14.05.2013 Views

Comentario de la Biblia Matthew Henry

Comentario de la Biblia Matthew Henry

Comentario de la Biblia Matthew Henry

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

nombramiento divino para el oficio <strong>de</strong>l sacerdocio; pero él, que una vez se avergonzó al extremo <strong>de</strong><br />

levantar un altar para el becerro <strong>de</strong> oro, ahora <strong>de</strong>be reconocerse indigno <strong>de</strong>l honor <strong>de</strong> servir en el<br />

altar <strong>de</strong> Dios, y <strong>de</strong>be sentirse en <strong>de</strong>uda con <strong>la</strong> libre gracia por ello. De esta manera fueron silenciados<br />

el orgullo y <strong>la</strong> jactancia.<br />

Vv. 7—14. Dios dice a Moisés que los israelitas se habían corrompido. El pecado es <strong>la</strong><br />

corrupción <strong>de</strong>l pecador, y es una corrupción <strong>de</strong> sí mismo; cada uno es tentado, cuando <strong>de</strong> su propia<br />

concupiscencia es atraído y seducido. Ellos se habían <strong>de</strong>scarriado. El pecado es salirse <strong>de</strong>l camino<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong>ber y tomar un atajo. Pronto olvidaron <strong>la</strong>s obras <strong>de</strong> Dios. Él ve lo que ellos no pue<strong>de</strong>n<br />

<strong>de</strong>scubrir, y ninguna maldad <strong>de</strong>l mundo le está oculta. Nosotros no soportaríamos ver <strong>la</strong> milésima<br />

parte <strong>de</strong> <strong>la</strong> maldad que Dios ve a diario. Dios expresa <strong>la</strong> gran<strong>de</strong>za <strong>de</strong> su justo <strong>de</strong>sagrado, al estilo <strong>de</strong><br />

los hombres, que no hubieran permitido que alguien intercediera por aquellos contra quienes<br />

hubieran resuelto ser severos. Nada sino <strong>la</strong> oración <strong>de</strong> Moisés podía salvarlos <strong>de</strong> <strong>la</strong> ruina; <strong>de</strong> esta<br />

manera, fue un tipo <strong>de</strong> Cristo, por cuya so<strong>la</strong> mediación, Dios reconciliaría el mundo consigo mismo.<br />

—Moisés pone como prenda <strong>la</strong> gloria <strong>de</strong> Dios. La glorificación <strong>de</strong>l nombre <strong>de</strong> Dios, que <strong>de</strong>biera ser<br />

nuestra primera petición, como es en el Padre Nuestro, <strong>de</strong>biera ser nuestro ruego principal. Las<br />

promesas <strong>de</strong> Dios <strong>de</strong>ben ser nuestro principal ruego en oración, puesto que quien lo prometió es<br />

po<strong>de</strong>roso para cumplir. Nótese el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> <strong>la</strong> oración. En respuesta a <strong>la</strong>s oraciones <strong>de</strong> Moisés, Dios<br />

mostró su propósito <strong>de</strong> perdonar al pueblo, <strong>de</strong> <strong>la</strong> manera que antes parecía <strong>de</strong>cidido a <strong>de</strong>struirlo; el<br />

cambio en <strong>la</strong> expresión exterior <strong>de</strong> su propósito es l<strong>la</strong>mado ―arrepentirse <strong>de</strong>l mal‖.<br />

Vv. 15—20. ¡Qué cambio! Descen<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l monte <strong>de</strong> <strong>la</strong> comunión con Dios, para conversar con un<br />

mundo malo. Nada vemos en Dios que no sea puro y p<strong>la</strong>centero; en el mundo, nada que no sea<br />

pecador y provocativo. Para que se viera que un ídolo es nada en el mundo, Moisés pulverizó el<br />

becerro. El acto <strong>de</strong> mezc<strong>la</strong>r este polvo con el agua que bebían representa el hecho <strong>de</strong> que el corazón<br />

<strong>de</strong>l apóstata <strong>de</strong>be llenarse con sus propios caminos.<br />

Vv. 21—29. Nunca hubo hombre sabio que diera una excusa más frívo<strong>la</strong> y necia que <strong>la</strong> <strong>de</strong><br />

Aarón. No <strong>de</strong>bemos ser llevados a pecar por algo que el hombre pueda <strong>de</strong>cirnos o hacernos; pues los<br />

hombres sólo pue<strong>de</strong>n tentarnos a pecar, pero no pue<strong>de</strong>n obligarnos a hacerlo. La forma en que<br />

Moisés enfrentó el problema volvió <strong>la</strong> danza en temblor. La vergüenza <strong>de</strong> su pecado quedó expuesta<br />

a <strong>la</strong> luz. Para quitar el reproche, Moisés no ocultó el pecado, ni le impuso un color falso, mas lo<br />

castigó. Los levitas tuvieron que matar a los lí<strong>de</strong>res <strong>de</strong> esta maldad, pero nadie fue ejecutado sino los<br />

que se enfrentaron abiertamente. Los que persisten en pecar están marcados para <strong>la</strong> ruina: Quienes<br />

por <strong>la</strong> mañana gritaban y danzaban, murieron antes <strong>de</strong> <strong>la</strong> noche. Los juicios <strong>de</strong>l Señor producen<br />

cambios súbitos a veces, con los pecadores que se sienten seguros y alegres en su pecar.<br />

Vv. 30—35. Moisés lo calificó <strong>de</strong> gran pecado. La obra <strong>de</strong> los ministros tiene que mostrar <strong>la</strong><br />

enormidad <strong>de</strong> sus pecados a <strong>la</strong> gente. El gran mal <strong>de</strong>l pecado se evi<strong>de</strong>ncia en el precio <strong>de</strong>l perdón.<br />

Moisés ruega misericordia a Dios; él no fue a dar excusas sino a expiar. No tenemos que suponer<br />

que Moisés quiere <strong>de</strong>cir que siempre estuviera dispuesto a morir en aras <strong>de</strong>l pueblo. Tenemos que<br />

amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos pero no más que a nosotros mismos. Pero con el<br />

sentir que había en Cristo, Él estaba dispuesto a poner su vida <strong>de</strong> <strong>la</strong> manera más dolorosa, si <strong>de</strong> esa<br />

manera pudiera preservar al pueblo. Moisés no podía apaciguar totalmente <strong>la</strong> ira <strong>de</strong> Dios; lo cual<br />

muestra que <strong>la</strong> ley <strong>de</strong> Moisés no era capaz <strong>de</strong> reconciliar a los hombres con Dios, ni <strong>de</strong> perfeccionar<br />

nuestra paz con Él. Sólo en Cristo Dios perdona el pecado, para no recordarlo más. —Esta historia<br />

nos muestra que ningún corazón carnal, que no se haya humil<strong>la</strong>do, pue<strong>de</strong> soportar por mucho tiempo<br />

los preceptos santos, <strong>la</strong>s verda<strong>de</strong>s humil<strong>la</strong>ntes, y <strong>la</strong> adoración espiritual <strong>de</strong> Dios. Pero un dios, un<br />

sacerdote, un culto, una doctrina y un sacrificio, a <strong>la</strong> medida <strong>de</strong> <strong>la</strong> mente carnal, siempre encontrará<br />

abundancia <strong>de</strong> adoradores. Se pue<strong>de</strong> pervertir el evangelio mismo a tal punto que se adapte al gusto

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!