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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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favorable <strong>de</strong> Dios estamos felices y <strong>de</strong>bemos estar tranquilos, aunque todo el mundo nos abandone.<br />

—La paz en Cristo es <strong>la</strong> única paz verda<strong>de</strong>ra, los creyentes <strong>la</strong> tienen en Él so<strong>la</strong>mente. A través <strong>de</strong> Él<br />

tenemos paz con Dios y, así en Él tenemos paz en nuestra mente. Debemos animarnos porque Cristo<br />

ha vencido al mundo ante nosotros, pero mientras pensemos que resistimos, cui<strong>de</strong>mos <strong>de</strong> no caer. No<br />

sabemos cómo <strong>de</strong>bemos actuar y entramos en tentación: estemos alertas y orando sin cesar para que<br />

no seamos <strong>de</strong>jados solos.<br />

CAPÍTULO XVII<br />

Versículos 1—5. Oración <strong>de</strong> Cristo por sí mismo. 6—10. Oración por sus discípulos. 11—26. Su<br />

oración.<br />

Vv. 1—5. Nuestro Señor oró como hombre y como Mediador <strong>de</strong> su pueblo, aunque habló con<br />

majestad y autoridad, como uno e igual con el Padre. La vida eterna no podía ser dada a los<br />

creyentes a menos que Cristo, su fiador, glorificara al Padre y fuera glorificado por Él. Este es el<br />

camino <strong>de</strong>l pecador a <strong>la</strong> vida eterna y cuando este conocimiento sea perfeccionado, se disfrutarán<br />

plenamente <strong>la</strong> santidad y <strong>la</strong> felicidad. La santidad y <strong>la</strong> felicidad <strong>de</strong> los redimidos son, en especial, <strong>la</strong><br />

gloria <strong>de</strong> Cristo y <strong>de</strong> su Padre, que fue el gozo puesto <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> Él, por el cual soportó <strong>la</strong> cruz y<br />

<strong>de</strong>spreció <strong>la</strong> vergüenza; esta gloria era el fin <strong>de</strong>l pesar <strong>de</strong> su alma y al obtener<strong>la</strong> se satisfizo<br />

completamente. Así somos enseñados que es necesario que glorifiquemos a Dios como prueba <strong>de</strong><br />

nuestro interés en Cristo, por quien <strong>la</strong> vida eterna es <strong>la</strong> libre dádiva <strong>de</strong> Dios.<br />

Vv. 6—10. Cristo ora por los que son suyos. Tú me los diste, como ovejas al pastor, para ser<br />

cuidados; como un paciente es llevado al médico, para ser curado; como niños al tutor, para ser<br />

enseñados: <strong>de</strong> este modo Él entregará su carga. Para nosotros es una gran satisfacción, en nuestra<br />

confianza en Cristo, que sea <strong>de</strong> Dios Él, todo lo que Él es y tiene, y todo lo que dijo e hizo, todo lo<br />

está haciendo y hará. Cristo ofreció esta oración por su pueblo solo en cuanto a creyentes; no por el<br />

mundo en general. Aunque nadie que <strong>de</strong>see ir al Padre y sea consciente <strong>de</strong> que es indigno <strong>de</strong> ir en su<br />

propio nombre, tiene que <strong>de</strong>sanimarse por <strong>la</strong> <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ración <strong>de</strong>l Salvador, porque es capaz y está<br />

dispuesto para salvar hasta lo sumo a todos los que vayan a Dios por Él. Las convicciones y los<br />

<strong>de</strong>seos fervorosos son señal esperanzadora <strong>de</strong> una obra ya efectuada en el hombre; empiezan a<br />

<strong>de</strong>mostrar que ha sido elegido para salvación a través <strong>de</strong> <strong>la</strong> santificación <strong>de</strong>l Espíritu y <strong>la</strong> creencia <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> verdad. —Ellos son tuyos, y los tuyos son los míos. Esto dice que Padre e Hijo son uno. Todo lo<br />

mío es tuyo. El Hijo no consi<strong>de</strong>ra a nadie como suyo que no sea <strong>de</strong>dicado al servicio <strong>de</strong>l Padre.<br />

Vv. 11—16. Cristo no ora que ellos sean ricos y gran<strong>de</strong>s en el mundo, sino que sean<br />

resguardados <strong>de</strong>l pecado, fortalecidos para su <strong>de</strong>ber, y llevados a salvo al cielo. La prosperidad <strong>de</strong>l<br />

alma es <strong>la</strong> mejor prosperidad óptima. Rogó a su santo Padre que los cuidara por su po<strong>de</strong>r y para su<br />

gloria, para que ellos se unieran en afecto y trabajo aun conforme a <strong>la</strong> unión <strong>de</strong> Padre e Hijo. —No<br />

oró que sus discípulos sean quitados <strong>de</strong>l mundo, para que pudieran escapar <strong>de</strong> <strong>la</strong> ira <strong>de</strong> los hombres,<br />

porque tenían una gran obra que hacer para <strong>la</strong> gloria <strong>de</strong> Dios, y para beneficio <strong>de</strong> <strong>la</strong> humanidad. Él<br />

oró que el Padre los resguardara <strong>de</strong>l mal, <strong>de</strong> ser corrompidos por el mundo, los remanentes <strong>de</strong><br />

pecado en sus corazones, y <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r y astucia <strong>de</strong> Satanás. Así, pues, ellos pasarían por el mundo<br />

como cruzando territorio enemigo, como Él había hecho. Ellos no son <strong>de</strong>jados aquí para procurar los<br />

mismo objetivos que los hombres que les ro<strong>de</strong>an, sino para glorificar a Dios y servir a su generación.<br />

El Espíritu <strong>de</strong> Dios en los cristianos verda<strong>de</strong>ros se opone al espíritu <strong>de</strong>l mundo.

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