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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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utinarias a Dios? Entonces levantémonos y pongámonos en acción; hay que hacerlo, y el resultado<br />

es seguro. —Tenemos que humil<strong>la</strong>rnos ante Dios, como culpables ante sus ojos. Reconozcamos<br />

nuesta pecaminosidad; no po<strong>de</strong>mos justificarnos a nosotros mismos ni confesarnos inocentes.<br />

Nuestro consuelo inexpresable es que haya perdón <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> Él porque eso es lo que necesitamos.<br />

Jesucristo es el gran Rescate; Él es siempre nuestro Abogado y, por medio <strong>de</strong> Él, esperamos obtener<br />

perdón. En ti hay perdón, no para que se abuse <strong>de</strong> ti, sino para que seas reverenciado. El temor <strong>de</strong><br />

Dios suele ser consi<strong>de</strong>rado como toda <strong>la</strong> adoración <strong>de</strong> Dios. El único motivo y aliento para los<br />

pecadores es este: que hay perdón <strong>de</strong>l Señor.<br />

Vv. 5—8. Es por el Señor que espera mi alma, por los dones <strong>de</strong> su gracia, y <strong>la</strong> obra <strong>de</strong> su po<strong>de</strong>r.<br />

Debemos esperar únicamente lo que ha prometido en su pa<strong>la</strong>bra. Como los que <strong>de</strong>sean ver el<br />

amanecer, <strong>de</strong>seosos que <strong>la</strong> luz venga mucho antes que el día, pero con más fervor todavía, anhe<strong>la</strong> el<br />

hombre bueno <strong>la</strong>s señales <strong>de</strong>l favor <strong>de</strong> Dios y <strong>la</strong>s visitas <strong>de</strong> su gracia. —Que todos los que se <strong>de</strong>dican<br />

al Señor, permanezcan en Él con alegría. Esta re<strong>de</strong>nción es <strong>de</strong> todo pecado. Jesucristo salva a su<br />

pueblo <strong>de</strong> sus pecados y <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r con<strong>de</strong>nador y dominante <strong>de</strong>l pecado. Hay re<strong>de</strong>nción abundante;<br />

hay una plenitud <strong>de</strong>l todo suficiente en el Re<strong>de</strong>ntor, suficiente para todos, suficiente para cada uno;<br />

por tanto, suficiente para mí, dice el creyente. La re<strong>de</strong>nción <strong>de</strong>l pecado incluye <strong>la</strong> re<strong>de</strong>nción <strong>de</strong> todos<br />

los males, por tanto es una re<strong>de</strong>nción abundante por medio <strong>de</strong> <strong>la</strong> sangre expiatoria <strong>de</strong> Jesús, que<br />

redime a su pueblo <strong>de</strong> todos sus pecados. Todo el que espera en Dios por misericordia y gracia, está<br />

seguro <strong>de</strong> tener paz.<br />

SALMO CXXXI<br />

La humildad <strong>de</strong>l salmista.—Los creyentes son exhortados a confiar en Dios.<br />

El salmista no apuntaba a nada alto ni gran<strong>de</strong>, sino a estar contento en toda condición que Dios<br />

dispusiera. Los santos humil<strong>de</strong>s no pue<strong>de</strong>n pensar bien <strong>de</strong> ellos mismos, como los <strong>de</strong>más piensan <strong>de</strong><br />

sí. El amor <strong>de</strong> Dios que reina en el corazón someterá al amor propio. Don<strong>de</strong> hay un corazón<br />

orgulloso corrientemente hay una mirada <strong>de</strong> soberbia. El conocimiento <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong> nuestro <strong>de</strong>ber<br />

es para nosotros conocimiento suficientemente elevado. Sabiduría nuestra es no meternos en lo que<br />

no nos correspon<strong>de</strong>. —Él estaba muy reconciliado con toda condición en que el Señor lo pusiera.<br />

Había sido humil<strong>de</strong> como niñito en edad <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stete, y tan lejos como éste <strong>de</strong> poner su mira en <strong>la</strong>s<br />

cosas elevadas; tan enteramente a disposición <strong>de</strong> Dios como el niño está a disposición <strong>de</strong> <strong>la</strong> madre o<br />

niñera. Debemos llegar a ser como niños, Mateo xviii, 3. Nuestros corazones <strong>de</strong>sean <strong>la</strong>s cosas <strong>de</strong>l<br />

mundo, c<strong>la</strong>man por el<strong>la</strong>s y les tienen afecto pero, por <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> Dios, el alma santificada, es<br />

<strong>de</strong>stetada <strong>de</strong> esas cosas. El niño se enoja y teme mientras está en el <strong>de</strong>stete, pero en uno o dos días<br />

no se interesa más por <strong>la</strong> leche, y pue<strong>de</strong> tolerar el alimento más sólido. Así, el alma convertida se<br />

acal<strong>la</strong> sometida a per<strong>de</strong>r lo que amaba, y se <strong>de</strong>sengaña <strong>de</strong> lo que esperaba, y está tranqui<strong>la</strong> pase lo<br />

que pase. Cuando nuestra condición no concuerda con nuestro propósito, <strong>de</strong>bemos revisar nuestra<br />

condición; entonces, estaremos tranquilos con nosotros mismos y con todo lo que nos ro<strong>de</strong>e;<br />

entonces, nuestras almas son como niño <strong>de</strong>stetado. De este modo, el salmista recomienda a todo el<br />

Israel <strong>de</strong> Dios, por experiencia propia, que confíen en Dios. Bueno es tener esperanza y esperar<br />

cal<strong>la</strong>damente <strong>la</strong> salvación <strong>de</strong>l Señor en cada prueba.<br />

SALMO CXXXII

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