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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Vv. 6—13. Aquí hay una oferta graciosa <strong>de</strong> perdón y paz, y <strong>de</strong> toda felicidad. No será en vano<br />

buscar a Dios; ahora su pa<strong>la</strong>bra nos está l<strong>la</strong>mando y su Espíritu lucha con nosotros. Pero hay un día<br />

por venir en que no será hal<strong>la</strong>do. Pue<strong>de</strong> llegar un tiempo así en esta vida; seguro es que <strong>la</strong> puerta será<br />

cerrada en <strong>la</strong> muerte y el juicio. No sólo <strong>de</strong>be haber un cambio <strong>de</strong>l camino, sino un cambio <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

mente. Debemos cambiar nuestros juicios sobre <strong>la</strong>s personas y <strong>la</strong>s cosas. No es suficiente romper y<br />

<strong>de</strong>jar <strong>la</strong>s ma<strong>la</strong>s costumbres, sino tenemos que luchar contra los malos pensamientos. Arrepentirse es<br />

volver a nuestro Señor, contra el cual nos rebe<strong>la</strong>mos. Si lo hacemos así, Dios se multiplicará para<br />

perdonar como nosotros nos hemos multiplicado para ofen<strong>de</strong>r. Pero que nadie juegue con esta<br />

abundante misericordia ni <strong>la</strong> use como ocasión para pecar. El pensamiento <strong>de</strong> los hombres acerca <strong>de</strong>l<br />

pecado, <strong>de</strong> Cristo y <strong>de</strong> <strong>la</strong> santidad, sobre este mundo y el otro, difieren vastamente <strong>de</strong> los <strong>de</strong> Dios;<br />

pero en nada diferen más que en materia <strong>de</strong> perdón. Nosotros perdonamos y no po<strong>de</strong>mos olvidar;<br />

cuando perdona el pecado Dios no lo recuerda más. —El po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> su pa<strong>la</strong>bra en <strong>la</strong>s esferas <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

provi<strong>de</strong>ncia y <strong>la</strong> gracia es tan cierto como en <strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> naturaleza. La verdad sagrada produce un<br />

cambio espiritual en <strong>la</strong> mente <strong>de</strong>l hombre que ni <strong>la</strong> lluvia ni <strong>la</strong> nieve pue<strong>de</strong>n producir en <strong>la</strong> tierra. No<br />

volverá al Señor sin producir efectos importantes. —Si adoptamos un punto <strong>de</strong> vista especial <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Iglesia, hal<strong>la</strong>remos qué cosas gran<strong>de</strong>s ha hecho y hará Dios por el<strong>la</strong>. Los judíos volverán a su tierra;<br />

esto representa <strong>la</strong>s bendiciones prometidas. La gracia <strong>de</strong>l evangelio hará un cambio gran<strong>de</strong> en los<br />

hombres. Librado <strong>de</strong> <strong>la</strong> ira veni<strong>de</strong>ra, el pecador convertido hal<strong>la</strong> paz en su conciencia; el amor lo<br />

constriñe a <strong>de</strong>dicarse al servicio <strong>de</strong> su Re<strong>de</strong>ntor. En lugar <strong>de</strong> ser profano, contencioso, egoísta o<br />

sensual, véanlo paciente, humil<strong>de</strong>, amable y en paz. La esperanza <strong>de</strong> ayudar en tal obra <strong>de</strong>biera<br />

instarnos a difundir el evangelio <strong>de</strong> <strong>la</strong> salvación. Ayúdanos tú, oh Espíritu <strong>de</strong> toda verdad, a tener esa<br />

visión tal <strong>de</strong> <strong>la</strong> plenitud, gratuidad y gran<strong>de</strong>za <strong>de</strong> <strong>la</strong> rica misericordia en Cristo, que quite <strong>de</strong> nosotros<br />

todos los estrechos puntos <strong>de</strong> vista acerca <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia soberana.<br />

CAPÍTULO LVI<br />

Versículos 1, 2. Encargo <strong>de</strong> obe<strong>de</strong>cer los preceptos divinos. 3—8. Bendiciones prometidas. 9—12.<br />

Reproche a los centine<strong>la</strong>s, los maestros y los gobernantes negligentes <strong>de</strong> los judíos.<br />

Vv. 1, 2. El Señor nos dice cuáles son sus expectativas <strong>de</strong>l <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> parte nuestra. Sé honesto y justo<br />

en todos tus tratos. También, observa estrictamente el día <strong>de</strong> reposo. Para tener <strong>la</strong> bendición <strong>de</strong> Dios<br />

en los trabajos <strong>de</strong> toda <strong>la</strong> semana, toma conciencia <strong>de</strong> santificar el día <strong>de</strong> reposo. No tengas nada que<br />

ver con el pecado. Bendito el varón que aleja su mano <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s cosas que <strong>de</strong>sagradan a Dios y<br />

que dañan su alma. Los que, a través <strong>de</strong>l Espíritu, tienen <strong>la</strong> esperanza <strong>de</strong> <strong>la</strong> justicia por <strong>la</strong> fe, serán<br />

hal<strong>la</strong>dos en los caminos <strong>de</strong> <strong>la</strong> obediencia santa.<br />

Vv. 3—8. A menudo <strong>la</strong> incredulidad sugiere cosas para <strong>de</strong>sanimar a los creyentes, contra lo cual<br />

Dios advierte expresamente. Las bendiciones espirituales son in<strong>de</strong>ciblemente mejores que tener hijos<br />

e hijas; porque los hijos son una preocupación y pue<strong>de</strong>n dar tristeza y vergüenza, pero <strong>la</strong>s<br />

bendiciones en que participamos en <strong>la</strong> casa <strong>de</strong> Dios son un consuelo que no se pue<strong>de</strong> amargar. Los<br />

que verda<strong>de</strong>ramente aman al Señor le servirán fielmente, y entonces, sus mandamientos no son<br />

gravosos. —Se prometen tres cosas. Asistencia: No sólo les daré <strong>la</strong> bienvenida, sino que los inclinaré<br />

a venir. Aceptación y consuelo: aunque vengan <strong>la</strong>mentándose a <strong>la</strong> casa <strong>de</strong> oración se irán con<br />

regocijo. Encontrarán alivio echando sus cargas y afanes sobre Dios. Más <strong>de</strong> un espíritu dolorido ha<br />

sido hecho gozoso en <strong>la</strong> casa <strong>de</strong> oración. Los gentiles serán un cuerpo con los judíos para que, como<br />

dice Cristo, Juan x, 16, haya un rebaño y un Pastor. —Gracias a Dios que nadie es separado <strong>de</strong> Él<br />

sino por incredulidad y pecado voluntarios; y si vamos a Él, seremos aceptados por el sacrificio <strong>de</strong><br />

nuestro gran Sumo Sacerdote.

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