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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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CAPÍTULO XVI<br />

Versículos 1—5. Job reprueba a sus amigos. 6—16. Él presenta su caso como <strong>de</strong>plorable. 17—22.<br />

Job sostiene su inocencia.<br />

Vv. 1—5. Elifaz había representado los discursos <strong>de</strong> Job como inútiles y nada referidos al propósito;<br />

aquí Job da el mismo carácter a los suyos. Quienes censuran <strong>de</strong>ben esperar que los censuren; es fácil,<br />

es interminable, pero, ¿qué bien hace? Las respuestas airadas incitan <strong>la</strong>s pasiones <strong>de</strong> los hombres,<br />

pero no convencen con sus juicios ni ponen <strong>la</strong> verdad bajo una c<strong>la</strong>ra luz. Lo que Job dice <strong>de</strong> sus<br />

amigos vale para todas <strong>la</strong>s criaturas, comparadas con Dios; en uno u otro momento se nos hará ver y<br />

reconocer qué miserables conso<strong>la</strong>dores son todas el<strong>la</strong>s. Cuando se está bajo convicción <strong>de</strong> pecado,<br />

<strong>de</strong> los terrores <strong>de</strong> <strong>la</strong> conciencia o ante <strong>la</strong>s garras <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte, sólo el bendito Espíritu pue<strong>de</strong> conso<strong>la</strong>r<br />

eficazmente; sin Él, todos los otros lo hacen mal y sin propósito. Cualesquiera sean <strong>la</strong>s penas <strong>de</strong><br />

nuestros hermanos, <strong>de</strong>bemos hacer<strong>la</strong>s propias por simpatía; que pronto lo sean.<br />

Vv. 6—16. Aquí hay una triste representación <strong>de</strong> <strong>la</strong>s aflicciones <strong>de</strong> Job. ¡Cuánta razón tenemos<br />

para ben<strong>de</strong>cir a Dios, por no tener que quejarnos así! Hasta los hombres buenos, cuando están en<br />

gran<strong>de</strong>s problemas, no tienen que abrigar malos pensamientos acerca <strong>de</strong> Dios. Elifaz había<br />

representado a Job como que no se había humil<strong>la</strong>do bajo su aflicción: No, dice Job, yo conozco<br />

cosas mejores; el polvo es ahora el lugar más apto para mí. En esto, nos recuerda a Cristo, que fue<br />

varón <strong>de</strong> dolores, y <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ró bienaventurados a los que lloran, porque ellos recibirán conso<strong>la</strong>ción.<br />

Vv. 17—22. El estado <strong>de</strong> Job era muy <strong>de</strong>plorable; pero tenía el testimonio <strong>de</strong> su conciencia a su<br />

favor, que nunca se permitió incurrir en un pecado atroz. Nadie estuvo jamás tan dispuesto a<br />

reconocer los pecados <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>de</strong>bilidad. Elifaz lo había acusado <strong>de</strong> hipocresía en cuanto a su religión,<br />

pero elige <strong>la</strong> oración, el acto grandioso <strong>de</strong> <strong>la</strong> religión, y profesa que él era puro en esto, aunque no <strong>de</strong><br />

toda <strong>de</strong>bilidad. Tiene un Dios al cual acudir, que nota en forma cabal, no cabe duda, todas sus penas.<br />

Los que <strong>de</strong>rraman lágrimas ante Dios, aunque no puedan rogar por sí mismos <strong>de</strong>bido a sus <strong>de</strong>fectos,<br />

tienen un Amigo que los <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>, el mismísimo Hijo <strong>de</strong>l hombre, en quien <strong>de</strong>bemos asentar todas<br />

nuestras esperanzas <strong>de</strong> aceptación por parte <strong>de</strong> Dios. Morir es irse por el camino <strong>de</strong>l cual no<br />

retornaremos. Todos nosotros tenemos que empren<strong>de</strong>r esta jornada, con toda seguridad, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong><br />

muy poco tiempo. Entonces, ¿no <strong>de</strong>biera el Salvador ser precioso para nuestras almas? ¿No<br />

<strong>de</strong>biéramos estar dispuestos a obe<strong>de</strong>cer y a sufrir por Él? Si nuestra conciencia está rociada con su<br />

sangre expiatoria, y testifica que no vivimos en pecado o en hipocresía, cuando vayamos por el<br />

camino <strong>de</strong>l cual no regresaremos, será una liberación <strong>de</strong> <strong>la</strong> prisión y una entrada a <strong>la</strong> felicidad eterna.<br />

CAPÍTULO XVII<br />

Versículos 1—9. Job ape<strong>la</strong> a Dios a partir <strong>de</strong>l hombre. 10—16. Su esperanza no está en <strong>la</strong> vida sino<br />

en <strong>la</strong> muerte.<br />

Vv. 1—9. Job reflexiona en <strong>la</strong>s duras censuras que sus amigos le han hecho y, mirándose como<br />

hombre moribundo, ape<strong>la</strong> a Dios. —Nuestro tiempo se acaba. Nos correspon<strong>de</strong> redimir<br />

cuidadosamente los días y <strong>de</strong>dicarlos a prepararnos para <strong>la</strong> eternidad. —De <strong>la</strong>s aflicciones <strong>de</strong> Job, <strong>de</strong><br />

parte <strong>de</strong> Dios, <strong>de</strong> los enemigos y <strong>de</strong> los amigos, vemos el buen uso que el justo <strong>de</strong>biera hacer <strong>de</strong><br />

el<strong>la</strong>s. En lugar <strong>de</strong> <strong>de</strong>sanimarse en el servicio <strong>de</strong> Dios, por el duro trato que este siervo fiel <strong>de</strong> Dios<br />

tuvo, <strong>de</strong>bieran cobrar ánimo para proce<strong>de</strong>r y perseverar en medio <strong>de</strong> <strong>la</strong> aflicción. Los que fijan sus

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