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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Vv. 15—21. Mírese cuán gran<strong>de</strong>, cuán elevada había sido Tiro. Véase a qué punto se rebaja Tiro.<br />

La caída <strong>de</strong> otros <strong>de</strong>biera <strong>de</strong>spertarnos y sacarnos <strong>de</strong> <strong>la</strong> falsa seguridad. Todo <strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong>l<br />

cumplimiento <strong>de</strong> una profecía <strong>de</strong> <strong>la</strong> Escritura es como un mi<strong>la</strong>gro que confirma nuestra fe. —Todo<br />

lo que es terrenal es vanidad y aflicción. Los que ahora tienen <strong>la</strong> prosperidad más estable, pronto<br />

estarán fuera <strong>de</strong> <strong>la</strong> vista y olvidados.<br />

CAPÍTULO XXVII<br />

Versículos 1—25. La merca<strong>de</strong>ría <strong>de</strong> Tiro. 26—36. Su caída y ruina.<br />

Vv. 1—25. Quienes viven cómodos tienen que <strong>la</strong>mentarse, si no están preparados para los<br />

problemas. Que nadie tome en cuenta más su hermosura que su santificación. —En <strong>la</strong> cuenta <strong>de</strong>l<br />

comercio <strong>de</strong> Tiro sugiere que el ojo <strong>de</strong> Dios está sobre los hombres cuando están ocupados en los<br />

negocios <strong>de</strong>l mundo. No sólo cuando está en <strong>la</strong> iglesia, orando y oyendo, sino cuando están en los<br />

mercados y <strong>la</strong>s ferias, comprando y vendiendo. En todos nuestros tratos <strong>de</strong>bemos mantener <strong>la</strong><br />

conciencia limpia <strong>de</strong> ofensa. Dios, como Padre común <strong>de</strong> <strong>la</strong> humanidad, hace que un país abun<strong>de</strong> en<br />

un bien transable y otro en otro, <strong>de</strong> servicio para <strong>la</strong> necesidad o para <strong>la</strong> comodidad y adorno <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

vida humana. Véase qué bendición son el comercio y <strong>la</strong>s merca<strong>de</strong>rías para <strong>la</strong> humanidad, cuando se<br />

realizan en el temor <strong>de</strong> Dios. —A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> <strong>la</strong>s necesida<strong>de</strong>s, se da valor a una abundancia <strong>de</strong> cosas<br />

sólo por costumbre; pero Dios nos permite usar<strong>la</strong>s. Pero cuando aumentan <strong>la</strong>s riquezas, los hombres<br />

tien<strong>de</strong>n a poner su corazón en el<strong>la</strong>s y se olvidan <strong>de</strong>l Señor que da po<strong>de</strong>r para obtener riqueza.<br />

Vv. 26—36. Los reinos y estados más po<strong>de</strong>rosos y magníficos caen, tar<strong>de</strong> o temprano. Los que<br />

hacen <strong>de</strong> <strong>la</strong>s criaturas su confianza, y <strong>de</strong>scansan sus esperanzas en el<strong>la</strong>s, caerán con el<strong>la</strong>s: dichosos<br />

los que tienen al Dios <strong>de</strong> Jacob como su ayuda, y cuya esperanza está en el Señor su Dios, que vive<br />

por siempre. Los que se meten en el comercio <strong>de</strong>ben apren<strong>de</strong>r a realizar sus negocios conforme a <strong>la</strong><br />

pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Dios. Los que tienen riqueza <strong>de</strong>ben recordar que son los mayordomos <strong>de</strong>l Señor y <strong>de</strong>ben<br />

usar sus bienes para hacer el bien a todos. Busquemos primero el reino <strong>de</strong> Dios y su justicia.<br />

CAPÍTULO XXVIII<br />

Versículos 1—19. La sentencia contra el príncipe o rey <strong>de</strong> Tiro. 20—23. La caída <strong>de</strong> Sion. 24—26.<br />

La restauración <strong>de</strong> Israel.<br />

Vv. 1—19. Etbaal o Itobal era el príncipe o rey <strong>de</strong> Tiro; y habiéndose enaltecido con orgullo<br />

excesivo, rec<strong>la</strong>mó honores divinos. El orgullo es el pecado peculiar <strong>de</strong> nuestra naturaleza caída.<br />

Ninguna sabiduría pue<strong>de</strong> guiar a <strong>la</strong> felicidad en este mundo o en el veni<strong>de</strong>ro salvo <strong>la</strong> que da el Señor.<br />

El altivo príncipe <strong>de</strong> Tiro pensó que era capaz <strong>de</strong> proteger a su pueblo por su propio po<strong>de</strong>r, y se<br />

consi<strong>de</strong>ró como igual a los habitantes <strong>de</strong>l cielo. Si fuera posible habitar en el jardín <strong>de</strong> Edén, o hasta<br />

entrar al cielo, ninguna felicidad sólida podría disfrutarse sin una mente humil<strong>de</strong>, santa y espiritual.<br />

Todo orgullo espiritual es especialmente <strong>de</strong>l diablo. Los que lo consienten <strong>de</strong>ben tener <strong>la</strong> expectativa<br />

<strong>de</strong> perecer.<br />

Vv. 20—26. Los sidonios eran vecinos fronterizos con <strong>la</strong> tierra <strong>de</strong> Israel y pudieron haber<br />

aprendido a glorificar al Señor, pero, en cambio, atrajeron a Israel a <strong>la</strong> adoración <strong>de</strong> sus ídolos. La

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