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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Vv. 6—17. Rebeca sabía que <strong>la</strong> bendición estaba preparada para Jacob y esperaba que él <strong>la</strong><br />

tuviera. Pero hizo mal a Isaac al engañarlo; hizo mal a Jacob al tentarlo para que hiciera mal. Puso<br />

una piedra <strong>de</strong> tropiezo en el camino <strong>de</strong> Esaú y le dio un pretexto para odiar a Jacob y aborrecer <strong>la</strong><br />

religión. Todos eran culpables. Era una <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong>s medidas retorcidas que a menudo se adoptan<br />

para hacer progresar <strong>la</strong>s promesas divinas; como si el fin justificase o excusase los medios<br />

incorrectos. Así, pues, muchos han actuado mal con <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> ser útiles para fomentar <strong>la</strong> causa <strong>de</strong><br />

Cristo. La respuesta a todas esas cosas es <strong>la</strong> que Dios dirigió a Abraham: ―Yo soy el Dios<br />

Todopo<strong>de</strong>roso; anda <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> mí y sé perfecto‖. —Fue un <strong>de</strong>cir muy apresurado <strong>de</strong> Rebeca: ―Hijo<br />

mío, sea sobre mí tu maldición‖. Cristo ha llevado <strong>la</strong> maldición <strong>de</strong> <strong>la</strong> ley por todos los que se uncen<br />

al yugo <strong>de</strong>l mandamiento, el mandamiento <strong>de</strong>l evangelio. Pero es <strong>de</strong>masiado osado que una criatura<br />

diga: ―sea sobre mí tu maldición‖.<br />

Vv. 18—29. Con cierta dificultad, Jacob se salió con <strong>la</strong> suya y obtuvo <strong>la</strong> bendición. Esta<br />

bendición es en términos muy generales. No se mencionan <strong>la</strong>s misericordias distintivas <strong>de</strong>l pacto con<br />

Abraham. Esto podría <strong>de</strong>berse a que Isaac pensaba en Esaú, aunque era Jacob quien estaba <strong>de</strong><strong>la</strong>nte<br />

suyo. No podía ignorar <strong>la</strong> forma en que Esaú había <strong>de</strong>spreciado <strong>la</strong>s cosas mejores. A<strong>de</strong>más, su<br />

inclinación por Esaú, al punto <strong>de</strong> no tomar en cuenta <strong>la</strong> voluntad <strong>de</strong> Dios, <strong>de</strong>be haber <strong>de</strong>bilitado<br />

enormemente su propia fe en esas cosas. Por tanto, podría esperarse que <strong>la</strong> escasez estuviera en su<br />

bendición, concor<strong>de</strong> con su estado mental.<br />

Vv. 30—40. Cuando Esaú comprendió que Jacob había obtenido <strong>la</strong> bendición, c<strong>la</strong>mó con un<br />

muy gran<strong>de</strong> y amargo l<strong>la</strong>nto. Viene el día en que quienes ahora se toman a <strong>la</strong> ligera <strong>la</strong>s bendiciones<br />

<strong>de</strong>l pacto y ven<strong>de</strong>n su <strong>de</strong>recho a <strong>la</strong>s bendiciones espirituales por lo carente <strong>de</strong> valor, en vano <strong>la</strong>s<br />

pedirán con urgencia. Isaac tembló mucho cuando se dio cuenta el engaño que le hicieron. Los que<br />

siguen <strong>la</strong> opción <strong>de</strong> sus propios afectos más que <strong>la</strong> voluntad divina, se meten en confusión. Pero él<br />

pronto se recuperó y confirmó <strong>la</strong> bendición que había dado a Jacob diciendo: Yo lo bendije y será<br />

bendito. —Los que se apartan <strong>de</strong> su sabiduría y <strong>de</strong> su gracia, <strong>de</strong> su fe y <strong>de</strong> <strong>la</strong> buena conciencia, en<br />

aras <strong>de</strong> los honores, <strong>la</strong>s riquezas o los p<strong>la</strong>ceres <strong>de</strong> este mundo, por más que finjan celo por <strong>la</strong><br />

bendición, se han juzgado indignos <strong>de</strong> el<strong>la</strong> y su con<strong>de</strong>nación será <strong>la</strong> que les correspon<strong>de</strong>. —Una<br />

bendición corriente fue dada a Esaú. Era lo que <strong>de</strong>seaba. Los <strong>de</strong>seos débiles <strong>de</strong> felicidad sin <strong>la</strong><br />

elección correcta <strong>de</strong>l fin, y el uso correcto <strong>de</strong> los medios, engañan a muchos llevándolos a su propia<br />

ruina. Las multitu<strong>de</strong>s van al infierno con sus bocas llenas <strong>de</strong> buenos <strong>de</strong>seos. —La gran diferencia es<br />

que no hay nada en <strong>la</strong> bendición <strong>de</strong> Esaú que apunte a Cristo; y sin eso, <strong>la</strong> grosura <strong>de</strong> <strong>la</strong> tierra y el<br />

producto <strong>de</strong>l campo, <strong>de</strong> bien poco valen. Así, pues, por fe Isaac bendijo a sus dos hijos, según lo que<br />

<strong>de</strong>bía ser su suerte.<br />

Vv. 41—46. Esaú aborreció a Jacob por <strong>la</strong> bendición que éste obtuvo. Así siguió por el camino<br />

<strong>de</strong> Caín, que asesinó a su hermano porque había recibido <strong>la</strong> aceptación <strong>de</strong> Dios, <strong>de</strong> <strong>la</strong> cual Caín se<br />

había hecho indigno. Esaú se propuso impedir que Jacob o su <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia tuviera el dominio,<br />

quitándole <strong>la</strong> vida. Los hombres pue<strong>de</strong>n inquietarse por los consejos <strong>de</strong> Dios, pero no pue<strong>de</strong>n<br />

cambiarlos. Para evitar una tragedia Rebeca advirtió a Jacob <strong>de</strong>l peligro y le aconsejó que se fuera en<br />

aras <strong>de</strong> su seguridad. No <strong>de</strong>bemos esperar <strong>de</strong>masiada sabiduría y <strong>de</strong>cisión aún en los más<br />

prometedores <strong>de</strong> los hijos; más bien <strong>de</strong>bemos tener cuidado <strong>de</strong> mantenerlos apartados <strong>de</strong>l camino <strong>de</strong>l<br />

mal. Cuando leemos este capítulo no <strong>de</strong>bemos <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> observar que no <strong>de</strong>bemos seguir ni al mejor<br />

<strong>de</strong> los hombres más allá <strong>de</strong> lo que hagan conforme a <strong>la</strong> ley <strong>de</strong> Dios. No <strong>de</strong>bemos hacer mal para que<br />

venga bien. Aunque para cumplir sus propósitos Dios no tomó en cuenta <strong>la</strong>s ma<strong>la</strong>s acciones<br />

registradas en este capítulo, <strong>de</strong> todos modos vemos su juicio en <strong>la</strong>s penosas consecuencias para todas<br />

<strong>la</strong>s partes involucradas. —Fue privilegio y ventaja particu<strong>la</strong>r <strong>de</strong> Jacob transmitir estas bendiciones<br />

espirituales a todas <strong>la</strong>s naciones. El Cristo, el Salvador <strong>de</strong>l mundo, iba a nacer <strong>de</strong> cierta familia y<br />

Jacob fue preferido y no Esaú por el beneplácito <strong>de</strong>l Dios Omnipotente que ciertamente es el mejor

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