

Amonestación al arrepentimiento <strong>de</strong>l pecado.<br />

Vv. 1—7. El favor y <strong>la</strong> buena voluntad <strong>de</strong> Dios hacia su pueblo hab<strong>la</strong>n abundante consuelo a todos<br />

los creyentes. La nueva criatura, doquiera esté, es hechura <strong>de</strong> Dios. A todos los redimidos con <strong>la</strong><br />

sangre <strong>de</strong> su Hijo, los ha apartado para sí. Los que tienen a Dios para sí, no tienen que temer quién o<br />

qué pueda estar contra ellos. ¿Qué son Egipto y Etiopía, todas sus vidas y tesoros, en comparación<br />

con <strong>la</strong> sangre <strong>de</strong> Cristo? Los creyentes verda<strong>de</strong>ros son preciosos a ojos <strong>de</strong> Dios; su comp<strong>la</strong>cencia<br />

está en ellos por sobre cualquier persona. Aunque pasen por agua y fuego, mientras tengan con ellos<br />

a Dios, no tienen que temer mal alguno; serán levantados y sacados. —Los fieles son animados. Se<br />

reunirían <strong>de</strong> todo lugar. Con este agradable objetivo a <strong>la</strong> vista, el profeta los vuelve a disuadir <strong>de</strong> los<br />

ansiosos temores.<br />

Vv. 8—13. Los idó<strong>la</strong>tras son l<strong>la</strong>mados a comparecer para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r sus ídolos. Los que los<br />

fabrican y confían en ellos, son como ellos. Tienen <strong>la</strong> forma y <strong>la</strong>s faculta<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los hombres; pero no<br />

tienen sentido común. Pero el pueblo <strong>de</strong> Dios conoce el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> su gracia, <strong>la</strong> dulzura <strong>de</strong> su<br />

consuelo, el tierno cuidado <strong>de</strong> su provi<strong>de</strong>ncia, y <strong>la</strong> verdad <strong>de</strong> su promesa. Todos los siervos <strong>de</strong> Dios<br />

pue<strong>de</strong>n contar lo que ha obrado en ellos y ha hecho por ellos, para guiar a los <strong>de</strong>más a conocer y<br />

creer su po<strong>de</strong>r, verdad y amor.<br />

Vv. 14—21. Se anuncia <strong>la</strong> liberación <strong>de</strong> <strong>la</strong> cautividad en Babilonia, pero se refiere a sucesos más<br />

grandiosos. Se <strong>de</strong>scriben <strong>la</strong> re<strong>de</strong>nción <strong>de</strong> los pecadores por Cristo, <strong>la</strong> conversión <strong>de</strong> los gentiles y el<br />

l<strong>la</strong>mado <strong>de</strong> nuevo a los judíos. Todo lo hecho para rescatar pecadores y llevar al creyente a <strong>la</strong> gloria<br />

es poco comparado con <strong>la</strong> prodigiosa obra <strong>de</strong> amor, <strong>la</strong> re<strong>de</strong>nción <strong>de</strong>l hombre.<br />

Vv. 22—28. Los que <strong>de</strong>scuidan invocar a Dios están cansados <strong>de</strong> Él. El Señor no cansa a los<br />

siervos con sus ór<strong>de</strong>nes; ellos lo cansan con su <strong>de</strong>sobediencia. ¿Qué son <strong>la</strong>s riquezas <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

misericordia <strong>de</strong> Dios con ellos? Yo, yo soy el que borro tus rebeliones. Esto nos estimu<strong>la</strong> al<br />

arrepentimiento, porque hay perdón en Dios, y muestra <strong>la</strong> libertad <strong>de</strong> <strong>la</strong> misericordia divina. Cuando<br />

perdona, Dios olvida. No es algo en nosotros, sino por amor a sus misericordias, por amor <strong>de</strong> su<br />

promesa, especialmente por amor a su Hijo. Se comp<strong>la</strong>ce <strong>de</strong> reconocer esto como su honra. —¿Se<br />

justificará el hombre ante Dios? El intento es <strong>de</strong>sesperado: nuestro primer padre rescindió el pacto, y<br />

todos hemos seguido su ejemplo. No tenemos razón para esperar perdón salvo que lo busquemos por<br />

fe en Cristo; siempre es acompañada por el arrepentimiento verda<strong>de</strong>ro, y seguido por vida nueva, por<br />

odio <strong>de</strong>l pecado y amor a Dios. Entonces, hagámosle recordar <strong>la</strong>s promesas que hizo al arrepentido y<br />

<strong>la</strong> satisfacción que su Hijo hizo a favor <strong>de</strong> ellos. Presenta esto como argumento en tu lucha por el<br />

perdón; y <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ra estas cosas, para que seas justificado gratuitamente por su gracia. Este es el único<br />

camino seguro a <strong>la</strong> paz.<br />

CAPÍTULO XLIV<br />

Versículos 1—8. Aqui hay promesas <strong>de</strong> <strong>la</strong> obra <strong>de</strong>l Espíritu Santo. 9—20. Una <strong>de</strong>nuncia <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

necedad <strong>de</strong> <strong>la</strong> ido<strong>la</strong>tría. 21—28. También <strong>la</strong> liberación <strong>de</strong>l pueblo <strong>de</strong> Dios.

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