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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Vv. 41—48. Señor, por fe tengo a <strong>la</strong> vista tus misericordias; déjame prevalecer orando para<br />

obtener<strong>la</strong>s. Y cuando sea completada <strong>la</strong> salvación <strong>de</strong> los santos, se manifestará c<strong>la</strong>ramente que no<br />

era en vano confiar en <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Dios. —Tenemos que orar rogando que nunca nos asustemos o<br />

nos avergoncemos <strong>de</strong> reconocer <strong>la</strong>s verda<strong>de</strong>s y los caminos <strong>de</strong> Dios ante los hombres. Y el salmista<br />

resuelve obe<strong>de</strong>cer <strong>la</strong> ley <strong>de</strong> Dios en un curso constante <strong>de</strong> obediencia sin <strong>de</strong>scarriarse. —El servicio<br />

al pecado es esc<strong>la</strong>vitud; el servicio a Dios es libertad. No hay felicidad completa o libertad perfecta,<br />

sino en obe<strong>de</strong>cer <strong>la</strong> ley <strong>de</strong> Dios. Nunca <strong>de</strong>bemos asustarnos ni avergonzarnos <strong>de</strong> reonocer nuestra<br />

religión. —Mientras más <strong>de</strong>leite tengamos al servicio <strong>de</strong> Dios, vamos más cerca <strong>de</strong> <strong>la</strong> perfección. No<br />

sólo asintamos a su ley por ser buena; complázcamonos en el<strong>la</strong> por buena para nosotros. Déjame<br />

emplear toda <strong>la</strong> fuerza que tengo para cumplir<strong>la</strong>. Algo <strong>de</strong> esta mente <strong>de</strong> Cristo hay en todo discípulo<br />

verda<strong>de</strong>ro.<br />

Vv. 49—56. Quienes hacen su porción <strong>de</strong> <strong>la</strong>s promesas <strong>de</strong> Dios, pue<strong>de</strong>n hacer<strong>la</strong>s su oración con<br />

humil<strong>de</strong> osadía. El que obra <strong>la</strong> fe en nosotros por su Espíritu, obrará por nosotros. —La pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong><br />

Dios hab<strong>la</strong> consuelo en <strong>la</strong> aflicción. Si nos hace santos por gracia, hay suficiente en el<strong>la</strong> para darnos<br />

bienestar en todas <strong>la</strong>s circunstancias. Estemos seguros <strong>de</strong> tener <strong>la</strong> ley divina por lo que creemos, y<br />

entonces, no <strong>de</strong>jemos que los bur<strong>la</strong>dores prevalezcan sobre nosotros para que <strong>la</strong> <strong>de</strong>jemos. —Los<br />

juicios antiguos <strong>de</strong> Dios nos consue<strong>la</strong>n y nos exhortan, porque Él sigue siendo el mismo. —El<br />

pecado es horrible a ojos <strong>de</strong> todos los que son santificados. —Antes que pase mucho tiempo el<br />

creyente se ausentará <strong>de</strong>l cuerpo y estará presente con el Señor. Mientras tanto, los estatutos <strong>de</strong>l<br />

Señor dan tema para agra<strong>de</strong>cida a<strong>la</strong>banza. En <strong>la</strong> temporada <strong>de</strong> <strong>la</strong> aflicción y en <strong>la</strong>s horas silenciosas<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> noche, él recuerda el nombre <strong>de</strong>l Señor y es estimu<strong>la</strong>do a obe<strong>de</strong>cer <strong>la</strong> ley. —Todos los que han<br />

hecho <strong>de</strong> <strong>la</strong> religión lo primero, admitirán que, por el<strong>la</strong>, han sido ganadores en forma in<strong>de</strong>cible.<br />

Vv. 57—64. Los creyentes verda<strong>de</strong>ros toman al Señor como porción <strong>de</strong> su herencia y nada<br />

menos les satisface. El salmista ora con todo su corazón sabiendo cómo valorar <strong>la</strong> bendición por <strong>la</strong><br />

cual ora: él <strong>de</strong>sea <strong>la</strong> misericordia prometida y <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> promesa para recibir<strong>la</strong>. —Él se salió <strong>de</strong><br />

su <strong>de</strong>scarrío y regresó a los testimonios <strong>de</strong> Dios. Dios no tardó. Correspon<strong>de</strong> a los pecadores<br />

apresurarse a escapar y el creyente será igualmente presuroso para glorificar a Dios. —Ninguna<br />

preocupación o tristeza <strong>de</strong>be quitarnos <strong>de</strong> <strong>la</strong> mente <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Dios u obstaculizar el consuelo que<br />

da. —No hay situación en <strong>la</strong> tierra en que el creyente no tenga motivos para estar agra<strong>de</strong>cido.<br />

Sintámonos avergonzados <strong>de</strong> que haya quienes están más dispuestos a <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> dormir para pasarse<br />

el tiempo en p<strong>la</strong>ceres pecaminosos, más que nosotros para a<strong>la</strong>bar a Dios. Y <strong>de</strong>bemos orar con más<br />

fervor que nuestros corazones sean llenos <strong>de</strong> su misericordia, gracia y paz.<br />

Vv. 65—72. Como quiera que Dios nos haya tratado, nos ha tratado mejor <strong>de</strong> lo que merecemos;<br />

y todo con amor y por nuestro bien. —Muchos tienen conocimiento, pero poco juicio; quienes<br />

poseen ambos están fortalecidos contra los <strong>la</strong>zos <strong>de</strong> Satanás y están equipados para el servicio <strong>de</strong><br />

Dios. —Somos muy dados a <strong>de</strong>sviarnos <strong>de</strong> Dios cuando estamos cómodos en el mundo. Debemos<br />

<strong>de</strong>jar nuestras preocupaciones a disposición <strong>de</strong> Dios, viendo que no sabemos lo que es bueno para<br />

nosotros. —Señor, tú eres nuestro generoso Benefactor; inclina nuestros corazones a <strong>la</strong> fe y a <strong>la</strong><br />

obediencia. El salmista seguirá, constante y resuelto en su <strong>de</strong>ber. El orgulloso está lleno <strong>de</strong>l mundo,<br />

y <strong>de</strong> su riqueza y sus p<strong>la</strong>ceres; estos lo hacen insensato, seguro y estúpido. —Dios visita a su pueblo<br />

con aflicción, para que aprendan sus estatutos. —No so<strong>la</strong>mente son <strong>de</strong>seables y provechosas <strong>la</strong>s<br />

promesas <strong>de</strong> Dios, sino también su ley, sus preceptos, aunque duros para los impíos, porque nos<br />

guían con seguridad y <strong>de</strong>leite a <strong>la</strong> vida eterna.<br />

Vv. 73—80. Dios nos hizo para servirle y gozar <strong>de</strong> Él; pero por el pecado nos hicimos ineptos<br />

para servirle y gozar <strong>de</strong> Él. Por tanto, tenemos que buscarlo continuamente por su Espíritu Santo,<br />

para que nos dé entendimiento. —Los consuelos que algunos tienen en Dios <strong>de</strong>ben ser motivo <strong>de</strong>

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