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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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ocasiona. Y en este día en que somos favorecidos, y en dificulta<strong>de</strong>s comunes, consi<strong>de</strong>remos cómo<br />

<strong>de</strong>biéramos comportarnos si fuésemos l<strong>la</strong>mados a sufrir como los santos <strong>de</strong> otras épocas.<br />

Vv. 7—13. El pueblo <strong>de</strong> Dios había sido el amado <strong>de</strong> su alma, precioso a sus ojos, pero actuó en<br />

forma tal que los entregó a sus enemigos. Muchas iglesias profesantes se vuelven como pájaros<br />

moteados, y presentan una mezc<strong>la</strong> <strong>de</strong> religión y mundo con sus vanas modas, esfuerzos y<br />

contaminaciones. El pueblo <strong>de</strong> Dios es como los hombres fascinados, como ave manchada; pero este<br />

pueblo se volvió así por su propia necedad; y <strong>la</strong>s bestias y <strong>la</strong>s aves son l<strong>la</strong>mados a <strong>de</strong>vorarlos. —<br />

Toda <strong>la</strong> tierra sería <strong>de</strong>vastada. Pero hasta que los juicios fueran realmente infligidos, ninguna <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

personas tomaría en serio <strong>la</strong>s advertencias. Cuando Dios levanta <strong>la</strong> mano y los hombres no <strong>la</strong> ven,<br />

les hará sentir<strong>la</strong>. La p<strong>la</strong>ta y el oro no aprovecharán en el día <strong>de</strong> <strong>la</strong> ira <strong>de</strong>l Señor. Los esfuerzos <strong>de</strong> los<br />

pecadores por escapar <strong>de</strong> <strong>la</strong> miseria, sin arrepentimiento, y sin respon<strong>de</strong>r por sus obras, terminarán<br />

en confusión.<br />

Vv. 14—17. El Señor abogará <strong>la</strong> causa <strong>de</strong> su pueblo contra sus malos vecinos. Pero <strong>de</strong>spués<br />

mostrará misericordia a esas naciones, cuando el<strong>la</strong>s <strong>de</strong>ban apren<strong>de</strong>r <strong>la</strong> religión verda<strong>de</strong>ra. Esto<br />

parece mirar al futuro, a los tiempos en que se cump<strong>la</strong> <strong>la</strong> plenitud <strong>de</strong> los gentiles. Los que tengan su<br />

suerte con el pueblo <strong>de</strong> Dios y, al final como <strong>la</strong> <strong>de</strong> ellos, <strong>de</strong>ben apren<strong>de</strong>r sus caminos y andar en<br />

ellos.<br />

CAPÍTULO XIII<br />

Versículos 1—11. La gloria <strong>de</strong> los judíos sería manchada. 12—17. Todos los rangos <strong>de</strong>ben sufrir<br />

miseria. 18—27. Un mensaje horroroso para Jerusalén y su rey.<br />

Vv. 1—11. Era habitual que los profetas enseñaran por señales. Tenemos <strong>la</strong> explicación en los<br />

versículos 9 al 11. Para Dios el pueblo <strong>de</strong> Israel había sido como este cinto. Hizo que se adhirieran a<br />

Él por <strong>la</strong> ley que les dio, los profetas que les envió y los favores que les mostró. Ellos se habían<br />

enterrado, por sus ido<strong>la</strong>trías y pecados, en tierra extranjera, mezc<strong>la</strong>dos entre <strong>la</strong>s naciones y estaban<br />

tan corrompidos que no eran buenos para nada. Si estamos orgullosos <strong>de</strong>l saber, el po<strong>de</strong>r y <strong>de</strong> los<br />

privilegios externos, es justo que Dios los marchite. —La mente <strong>de</strong> los hombres <strong>de</strong>be ser<br />

sensibilizada a su culpa y su peligro; pero nada será eficaz sin <strong>la</strong> influencia <strong>de</strong>l Espíritu.<br />

Vv. 12—17. Como <strong>la</strong> botel<strong>la</strong> era buena para contener vino, así los pecados <strong>de</strong>l pueblo los<br />

hicieron vasos <strong>de</strong> ira, buenos para los juicios <strong>de</strong> Dios con los cuales <strong>de</strong>berían llenarse hasta que se<br />

causaran <strong>la</strong> <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> unos a otros. El profeta los exhorta a dar gloria a Dios confesando sus<br />

pecados, humillándose en arrepentimiento y retornando a su servicio. De lo contrario, serán llevados<br />

a otros países a <strong>la</strong>s tinieb<strong>la</strong>s <strong>de</strong> <strong>la</strong> ido<strong>la</strong>tría y <strong>la</strong> iniquidad. Toda miseria, presenciada o prevista,<br />

afectará a una mente sensible, pero el corazón piadoso <strong>de</strong>be dolerse más por <strong>la</strong>s aflicciones <strong>de</strong>l<br />

rebaño <strong>de</strong>l Señor.<br />

Vv. 18—27. Aquí hay un mensaje enviado al rey Joaquín y su reina. Sus dolores serían<br />

indudablemente gran<strong>de</strong>s. ¿Preguntan ellos <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> nos sobrevienen estas cosas? Que sepan que es<br />

por su obstinación en pecar. No po<strong>de</strong>mos alterar el color natural <strong>de</strong> <strong>la</strong> piel y, así, es moralmente<br />

imposible rec<strong>la</strong>mar y reformar a estas personas. El pecado es <strong>la</strong> negrura <strong>de</strong>l alma; es su<br />

<strong>de</strong>scoloración; somos formados en ello <strong>de</strong> modo que no po<strong>de</strong>mos librarnos por ningún po<strong>de</strong>r propio,<br />

pero <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong>l Todopo<strong>de</strong>roso es capaz <strong>de</strong> cambiar <strong>la</strong> piel <strong>de</strong>l etíope. Ni <strong>la</strong> <strong>de</strong>pravación natural ni<br />

los fuertes hábitos <strong>de</strong> pecado, constituyen obstáculo para <strong>la</strong> obra <strong>de</strong> Dios, el Espíritu que hace nueva

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