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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Señor es <strong>la</strong> fiesta <strong>de</strong> <strong>la</strong> pascua <strong>de</strong>l evangelio. —Habiendo mostrado que mantener <strong>la</strong> ley levítica<br />

conforme a sus propias reg<strong>la</strong>s, impediría que los hombres fueran al altar <strong>de</strong> Cristo, el apóstol agrega:<br />

Salgamos, pues, a Él, fuera <strong>de</strong>l campamento, fuera <strong>de</strong> <strong>la</strong> ley ceremonial, <strong>de</strong>l pecado, <strong>de</strong>l mundo y <strong>de</strong><br />

nosotros mismos. Viviendo por fe en Cristo, apartados para Dios por medio <strong>de</strong> su sangre,<br />

separémonos voluntariamente <strong>de</strong> este mundo malo. El pecado, los pecadores, <strong>la</strong> muerte no <strong>de</strong>jarán<br />

que continuemos aquí por mucho tiempo más; por tanto, salgamos ahora por fe y busquemos en<br />

Cristo el reposo y <strong>la</strong> paz que este mundo no nos pue<strong>de</strong> proporcionar. Llevemos nuestros sacrificios a<br />

este altar y a este nuestro Sumo Sacerdote, y ofrezcámoslo por su intermedio. Siempre <strong>de</strong>bemos<br />

ofrecer el sacrificio <strong>de</strong> a<strong>la</strong>banza a Dios. En estos se cuentan <strong>la</strong> a<strong>la</strong>banza, <strong>la</strong> oración y <strong>la</strong> acción <strong>de</strong><br />

gracias.<br />

Vv. 16—21. Conforme a lo que podamos, tenemos que dar para <strong>la</strong>s necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> <strong>la</strong>s almas y<br />

<strong>de</strong> los cuerpos <strong>de</strong> los hombres: Dios aceptará estas ofrendas con agrado, y aceptará y ben<strong>de</strong>cirá a los<br />

que ofrendan por medio <strong>de</strong> Cristo. —El apóstol expresa en seguida cual es el <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> ellos para con<br />

los ministros vivos: obe<strong>de</strong>cerles y someterse a ellos en <strong>la</strong> medida que sea conforme a <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a y<br />

voluntad <strong>de</strong> Dios dadas a conocer en su pa<strong>la</strong>bra. Los cristianos no <strong>de</strong>ben pensar que saben<br />

<strong>de</strong>masiado, que son <strong>de</strong>masiado buenos o <strong>de</strong>masiado gran<strong>de</strong>s para apren<strong>de</strong>r. El pueblo <strong>de</strong>be<br />

escudriñar <strong>la</strong>s Escrituras, y en <strong>la</strong> medida que los ministros enseñen conforme a esa reg<strong>la</strong>, <strong>de</strong>ben<br />

recibir sus instrucciones como pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Dios que obra en los que creen. Interesa a los oyentes que<br />

<strong>la</strong> cuenta que sus ministros <strong>de</strong>n <strong>de</strong> sí mismos sea con gozo y no con tristeza. Los ministros fieles<br />

entregarán sus propias almas, porque <strong>la</strong> ruina <strong>de</strong> un pueblo infiel y estéril recaerá sobre sus propias<br />

cabezas. —Mientras el pueblo ore con más fervor por sus ministros, más beneficio pue<strong>de</strong>n esperar<br />

<strong>de</strong> su ministerio. La buena conciencia respeta todos los mandamientos <strong>de</strong> Dios y todo nuestro <strong>de</strong>ber.<br />

Los que tienen esta buena conciencia necesitan, sin embargo, <strong>la</strong>s oraciones <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más. Cuando los<br />

ministros van a un pueblo que ora por ellos, van con mayor satisfacción para sí y éxito para el<br />

pueblo. Debemos procurar con oración todas nuestras misericordias. —Dios es el Dios <strong>de</strong> paz,<br />

completamente reconciliado a los creyentes; Él ha abierto camino a <strong>la</strong> paz y <strong>la</strong> reconciliación <strong>de</strong> sí<br />

con los pecadores, y que ama <strong>la</strong> paz en <strong>la</strong> tierra, especialmente en sus iglesias. Él es el Autor <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

paz espiritual en los corazones y <strong>la</strong>s conciencias <strong>de</strong> su pueblo. —¡Qué pacto más firme es aquel que<br />

tiene su fundamento en <strong>la</strong> sangre <strong>de</strong>l Hijo <strong>de</strong> Dios! El perfeccionamiento <strong>de</strong> los santos en toda buena<br />

obra es <strong>la</strong> gran cosa <strong>de</strong>seada por y para ellos; y que ellos puedan ser, en el <strong>la</strong>rgo p<strong>la</strong>zo, equipados<br />

para el empleo y <strong>la</strong> dicha <strong>de</strong>l cielo. No hay cosa buena obrada en nosotros que no sea <strong>la</strong> obra <strong>de</strong><br />

Dios. Nada bueno obra Dios en nosotros sino por medio <strong>de</strong> Cristo por amor a Él y a su Espíritu.<br />

Vv. 22—25. Tan malos son los hombres, aun los creyentes, por los restos <strong>de</strong> su corrupción, que<br />

necesitan que se les estimule y se les exhorte a oír cuando se les entrega <strong>la</strong> doctrina más importante y<br />

conso<strong>la</strong>dora, para su propio bien, y con <strong>la</strong>s pruebas más convincentes, para que <strong>la</strong> reciban y no se<br />

<strong>de</strong>scaminen con el<strong>la</strong>, <strong>la</strong> <strong>de</strong>scui<strong>de</strong>n o <strong>la</strong> rechacen. —Bueno es que <strong>la</strong> ley <strong>de</strong>l amor santo y <strong>la</strong> bondad<br />

sea escrita en los corazones <strong>de</strong> los cristianos, los unos a los otros. La religión enseña el civismo<br />

verda<strong>de</strong>ro y <strong>la</strong> buena crianza a los hombres. No es <strong>de</strong> temperamento malo ni <strong>de</strong>scortés. Que el favor<br />

<strong>de</strong> Dios esté con vosotros y que su gracia obre continuamente en vosotros y con vosotros, dando los<br />

frutos <strong>de</strong> <strong>la</strong> santidad como <strong>la</strong>s primicias <strong>de</strong> <strong>la</strong> gloria.

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