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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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<strong>de</strong>l castigo <strong>de</strong>l pecado, para obtener el perdón <strong>de</strong>l pecado para ellos; y para que su muerte adquiriera<br />

ese perdón. Nuestro Señor no entregó su vida por su doctrina, sino por sus ovejas.<br />

Vv. 19—21. Satanás <strong>de</strong>struye a muchos quitándoles el interés por <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra y <strong>la</strong>s or<strong>de</strong>nanzas.<br />

Los hombres no toleran que se rían <strong>de</strong> ellos por su alimento necesario, pero toleran que se rían <strong>de</strong><br />

ellos por lo que es mucho más necesario. Si nuestro celo y fervor en <strong>la</strong> causa <strong>de</strong> Cristo,<br />

especialmente en <strong>la</strong> bendita obra <strong>de</strong> llevar sus ovejas a su redil, nos acarrea ma<strong>la</strong> fama, no <strong>la</strong><br />

escuchemos, pero recor<strong>de</strong>mos que así reprocharon a nuestro Maestro antes que a nosotros.<br />

Vv. 22—30. Todos los que tienen algo que <strong>de</strong>cir a Cristo, pue<strong>de</strong>n encontrarlo en el templo.<br />

Cristo nos hará creer; nosotros nos hacemos dudar. Los judíos entendieron su significado, pero no<br />

pudieron dar forma a sus pa<strong>la</strong>bras como acusación completa en su contra. Él <strong>de</strong>scribió <strong>la</strong> disposición<br />

<strong>de</strong> gracia y el estado <strong>de</strong> dicha <strong>de</strong> sus ovejas; el<strong>la</strong>s oyeron y creyeron su pa<strong>la</strong>bra, le siguieron como<br />

sus fieles discípulos, y ninguna <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s perecerá, porque el Hijo y el Padre eran uno. Así, pues, pudo<br />

<strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r a sus ovejas contra todos sus enemigos, lo cual prueba que pretendió tener po<strong>de</strong>r y<br />

perfección divinos iguales al Padre.<br />

Vv. 31—38. Las obras <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r y misericordia <strong>de</strong> Cristo le proc<strong>la</strong>man ser. Dios bendijo sobre<br />

todo por los siglos, para que todos sepan y crean que Él es en el Padre, y el Padre en Él. A quien el<br />

Padre envía, santifica. El santo Dios recompensará y, por tanto, empleará sólo a quienes Él haga<br />

santos. El Padre era en el Hijo, <strong>de</strong> modo que por el po<strong>de</strong>r divino, Aquél obró sus mi<strong>la</strong>gros; el Hijo<br />

era en el Padre, <strong>de</strong> modo que conocía toda su mente. Nosotros no po<strong>de</strong>mos hal<strong>la</strong>r esto a <strong>la</strong> perfección<br />

buscándolo, pero <strong>de</strong>bemos conocer y creer estas <strong>de</strong>c<strong>la</strong>raciones <strong>de</strong> Cristo.<br />

Vv. 39—42. No prosperará ningún arma forjada contra nuestro Señor Jesús. No escapó porque<br />

tuviera temor <strong>de</strong> sufrir, sino porque su hora no había llegado. Aquél que sabía librarse a sí mismo,<br />

sabe librar <strong>de</strong> sus tentaciones a los santos, y hacerles un camino para que escapen. Los perseguidores<br />

pue<strong>de</strong>n echar a Cristo y su evangelio <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciudad o país <strong>de</strong> ellos pero no pue<strong>de</strong>n echarlos <strong>de</strong>l mundo.<br />

Cuando por fe en nuestros corazones conocemos a Cristo, encontramos que es verdad todo lo que <strong>la</strong><br />

Escritura dice <strong>de</strong> Él.<br />

CAPÍTULO XI<br />

Versículos 1—6. La enfermedad <strong>de</strong> Lázaro. 7—10. Cristo regresa a Ju<strong>de</strong>a. 11—16. La muerte <strong>de</strong><br />

Lázaro. 17—32. Cristo arriba a Betania. 33—46. Resucita a Lázaro. 47—53. Los fariseos se<br />

confabu<strong>la</strong>n contra Jesús. 54—57. Los judíos lo buscan.<br />

Vv. 1—6. Estar enfermos no es nada nuevo para quienes Cristo ama; <strong>la</strong>s dolencias corporales<br />

corrigen <strong>la</strong> corrupción y prueban <strong>la</strong>s gracias <strong>de</strong>l pueblo <strong>de</strong> Dios. Él no vino a resguardar a su pueblo<br />

<strong>de</strong> estas aflicciones, sino a salvarlos <strong>de</strong> sus pecados, y <strong>de</strong> <strong>la</strong> ira veni<strong>de</strong>ra; sin embargo, nos<br />

correspon<strong>de</strong> ape<strong>la</strong>r a Él por cuenta <strong>de</strong> nuestros amigos y parientes cuando están enfermos y<br />

afligidos. Que esto nos reconcilie con el <strong>la</strong>do más oscuro <strong>de</strong> <strong>la</strong> Provi<strong>de</strong>ncia, que todo es para <strong>la</strong><br />

gloria <strong>de</strong> Dios: así son enfermedad, pérdida, <strong>de</strong>silusión; y <strong>de</strong>bemos satisfacernos si Dios es<br />

glorificado. Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Favorecidas gran<strong>de</strong>mente son <strong>la</strong>s<br />

familias en que abundan el amor y <strong>la</strong> paz, pero son felices hasta lo sumo aquel<strong>la</strong>s a <strong>la</strong>s que Jesús<br />

ama, y por <strong>la</strong>s que es amado. Ay, que este raras veces sea el caso <strong>de</strong> cada persona, aun en familias<br />

pequeñas. —Dios tiene intenciones buenas aun cuando parece <strong>de</strong>morar. Cuando tarda <strong>la</strong> obra <strong>de</strong><br />

liberación temporal o espiritual, pública o personal, se <strong>de</strong>be a que espera el momento oportuno.

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