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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Vv. 1—7. Estos versículos hab<strong>la</strong>n el lenguaje <strong>de</strong> un corazón verda<strong>de</strong>ramente humil<strong>la</strong>do, <strong>de</strong> un<br />

espíritu quebrantado y contrito bajo gran<strong>de</strong>s aflicciones, enviada para <strong>de</strong>spertar <strong>la</strong> conciencia y<br />

mortificar <strong>la</strong> corrupción. La enfermedad le trajo a su memoria el pecado y <strong>la</strong> consi<strong>de</strong>ró como señal<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong>sagrado <strong>de</strong> Dios. La aflicción <strong>de</strong> su cuerpo será tolerable, si tiene consuelo en su alma. La<br />

queja más dolorosa <strong>de</strong> Cristo en sus pa<strong>de</strong>cimientos, fue <strong>la</strong> aflicción <strong>de</strong> su alma y <strong>la</strong> falta <strong>de</strong> <strong>la</strong> sonrisa<br />

<strong>de</strong> su Padre. —Cada página <strong>de</strong> <strong>la</strong> Escritura proc<strong>la</strong>ma el hecho <strong>de</strong> que <strong>la</strong> salvación pertenece sólo al<br />

Señor. El hombre es pecador, cuyo caso sólo pue<strong>de</strong> ser alcanzado por <strong>la</strong> misericordia; y nunca <strong>la</strong><br />

misericordia se <strong>de</strong>staca más que al restaurar a los <strong>de</strong>scarriados. —Po<strong>de</strong>mos orar con buena razón que<br />

si es voluntad <strong>de</strong> Dios, y si Él aún tiene alguna obra para que nosotros o nuestros amigos hagamos en<br />

este mundo, nos salve <strong>la</strong> vida o los salve para servirle aún. Irse y estar con Cristo es lo más dichoso<br />

para los santos, pero quedarse en <strong>la</strong> carne es más provechoso para <strong>la</strong> iglesia.<br />

Vv. 8—10. ¡Qué cambio súbito hay aquí! Habiendo dado a conocer su pedido a Dios, el salmista<br />

está confiado en que su pena se convertirá en gozo. Por <strong>la</strong> obra <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> Dios en el corazón, él<br />

sabe que su oración es aceptada y no duda que será contestada a su <strong>de</strong>bido tiempo. Sus oraciones<br />

serán aceptadas, viniendo <strong>de</strong> <strong>la</strong>s manos <strong>de</strong> Cristo el Mediador. La pa<strong>la</strong>bra significa oración elevada a<br />

Dios, el Juez justo, como Dios <strong>de</strong> su justicia, el cual iba a <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r su causa e iba a en<strong>de</strong>rezar sus<br />

errores. El creyente pue<strong>de</strong> ir a Dios como Dios justo, por medio <strong>de</strong> <strong>la</strong> sangre y <strong>la</strong> justicia <strong>de</strong> Cristo, y<br />

rogarle perdón y limpieza, porque Él es fiel y justo <strong>de</strong> dar<strong>la</strong>s. Ora por <strong>la</strong> conversión <strong>de</strong> sus enemigos,<br />

o anuncia su <strong>de</strong>strucción.<br />

SALMO VII<br />

Versículos 1—9. El salmista ora a Dios para que alegue su causa y juzgue por él. 10—17. Él<br />

expresa confianza en Dios y le dará <strong>la</strong> gloria <strong>de</strong> su liberación.<br />

Vv. 1—9. David huye a Dios en busca <strong>de</strong> socorro. Pero solo Cristo pue<strong>de</strong> invocar al Cielo para que<br />

atestigue su rectitud en todas <strong>la</strong>s cosas. Todas sus obras fueron hechas en justicia y el príncipe <strong>de</strong><br />

este mundo no encontró nada <strong>de</strong> qué acusarlo justamente. Pero por nosotros Él sufrió todos los<br />

males, sometiéndose a ser acusado <strong>de</strong> culpa, pero siendo inocente, triunfó sobre todos ellos. El<br />

alegato es ―porque el Dios justo prueba <strong>la</strong> mente y el corazón‖. Él conoce <strong>la</strong> maldad secreta <strong>de</strong>l malo<br />

y cómo llevar<strong>la</strong> a un fin; Él es el testigo <strong>de</strong> <strong>la</strong> sinceridad secreta <strong>de</strong>l justo y tiene maneras <strong>de</strong><br />

establecer<strong>la</strong>. —Cuando un hombre ha hecho <strong>la</strong> paz con Dios por todos sus pecados, en función <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

gracia y <strong>la</strong> misericordia, por medio <strong>de</strong>l sacrificio <strong>de</strong>l Mediador, pue<strong>de</strong> ape<strong>la</strong>r a <strong>la</strong> justicia <strong>de</strong> Dios<br />

para <strong>de</strong>cidir, en contraste con sus enemigos.<br />

Vv. 10—17. David confía que hal<strong>la</strong>rá a Dios, su po<strong>de</strong>roso Salvador. La conversión <strong>de</strong> los<br />

pecadores pue<strong>de</strong> evitar su <strong>de</strong>strucción; porque <strong>la</strong> amenaza es que si no se convierte <strong>de</strong> su mal<br />

camino, que espere su ruina. Pero entre <strong>la</strong>s amenazas <strong>de</strong> <strong>la</strong> ira, tenemos un ofrecimiento bondadoso<br />

<strong>de</strong> misericordia. Dios advierte a los pecadores <strong>de</strong> su peligro y les da lugar a que se arrepientan y lo<br />

impidan. Él es lento para castigar y muy paciente con nosotros y no quiere que nadie perezca. Se<br />

<strong>de</strong>scribe al pecador en los versículos 14—16, como esforzándose más por arruinar su alma que por<br />

salvar<strong>la</strong>, si fuera bien dirigido. En un sentido, esto es verdad en todos los pecadores. Miremos al<br />

Salvador en todas nuestras tribu<strong>la</strong>ciones. Bendito Señor, danos gracia para mirarte en el camino <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

tribu<strong>la</strong>ción, ir ante tu iglesia y tu pueblo, marcando el camino por tu propio ejemplo inmacu<strong>la</strong>do. En<br />

todas <strong>la</strong>s persecuciones en que nuestras tribu<strong>la</strong>ciones menores marcan nuestro camino, que el mirar a<br />

Jesús anime nuestra mente y consuele nuestro corazón.

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